La última fue en Valladolid, el 9 de septiembre de 2016. Y no faltó la polémica; exactamente la misma que acompaña su reaparición este martes, festividad de la Virgen de Guadalupe, en la corrida que puede y debe abarrotar el inmenso embudo de Insurgentes de la capital azteca. Se trata de recabar fondos para las víctimas de los trágicos seísmos que asolaron México el pasado mes de septiembre. José Tomás, indudablemente, es la máxima atracción de un cartel coral en el que también figuran los nombres de el rejoneador Pablo Hermoso de Mendoza y los matadores de toros Julián López El Juli, y José María Manzanares. La cuota mexicana la aportan Joselito Adame, El Payo, Sergio Flores y Luis David Adame. Cada uno, todo hay que decirlo, comparecerá con su toro bajo el brazo. El fin del evento justifica casi todo.
A partir de ahí, no podemos evitar poner en marcha la moviola. La nómina del cartel entronca directamente con la polémica mencionada: se trata de la indisimulada enemistad y rivalidad profesional que le separa de Enrique Ponce, que ya quedó fuera de la feria de Valladolid de 2016 –incluyendo otra corrida coral organizada en homenaje al infortunado Víctor Barrio– por imposición del propio Tomás. Las hostilidades no han cesado y la gestación del festejo de este martes ha vuelto a enfangarse por las mezquindades de la política taurina. El maestro valenciano ha vuelto a quedar fuera de un acontecimiento en el que tenía sitio natural. Ojo: Ponce había sido el primer torero en abanderar la solidaridad taurina para echar un cable a los damnificados del terremoto. El diestro de Chiva, resignado a no compartir mesa y mantel con José Tomás –que le volvió a quitar su silla en el banquete– ya ha resuelto su aportación a la causa donando los honorarios percibidos en su actuación del pasado domingo que, por cierto, se resolvió triunfalmente.
Pero no conviene perder el hilo y las circunstancias que rodean esta penúltima venida del Divino en carne mortal. Lo hará en una plaza, la Monumental de México, en la que no rodaron bien las cosas el 31 de enero de 2016. Allí arrancó la última temporada –reducida a siete festejos– en medio de una fortísima expectación que se vio defraudada a pesar de acabar con todo el boletaje. A partir de ahí, el diestro de Galapagar cubrió un breve calendario que incluyó las plazas de Jerez, Alicante, Huelva, San Sebastián y el mentado y doble pase de Valladolid.
En 2017, ya es sabido, llegó un nuevo eclipse, paralelo a la habitual mudez del torero y su entorno, que ha hecho del silencio una asombrosa herramienta de comunicación. En 2015 había limitado su presencia en los ruedos a la función única de Aguascalientes; 4 fueron en 2014; ninguna en 2013; 3 en 2012, incluyendo la célebre encerrona nimeña; 9 fueron en 2011, reaparecido del tremendo percance sufrido el año anterior que, de alguna manera, marcó el comienzo de esta ¿penúltima? etapa en los ruedos. El tiempo, en cualquier caso, es tozudo y la cuerda tendrá un final cada vez más cercano.
José Tomás ya ha rebasado de largo la cuarentena pero el toro seguirá teniendo cuatro o cinco años cada vez que asome por el chiquero. A estas alturas no sabemos, ni por asomo, qué planea el llamado dios de piedra para 2018 aunque algunos rumores ya le situarían en Jerez y hasta en Sevilla, una plaza que no pisa desde el estreno del siglo, en la que tenía que haber sido la tercera Puerta del Príncipe de una Feria de Abril que abrió saliendo a hombros y cerró en la mesa del quirófano. A partir de ahí todo son conjeturas. Sólo hay una cosa segura: Tomás volverá a manejar los tiempos y huirá de cualquier filtración, que se convierten en el antídoto de su presencia en cualquier plaza. La reaparición jerezana de 2016 se realizó por sorpresa, sin previo aviso y a través de un escueto y discreto correo electrónico emitido por los Matilla que incendió las redes sociales y los móviles del toreo en pocos minutos. Las cosas volverán a suceder de una forma muy parecida si el diestro de Galapagar, tal y como afirman los que presumen de estar mejor informados, se decide a emprender esa nueva campaña testimonial por sus plazas más queridas. En el debe de su agenda siguen figurando el ruedo de Las Ventas pero, especialmente, la plaza de la Maestranza. Hace dos años se habló de una ingenua operación, con Morante de agente doble, para que toreara en el Corpus. Lo que Tomás tenga en su cabeza, hoy por hoy, es una incógnita.