Lo dijo un tal Pepe Moros: “Cuando hay toros no hay toreros y cuando hay toreros no hay toros”. El aserto podría ser válido para el festejo de este Sábado de Farolillos que ya enseña la puerta de salida a una feria pródiga en acontecimientos que sigue sobrecogida por el efecto Aguado. El impacto de la actuación del joven matador sevillano se notó en esta tarde en la que también pesó el calor, los siete días de feria y sus vísperas y el discreto nivel de un cartel que no iba a despertar entusiasmo en la taquilla. Hay que recordar que esta fecha, no hace tanto, era lleno seguro aunque se anunciara mi prima. Cosas de los tiempos. Y del bolsillo.
Pero el guión del festejo lo dicto la gran corrida de toros que se trajo Ricardo Gallardo del campo de Cádiz. Fue un envío serio, ofensivo, imponente, muy armado... Seis toros de distinto signo, de gran galope global y con tres ejemplares de auténtica revolución. Hablamos de un lote de Puerta del Príncipe formado por tercero y sexto al que hay que sumar el boyante quinto. Ojo, el manso primero –que huyó de todo y de todos- también llegó a la muleta brindando una noble embestida. El segundo tuvo mejor principio que final y el cuarto, ésa es la verdad, condujo más a contramano. Pero el conjunto del encierro de don Ricardo ya es candidato seguro para los premios de este ciclo al que sólo le queda un suspiro... de Miura.
Ese lote de excelencias fue para López Simón, que tuvo en sus manos las llaves para abrir esa puerta inquietante que se mira en el Guadalquivir. Podríamos andar narrando lances y muletazos con vocación descriptiva pero no es plan de cansar. Ese tercero metió la cara y humilló desde los primeros compases de su lidia mostrando un excelente tranco y una alegría en la embestida que sirvió al madrileño –que necesita un buen pelado- para dar mil millones de pases de todos los colores sin terminar de compactar faena. Es la que habría merecido un animal que pasó de los bríos iniciales a una embestida templada que quedó por aprovechar. Una estocada tendida animó al personal a pedir una oreja que no se concedió. Mejor así. Se contentó con una vuelta. Pero es que López Simón llevaba todas las bolas premiadas. Se había llevado el lote, completado con ese sexto de embestida rebosante al que, ésta vez, toreó con mayor relajo, encaje y compostura aunque lejos, lejísimos del triunfo que le estaba ofreciendo en bandeja. Unas estropajosas bernardinas terminaron de enfriar los ánimos. Se quedó viendo el tren desde el andén.
Algo más entonado sí que estuvo el veterano y todoterreno granadino Fandi, que sorteó un descarado segundo más espectacular en el primer y segundo tercio que franco en el último. Lo lidió en maestro, ésa es la verdad: variado y solvente con el percal, enorme en banderillas... y algo más espesito con la franela después de brindar a Manolo González Sánchez-Dalp. Fue una faena movida de pies y terrenos que no encontró entendimiento con el bicho, que también había cambiado después del toque de clarines. Con el gran quinto volvió a escenificar una buena y vistosa brega antes de volver a convencer con los palos, especialmente con un par por los adentros. El Fandi formó un verdadero lío cuando se trajo al toro como un rayo y lo aguantó en una emocionante tanda de rodillas en la que el bicho giró como una noria. La faena tuvo sus virtudes, fases relajadas y templadas, especialmente en los muletazos finales. Eso sí: era toro para otras músicas aunque David Fandila se ganó con toda justicia la oreja refrendada con el espadazo fulminante.
Dejamos para el final la actuación –un punto sobreactuada- de Ferrera, que se las vio en primer lugar con un manso de carreta que, a pesar de huir de su sombra, presentó muchas posibilidades en la muleta del extremeño, manejada con vuelo suelto y ausencia de estoque de ayuda. Hubo buenos muletazos aislados sin que la cosa tomara altura. Tampoco iba a poder ser con el remiso, incierto y reservón cuarto. Hubo probaturas, cambios de estrategias, terrenos... y se fue por la espada.
FICHA DEL FESTEJO
Ganado: Se lidiaron seis toros de Fuente Ymbro, serios, ofensivos y muy bien presentados. Destacaron los excelentes tercero, quinto y sexto dentro de un encierro más que interesante en el que también tuvo opciones el manso primero y, de más a menos, el complejo segundo. El más deslucido fue el cuarto.
Matadores: Antonio Ferrera, de azul Mahón y oro, ovación y silencio
David Fandila ‘El Fandi’, de pizarra y oro, ovación y oreja
Alberto López Simón, de añil y oro, vuelta al ruedo y ovación tras aviso
Incidencias: La plaza registró más de media entrada en tarde de calor sahariano.