La feria de los discretos

Las corridas generales de Bilbao han dibujado un panorama sombrío para el futuro inmediato de la plaza. En medio del naufragio se desarrolló un apasionante capítulo de la guerra secreta del toreo

30 ago 2016 / 10:18 h - Actualizado: 30 ago 2016 / 11:49 h.
"Toros"
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De los pitos a la eclosión de una nueva figura

La corrida había comenzado con los peores pronósticos. El hueco dejado por Roca Rey había quedado libre y el mediocre argumentario de ciertos estrategas del toreo presionó para que el festejo quedara en extraño e inapropiado mano a mano. La consigna era: o Padilla o nada. Toma del frasco... Hablamos de la corrida del pasado viernes en Bilbao. Los inesperados pitos del público sorprendieron a la obsoleta junta administrativa y a los hermanos Chopera pero, sobre todo, a los dos matadores. Uno de ellos, López Simón, no aguantó la presión y acabó en el hospital con un brutal ataque de ansiedad que le impidió matar su tercer toro. El otro, José Garrido, echó todas las cartas por el aire y apostó a todo o nada. El tal Matías le robó la puerta grande esa tarde pero se la devolvió en su segundo compromiso en el Bocho. Garrido sale lanzado de Bilbao. Él es el auténtico triunfador de una extraña y desoladora Semana Grande.

La mediocre trastienda del toreo al aire...

En el ambiente de aquel día pesaba el gran triunfo venteño de Javier Jiménez. Pero la salida a hombros madrileña no fue aval suficiente para algunos. El primer hueco dejado por Roca Rey fue ocupado por Ginés Marín. Pesó más su adscripción a una casa grande -la FIT- que la enorme proyección que anuncia. Pero la paciencia del público se desbordó el viernes y puso en la picota la trastienda del líder numérico de la campaña: Simón. El llanto entrebarreras bajo la sombra espesa de su apoderado parlanchín delató demasiadas cosas. Se había apuntado a su montera pero las manos que manejan su carrera con sentido destajista se fueron de rositas.

Otros errores de estrategia

Para rizar el rizo, vía comunicado, el propio Simón o sus mentores se ofrecieron a cubrir el hueco que había dejado Roca en Colmenar Viejo. La coartada era donar sus honorarios a la Fundación Víctor Barrio. Tampoco coló aunque Julián Guerra y la órbita en la que gravita se salieron con la suya. Simón estuvo ayer en Colmenar; salió a hombros aunque los titulares se los ha llevado la faena de Talavante. El día antes había estoqueado seis toros en San Sebastián de los Reyes sumando nuevas orejas sin lograr meter ni medio aforo en los tendidos. Estos días han dejado tocado al joven diestro de Barajas, que en ese mano a mano forzado que enseñó las tripas negras del toreo se bajó del burro en el que lo tenían montado. Esa ventana oscura también ha servido para discutir el papel de la Junta Administrativa de la plaza de Bilbao, que era el gran bastión del norte; el alto tribunal del Cantábrico. La sangría de espectadores invita a atender a Lampedusa. A veces convendría cambiarlo todo para que todo siga igual.