La Comisión Provincial de Patrimonio, dependiente de la Delegación territorial de Cultura, Turismo y Deporte de la Junta de Andalucía, ha informado favorablemente del proyecto de obras de conservación de la arquería de la plaza de toros que discurre desde los arcos 44 al 66. Esta obra se corresponde con la tercera fase de obras de conservación de estas arquerías que forman parte de las construidas entre 1781 y 1785 donde se aplica el conocimiento adquirido en las ya numerosas actuaciones anteriores sobre esta construcción, como las realizadas entre 2013 y 2014, por lo que la intervención propuesta continúa con los mismos criterios para aprovechar la experiencia acumulada en las mismas aplicándolas a esta nueva fase.
Pero los albañiles no volverán a tomar el relevo de toreros y espectadores hasta la finalización de la temporada taurina como ya ocurrió en las dos primeras fases de esta nueva intervención restauradora en la plaza de toros. Llegado el otoño, el histórico coso volverá a cubrirse de andamios y grúas en la segunda fase de la ambiciosa rehabilitación de sus cubiertas que comenzó -sin comunicación previa- en otoño de 2015. El cuerpo nobiliario sí emitió una escueta nota en octubre de 2016 en la que precisaba el alcance de la segunda etapa de unos trabajos que, como es habitual, se adaptarán a los meses otoñales e invernales para no interferir en la actividad taurina.
Los tendidos afectados en esa segunda fase, que hemos visto rehabilitados por completo en la Feria de Abril, fueron los pares de Sombra -2 y 4- a los que se añadieron el 6 de Sol y Sombra y el 8 de Sol. Es decir, el espacio comprendido entre la Puerta del Príncipe y la llamada Puerta del Encierro que daba acceso a la antigua enfermería. El palco del Príncipe ha ejercido de eje de estas operaciones que en 2015 afectaron a los tendidos 1, 3 y 5: los impares de Sombra.
Pero este proceso no deja de ser un suma y sigue que completa el ambicioso programa acometido entre 2005 y 2011 bajo la dirección del arquitecto José Antonio Carbajal Navarro, que volverá a hacerse cargo de la dirección de unos trabajos que, previsiblemente, volverán a incluir el refuerzo de las columnas y las arcadas además del levantamiento y resane de las cubiertas de teja árabe a dos aguas que otorgan la inconfundible fisonomía al edificio.
No hace falta afirmar que esta nueva intervención seguirá siendo fiel al programa estético y a la naturaleza de los materiales constructivos de una plaza que obedece a un complejo proceso constructivo que, de alguna forma, permanece abierto desde el siglo XVIII hasta nuestros días. Eso ha permitido acometer varias reformas de calado en los últimos años sin que la impronta del inmueble, que debe su actual ADN a la reforma regionalista que firmó Aníbal González en vísperas de la exposición de 1929 varíe lo más mínimo.
De alguna forma se continúa así con la trascendental reforma de las gradas acometida entre el otoño de 2008 y el invierno de 2010. Esas operaciones redujeron el número de filas de las localidades cubiertas de toda la plaza adecuando la estética, la seguridad y la comodidad de los espectadores sin dejar de mirarse en el espejo que prestaba la historia material del propio edificio. Ése fue el tramo más complejo de una serie de trabajos iniciados en 2005 que incluyeron la reapertura de la antigua Puerta del Despejo para dar acceso a la nueva enfermería, trasladada de su anterior emplazamiento junto a la Puerta del Encierro para restituir una escalera perdida en el espacio liberado que -a su vez- fue empleado para ampliar el museo y albergar la impresionante colección de estampas taurinas que posee la Casa. El propio cuerpo nobiliario precisaba el año pasado que estas intervenciones “son totalmente financiadas por la Real Maestranza de Caballería de Sevilla y forman parte de la intensa, minuciosa y constante labor de conservación y mantenimiento que la Corporación realiza del monumento”. Hay que recordar que la plaza de la Real Maestranza de Sevilla es el resultado de un complejo proceso edificatorio comenzado en 1761 en el mismo lugar en el que se habían levantado los anteriores cosos efímeros. La arcada no se cerró hasta 1881 y los actuales tendidos de ladrillo datan de 1915.