En el adiós al médico de los toreros

El prestigioso cirujano taurino Ramón Vila Jiménez falleció ayer en Sevilla a los 80 años. Había estado al frente de la enfermería de la plaza de toros de la Real Maestranza desde 1978 hasta 2011

17 may 2018 / 22:24 h - Actualizado: 18 may 2018 / 09:31 h.
"Toros","Obituario","Ramón Vila"
  • La imagen, tomada en la plaza de la Maestranza el pasado 6 de mayo, cobra un valor inesperado: era la última vez que el recordado cirujano taurino asistía a los toros en Sevilla. / Antonio Delgado-Roig
    La imagen, tomada en la plaza de la Maestranza el pasado 6 de mayo, cobra un valor inesperado: era la última vez que el recordado cirujano taurino asistía a los toros en Sevilla. / Antonio Delgado-Roig
  • En la entrega de los trofeos Doctores Vila el pasado 3 de abril. / Manuel Gómez
    En la entrega de los trofeos Doctores Vila el pasado 3 de abril. / Manuel Gómez

Los achaques de Ramón Vila no eran ningún secreto. Su estado de salud había experimentado un fuerte e inesperado bajón hace algún tiempo, a raíz de una pequeña intervención que dejó algunas secuelas imprevistas. Desde entonces no era el mismo pero su silueta de patricio romano seguía erguida en el burladero de los médicos. Lo hizo hasta el último festejo celebrado en la plaza de la Maestranza, la novillada del pasado día 6 de mayo. Pero las alarmas ya habían saltado. El 3 de abril, en la entrega de los trofeos Doctores Vila, el galeno llegó a Río Grande con gesto cansado y el semblante demudado, casi a rastras. Los suyos le habían intentado convencer para que se quedara en casa. Pero Vila quería estar presente en un momento y un acto tan suyo que, sin saberlo, iba a presidir por última vez. Antonio Ferrera, uno de los galardonados, le dedicó unas hermosas palabras que consiguieron emocionarle. Ahora se antojan casi un epitafio. Era la XXXIX edición de los premios. Para Ramón Vila ya no habrá cuarenta.

Después de aquella fecha siguió frecuentando el callejón del coso maestrante; asistiendo a este o aquel acto y hasta celebró su 80 cumpleaños en el divertido almuerzo de la deliberación de los trofeos Puerta del Príncipe de El Corte Inglés. Fernando Murube, relaciones públicas de la firma, le había preparado una tarta que sopló junto a los miembros del jurado y su mujer. Se le veía recobrado y animado, venido arriba, y el pasado día 9, sin ir más lejos, volvió a asistir a la entrega del premio Blanco y Oro que concede la Fundación Cruzcampo. Lo peor, o eso parecía, había pasado.

Pero la noticia de su muerte sacudió al mundillo taurino el mismo día que se despedían las carretas del Rocío de Sevilla y se comentaba la entretenida corrida de la víspera, primera cita de lujo de la larga isidrada... No había dudas. Ramón Vila, el prestigioso cirujano que había llevado las riendas de la enfermería de la plaza de la Maestranza entre 1978 y 2011, había fallecido.

Ramón Vila Jiménez era hijo de Ramón Vila Arenas, otro médico de prestigio al que sucedió al frente del equipo médico que vela por la integridad de los toreros en el coso maestrante. Conocía bien ese quirófano, que había comenzado a frecuentar en 1965 bajo la exigente batuta de su padre hasta que le llegó la hora de tomar el timón.

Se estrenó con las gravísimas cornadas de Paquirri en la Feria de Abril del 78, hace ya 40 años. Vila se conviertió muy pronto en autoridad indiscutible de una especialidad que, en sus manos y en las de otros cirujanos imprescindibles, comenzó a salir de la catacumba. Congresos, publicaciones, preocupación por la definitiva especialización del oficio y –es el sino de la fiesta– tremendas operaciones de urgencia pusieron a prueba el equipo de la enfermería ejemplar de la plaza de la Maestranza y sirvieron para allanar el camino de otros facultativos. Ese mismo equipo médico tuvo sacar fuerzas de flaqueza para seguir adelante en el nefasto año de 1992: Manolo Montoliú y Ramón Soto Vargas ingresaron casi cadáveres en la enfermería con sendas cornadas en el corazón sin que los cirujanos pudieran hacer nada por sus vidas.

Pero siempre hay que seguir adelante. Por los hules maestrantes –primero junto a la Puerta del Encierro, al lado de la del Despejo desde 2007– se sucedieron intervenciones a cara o cruz como la que sacó del túnel a Pepe Luis Vargas, «tanta lucha para nada», que salvó la vida mientras que la imagen del surtidor de su arteria partida en la puerta de chiqueros de la Maestranza daba la vuelta al mundo en 1987. El rostro destrozado de Franco Cardeño; las femorales rotas del novillero Curro Sierra o los dos brutales percances con los que se despidió de la jefatura del equipo –devolviendo la vida a Luis Mariscal y Jesús Márquez– jalonaron la trayectoria de Vila, que supo ser dueño de su propio tiempo. Don Ramón entregó la batuta -reconocido y en plenitud de facultades- a su sucesor Octavio Mulet en abril de 2011. Descanse en paz