El encanto de la plasticidad

El artista Manuel Lombo, que ganó premio de dibujos taurinos, tiene grandes amigos en el escalafón de matadores

12 abr 2018 / 08:49 h - Actualizado: 12 abr 2018 / 11:38 h.
"Toros","Yo soy taurino"
  • Manuel Lombo, en el patio de la sede de la Fundación Cristina Heren con una chaquetilla de torear que le regaló José María Manzanares. / Fotos: Antonio Delgado-Roig
    Manuel Lombo, en el patio de la sede de la Fundación Cristina Heren con una chaquetilla de torear que le regaló José María Manzanares. / Fotos: Antonio Delgado-Roig

Los concursos de dibujo que organizaba Aula Taurina fueron la llave que le abrió a Manuel Lombo la puerta de la plaza de toros de Sevilla. Durante varias temporadas seguidas ganaba el concurso de temática taurina y como premio se llevaba un par de abonos para toda la temporada. Su arte le abrió las puertas de otro arte y de esta forma terminó el niño Manuel –adolescente entonces– a aficionarse por completo al mundo del toro, una de sus grandes pasiones de hoy.

En las gradas de sol, que lógicamente eran para él el mejor sitio posible de la plaza aquellas tardes de sol y moscas, empezó a aprender de verdad sobre la fiesta de los toros. Lombo se define más torerista que torista porque siempre le ha llamado mucho la estética del toreo. Se declara completamente libre de prejuicios y como en toda manifestación artística hay una premisa fundamental. Todo depende del gusto de la persona. Un gran torero puede gustar menos mientras que uno con menos cualidades puede llamar mucho su atención artística. Así, en las prioridades de Manuel no se encuentra la de intentar ver desde el primer momento el comportamiento del toro, ya lo irá descubriendo mientras avanza la lidia. Él se fija más en la actitud y en el hacer de los matadores acartelados y con las formas, los ritos, la luz, el color y demás elementos que forman parte de una corrida de toros. En definitiva, como artista que es, le llama mucho la atención la parte plástica y visual del festejo. En definitiva, el arte.

De aquellos años en la grada de sol que tenía como premio por sus dibujos taurinos no olvida una gran faena de Ortega Cano, los primeros años de Morante de la Puebla y la expresión de José Tomás cuando dobló un toro que se las había hecho pasar canutas. El torero madrileño, que se había entregado al máximo en la faena y también se había llevado una importante voltereta, reflejó en su rostro una expresión de alivio y vacío cuando dobló el toro que Lombo todavía su mente no ha olvidado.

Cuando la carrera artística de Manuel comenzó a tomar aire fue ampliando su círculo de amistades, frecuentó nuevos ambientes y comenzó a tratar a profesionales del toro. El primer matador de toros con el que entabló amistad fue con Juan Serrano Finito de Córdoba, quién lo invitó a viajar con él por vez primera en un coche de cuadrillas y a presenciar un festejo desde el callejón, donde se perciben muchos detalles que normalmente pasan muy desapercibidos desde los tendidos. La amistad con el Fino ha ido a más y no sólo comparten tardes de toros, sino también viajes vacacionales. Lombo dice que el cordobés nacido en Cataluña es un referente en el mundo del toro y uno de los mejores exponentes de la frase que dice que se torea como se es y también, es uno de los que mejor viste a la hora de hacer el paseo.

Lombo suele estar atento a la temporada taurina, pero mucho más los días que sus amigos toreros tienen que hacer matar una corrida. Si puede, viaja a verlos y si le pilla en algún espectáculo deja encargado a alguien que le mantenga informado de cómo va la corrida. De David Fandila El Fandi asegura que es garantía de diversión, aunque le gustaría que toreara más para él. De Alberto López Simón destaca la enorme valentía que tiene, aunque le haga sufrir demasiado cuando lo ve torear. Alaba la progresión de Cayetano y reconoce abiertamente que su ojito derecho es José María Manzanares. Su torero es Josemari, al que no define ni como el más valiente, ni como el más técnico ni como el más artista, pero para Lombo el alicantino es el compendio perfecto entre el arte, la técnica y la estética. Con él también ha llegado a tener tan buena amistad que Lombo puede presumir de tener en su casa el traje de torear con el que Manzanares confirmó su alternativa y también un capote de paseo del padre de su gran amigo: el maestro Manzanares. Así es la amistad. Así es el toro.