La temporada de los toreros sevillanos: ¿un año de cambios?

Morante de la Puebla encara el vigésimo aniversario de su alternativa sin apearse del trono del toreo hispalense. ¿Se vislumbra algún posible sucesor?

17 oct 2016 / 08:20 h - Actualizado: 17 oct 2016 / 08:21 h.
"Morante de la Puebla"
  • El diestro cigarrero reina en solitario en el escalafón de los toreros sevillanos a pesar del desgaste de los años. / José Luis Montero
    El diestro cigarrero reina en solitario en el escalafón de los toreros sevillanos a pesar del desgaste de los años. / José Luis Montero
  • El Cid, que ha cambiado de apoderado, sigue liderando la estadística aunque ya se encuentra lejos de sus mejores fueros. / Efe
    El Cid, que ha cambiado de apoderado, sigue liderando la estadística aunque ya se encuentra lejos de sus mejores fueros. / Efe
  • Escribano, que quedó fuera del tablero por una dolorosa cornada, es el torero más sólido para ocupar sitio en las ferias. / Inma Flores
    Escribano, que quedó fuera del tablero por una dolorosa cornada, es el torero más sólido para ocupar sitio en las ferias. / Inma Flores
  • Javier Jiménez es el torero joven de mayor crédito. / Efe
    Javier Jiménez es el torero joven de mayor crédito. / Efe

Morante se sitúa en la copa de un árbol –el del toreo sevillano– que ha conocido veranos más frondosos. A pesar del lógico desgaste, e incluso de la propia irregularidad del diestro de La Puebla, su primacía se antoja aún inalcanzable para los toreros de cualquier estrato. El veterano matador cigarrero reina en solitario y ha dejado en el camino algunos matadores que llegaron a pulular por la primera fila sin lograr la definitiva vitola de figura. Otros intentaron el asalto sin lograr mantener lo que apuntaron y, definitivamente, hay un último puñado que tendrá muy difícil ponerse en la avanzadilla.

Morante ha toreado menos de lo que acostumbraba pero más de lo que pretendía. En total ha sumado 25 funciones y ha lucrado quince trofeos. Pero el análisis de su particular temporada no puede basarse en la estadística. Sí hay que apuntar que ha basado la campaña en la Maestranza y se ha negado a torear en Madrid, una plaza en la que no logró rebajar el peralte del ruedo que consideró condición inexcusable para fumarse la pipa de la paz con los Pagés. En Sevilla ha trazado cinco paseíllos en 2016 después de dos años de polémica ausencia. Y ha sido Sevilla, precisamente, la plaza que mejor le ha visto. Fue en el último toro que mató en Abril, un cuvillo que selló su reconciliación con la afición hispalense. El resto del año... para el gato.

La clase media

Después de mí nadie... tronó Guerrita en la cúspide de la férrea dictadura personal que marcó los últimos años del siglo XIX. Morante podría apuntarse a la misma sentencia del califa cordobés. Detrás del diestro de La Puebla se abre una ancha sima en la que revolotean, con distinta suerte y ambición, un puñado de toreros que se cruzan en sus caminos de ida y vuelta. Pero hay uno que tenía el salto preparado para confirmar su condición de torero imprescindible en las ferias. La depuración de su propio concepto, el hallazgo de nuevos registros y la capacidad de resolver cualquier situación se frenaron en seco en la plaza de Alicante. Hablamos de Manuel Escribano, que había protagonizado el suceso más importante de la última Feria de Abril al oficiar el indulto del famoso Cobradiezmos, el toro de Victorino Martín que se llevó todos los premios. Pero Manuel, con razón, se sintió ninguneado por los jurados. Después llegó San Isidro, que se puso cuesta arriba. En la feria de San Juan de Alicante le esperaba una corrida de Adolfo Martín. El matador de Gerena pudo torear a su segundo con la cadencia, el pulso y la expresión que viene persiguiendo desde hace tiempo pero el pitón del toro hizo presa en su ingle condenando al torero a una larga y dolorosa recuperación que aún no ha concluido.

Incluiremos en esta clase media, con serias opciones de salto, al valor más sólido de la cantera. Hablamos, una vez más, de Javier Jiménez. Comenzó el año puntuando y convenciendo en Sevilla pero tuvo que esperar a San Fermín para partirse –literalmente– la cara y las vértebras cervicales antes de volver a convencer a los profesionales. Fue en Málaga. A pesar de los tres avisos accidentales que escuchó ya no había marcha atrás. Su vida iba a cambiar, definitivamente, en una corrida agosteña de Madrid en la que sacó su mejor ser para abrir la puerta grande. La repercusión de ese triunfo, la desastrosa gestión de las bajas de Bilbao y la necesidad de completar la generación del cambio colocaron su nombre en el disparadero pero el joven matador de Espartinas no defraudó. Cogió algunas sustituciones –tampoco demasiadas– y se ganó con creces el hueco libre que había quedado en San Miguel. El toro más potable del decepcionante envío de Alcurrucén le permitió confirmar esas certezas. A Javier le quedaba aún un cartucho en Zaragoza. Una cornada inoportuna le ha dejado en el dique seco pero su nombre cotiza está cotizando al alza.

La clase media va apuntando a un extraño limbo en el que penan con distinta suerte El Cid y Daniel Luque. El de Salteras ha concluido la temporada 2016 licenciando a sus fieles Tornay y Ellauri, los apoderados que han marcado su carrera y, ojo, han logrado mantenerle vivo en la larguísima travesía del desierto que se inició en 2009. El Cid, que pasó como una sombra por la Feria de Abril, sí ha logrado acercarse a sus mejores fueros en algunas de las tardes de una temporada basada en cosos menores. El reencuentro definitivo llegó el 30 de julio en Santander, logrando el indulto de un toro de Adolfo Martín. Manuel se ha venido arriba pero el calendario juega en contra.

Dejamos aún en este estrato a Daniel Luque, que ha cubierto la temporada más oscura de su carrera. El matador de Gerena ha trufado varias excursiones americanas con una campaña europea de bajo perfil en la que sólo se ha asomado –sin suerte– a dos plazas de primera: Sevilla y Madrid. Su mayor triunfo llegó en otro escenario de categoría, el ruedo francés de Bayona pero su papel ha quedado desdibujado. Aún tiene juventud y condiciones para revocar esta situación. De él depende.

A partir de aquí encontramos un grupo de toreros que lograron rebasar los cinco contratos. Es el caso de Antonio Nazaré, que después de quedar fuera de Abril se encerró en solitario en Dos Hermanas indultando un excelente ejemplar de Torreandilla que le sirvió de tibio toque de atención. Sin suerte en Sevilla, y a pesar de tomar aire en El Puerto, a Borja Jiménez se le ha resistido el zambombazo que le hiciera cambiar de casillero. Algo parecido le ha ocurrido a Pepe Moral, que tampoco llegó a rentabilizar por completo la oreja que cortó a un toro de Torrestrella en la Feria de Abril. En esa línea, Esaú Fernández ha logrado mantener cierto crédito. Aún está a tiempo de saltar.

La situación ha sido mucho más complicada para Salvador Cortés u Oliva Soto, que han empatado a cuatro contratos. Pero se torna especialmente dramática en los casos de Agustín de Espartinas, Marco Antonio Gómez o Miguel Ángel Delgado que sólo han conseguido sumar dos corridas .

Una única función –reaparecido en la plaza de su pueblo– es la que cumplió el utrerano Luis Vilches y Lama de Góngora, esa malograda promesa que ahora vaga por México en busca del tiempo perdido.