Esos días sin vino ni rosas

Un Morante de La Puebla sin suerte, un Talavante funcionarial y un Roca Rey desmotivado desinflan la expectación de la corrida estrella de la Feria de Colombinas de Huelva

05 ago 2017 / 23:49 h - Actualizado: 06 ago 2017 / 00:00 h.
"Toros"
  • Morante, en la imagen de la izquierda, sorteó un lote sin posibilidades. Roca cortó la única oreja. / Fotos: Nuevo Tercio Comunicación
    Morante, en la imagen de la izquierda, sorteó un lote sin posibilidades. Roca cortó la única oreja. / Fotos: Nuevo Tercio Comunicación

Nada que no sepan. La grave lesión de cervicales que llevará a Manzanares a un quirófano sevillano este mismo lunes había obligado a buscar sustituto en Huelva. La empresa tiró del mismo apoderado para trocar al matador alicantino por Talavante, que vive sus horas más funcionariales en manos de los Matilla. La verdad es que habría merecido la pena esperar a conocer el resultado de otros festejos –verbigracia, la nocturna del Puerto– para obrar en consecuencia. En los corrillos se había hablado más de Ferrera, el gran intérprete del año, que del extremeño. Pero ya se sabe como son las lentejas. Si quieres las tomas y si no...

Pero el cartel, plato fuerte de las Colombinas, ofrecía atractivos indudables aunque no logró propiciar el lleno en la coqueta plaza de la Merced. Matadores y cuadrillas, siguiendo la estúpida moda moderna, dejaron plantados a los alguaciles un buen rato que se sumó a los cinco minutos de retraso crónico del reloj de la plaza. A las ocho y cuarto no había salido el primero pero Morante hizo olvidar cualquier afrenta cuajando tres o cuatro verónicas pluscuamperfectas que nos colocaron en situación.

El de La Puebla siguió por ese palo en el quite, que cerró con media de antología. No estaba sobrado de fuerza el de Cuvillo y José Antonio se quedó compuesto y sin novia en espera de mejor ocasión. El animal se había quedado sin gas. El cuarto, derrengado y sin motor, iba a propiciar el mismo cuadro. Morante quiso torearlo con suavidad pero no había caso. La cosa acabó en macheteo y bronca de novios. Otra vez será.

El segundo embistió como un tejón y Talavante anduvo a gorrazos con él pero, ojo, sin cuajarlo como merecía. Alejandro tiene el aire de esos estudiantes sobrados que se lo dejan todo para el último día y puede dar más, mucho más, tal y como demostró en una serie zurda y otra diestra en la que, ahora sí, hubo trazo y reunión. Pero es que le iba a tocar otro toro con bríos, el quinto, al que volvió a torear con tanta limpieza como superficialidad. Eso sí, la gente se lo pasó en grande con los doscientos muletazos que pegó. Debió haber alguno bueno. La espada se encasquilló.

El tercero, con hechuras de vaca de capea, despertó las protestas de la parroquia. Roca Rey tiró de repertorio sin demasiada convicción y falto de entusiasmo. El toro cantó la gallina al primer muletazo pero no tenía mal aire. Sujeto en los medios, el peruano lo exprimió sobre ambas manos cuajando un trasteo entregado, de muletazos de mano baja y trazo curvo en el que también hubo borrones pero, sobre todo, la sensación de verlo algo atorado. La corrida pesaba cuando salió el sexto que cantó su mal juego en el capote del joven diestro limeño. Sergio Molina le arreó un puyazo de libro al relance mientras huía de peto a peto. El toro, al final, embistió como un gato con el rabo pisado mientras Roca cubría el expediente. La cosa terminó cómo había empezado...


PLAZA DE TOROS DE LA MERCED
Ganado: Se lidiaron seis toros de Núñez del Cuvillo, desigualmente presentados. El noble primero si desinfló pronto; bravo y codicioso el segundo; rajado pero potable el tercero; inválido el cuarto; bravo el quinto y deslucido el sexto.
Matadores: Morante de la Puebla, de coral y oro, silencio en ambos.
Alejandro Talavante , de noche y oro, ovación tras aviso y silencio tras dos avisos.
Andrés Roca Rey, de verde Fidel y oro, oreja y silencio.
Incidencias: La plaza registró tres cuartos de entrada en tarde asfixiante. Saludó Trujillo.