Escribano recibe el alta y ya se recupera en casa

El diestro de Gerena ha viajado este jueves desde Albacete hasta Gerena y ya piensa en reaparecer cuanto antes

30 ago 2018 / 21:23 h - Actualizado: 30 ago 2018 / 21:29 h.
  • Escribano, hoy en su domicilio. / Instagram
    Escribano, hoy en su domicilio. / Instagram

Manuel Escribano ya se recupera en casa, rodeado de los suyos. Atrás ha quedado la insólita odisea que le llevó a viajar con una herida abierta y una hemorragia sin cortar desde la localidad conquense de Belmonte, en la que había sido herido el pasado lunes, hasta la clínica Santa Cristina de Albacete para ponerse en manos del doctor González Masegosa. La atención recibida en la enfermería de la plaza de Belmonte no había sido la debida y sólo la insistencia de su apoderado, Raúl Gracia El Tato, logró que el torero fuera trasladado en una UVI móvil hasta la capital manchega.

El torero, que ha viajado este jueves desde Albacete hasta Gerena, ya se recupera en su domicilio de una cornada que le hará perder varios compromisos profesionales aunque su intención pasa por acelerar la recuperación y, en ningún caso, se da el resto de la temporada por perdida. El diestro de Gerena actuaba el pasado lunes en la plaza de Belmonte con Emilio Huertas y El Gallo para lidiar una corrida de Las Monjas. La cornada llegó cuando el torero, de rodillas, iniciaba la faena a su primer toro. El animal le alcanzó después de un pase por alto hiriéndole en la entrepierna y la cabeza y provocando una profusa hemorragia. A partir de ahí sólo se supo que el médico que atendía el festejo calificó la herida como «superficial» mientras trascendía el posterior traslado en UVI móvil al hospital albaceteño, forzado por la insistencia de El Tato.

En las primeras horas de la madrugada, por fin, se conoció el verdadero alcance de la cornada de Belmonte. En la clínica de la capital manchega advirtieron una gran cantidad de sangre acumulada que obligó a meter de nuevo al matador en el quirófano para ser intervenido durante dos horas por el doctor González Masegosa. Fue el transcurso de esa intervención cuando el cirujano iba a detectar, además de ciertas deficiencias en la limpieza de la herida, una nueva trayectoria de quince centímetros que producía la rotura de la musculatura abductora sumada a una hemorragia arterial. Había que actuar...

El propio Escribano explicaba los pormenores del percance. «Los toreros vamos a tener que tomar cartas en el asunto porque nos jugamos la vida», señalaba el diestro de Gerena sin perder la calma. «No nos podemos poner en manos de personas que no estén capacitadas para esto y tengo que dar las gracias a El Tato, mi apoderado, que no paraba de insistir para que nos fuéramos de allí después de ver el reguero de sangre que iba dejando de la plaza a la enfermería», precisaba el matador.

«Cuando llegamos a la enfermería -proseguía el torero- los médicos insistían en que sólo se trataba de piel y la grasa subcutánea. Yo no sentía dolor hacia adentro y eso me tranquilizaba en parte pero el médico no nos quiso tratar de urgencia para desplazarme a un hospital». En ese punto, recalca Manuel, se hizo presente la insistencia de El Tato y la cuadrilla para viajar a Albacete. «Después de que pasara todo el médico de Belmonte insistía en la superficialidad de la herida pero es que el doctor Masegosa me tuvo que rehacer hasta los puntos de las heridas de la cara».

El nuevo percance de Manuel Escribano, inevitablemente, recordó la fortísima cornada que sufrió hace dos años en Alicante. Un toro de Adolfo Martín le destrozó el paquete vascular poniendo en serio peligro su vida. La recuperación, que fue compleja y larga, se prolongó durante el resto del año obligando al torero a retrasar su reaparición hasta las Fallas de 2017. Antes, en septiembre de 2013, sufrió otro gravísimo percance en la plaza de Sotillo de la Adrada del que no se advirtió su gravedad en los primeros momentos obligando a su ingreso de urgencia, prácticamente exánime, en un hospital de Móstoles.