Menú

Llegan las ferias de la vendimia

Con la uva madura se acerca el final de una dura campaña en la que han sobresalido dos nombres inesperados. Tenemos que decir adiós a los grandes toreros bajitos del Bombero y lamentar que La Puebla del Río podría quedarse sin su festival este año

05 sep 2017 / 12:04 h - Actualizado: 05 sep 2017 / 12:07 h.
"Toros"
  • Ponce se ha convertido en uno de los líderes indiscutibles de la campaña. Morante. / Fotos: Efe
    Ponce se ha convertido en uno de los líderes indiscutibles de la campaña. Morante. / Fotos: Efe

Reflexiones en torno al final de la temporada

Las vendimias tempranas anuncian que ha llegado el último tranco. La temporada se empapa de este sol espeso y septembrino a la vez que los toreros navegan a todo trapo en el mes más auténticamente taurino del año. Algunos coletudos parecen haber pulsado el acelerador con fuerza a la vez que las uvas granean en las cepas. Es el caso, absolutamente inédito, de Enrique Ponce. El valenciano está a punto de culminar la temporada número 28 de su carrera convertido en uno sus motores. Ponce y Ferrera son los dos grandes nombres propios de un año extraño en el que se sigue hablando más del acoso antitaurino que de los triunfos que encadenan los hombres de luces. Ahí está el caso de Perera, que muestra su mejor ser y estar en el tiempo de la cosecha. El extremeño suma y sigue en un trepidante fin de viaje que le rescata del purgatorio inicial. Pero se sigue hablando de los que no están. Si se da por hecho que Morante volverá con otra corte y otro año, cada vez se duda más de la prometida vuelta de Manzanares en la última mano de la partida. El invierno de los taurinos debería invitar a la reflexión después de comprobar que ciertas fórmulas se encuentran más que agotadas. La Fiesta corre el peligro de consumirse en sí misma mientras seguimos mirando de reojo la monserga abolicionista. La bajada del llamado IVA cultural habría sido una excelente oportunidad para guiñar el ojo a los públicos. Se ve mucho, muchísimo cemento en las plazas. Pero los toreros y empresarios, metidos en su propio mundo, siguen mirando para otro lado sin advertir que el mayor problema puede venir de la deserción de los nuestros.

Del adiós de la tropa menuda del ‘Bombero’

La noticia de la marcha del Bombero Torero ha refrescado los recuerdos de los que ya peinan alguna cana. El vetusto espectáculo taurino había desaparecido, en la práctica, de la programación de las ferias en las que antes era plato fijo. Su despedida es, posiblemente, una consecuencia natural de su falta de vigencia. Más allá de la dictadura de lo políticamente correcto -las banderillas y las espadas desaparecieron hace lustros de su escaleta- cabría preguntarse si el hilo del montaje ha sabido envejecer al ritmo que han marcado los tiempos. El Bombero, sus enanos y toda la tropa pertenecen a un tiempo que no sabemos si fue mejor aunque seguro que sí fue anterior. La troupe de la familia Celis ya es un trozo de la memoria sentimental de este país como el Teatro Chino de Manolita Chen o aquel Circo Ruso de Ángel Cristo que marcaban el paisaje de las fiestas de la piel de toro. No se pueden olvidar aquellos tiempos en los que llenaban plazas y salvaban empresas después de cubrir un centenar de funciones a uña de carretera. Antes que cómicos fueron toreros bajitos y merecen nuestro homenaje.

Cosas que se dicen en La Puebla y Ronda

Hay más cositas que contar y algunas se han escuchado en La Puebla del Río. El festival que idea, promueve y organiza Morante en el mes de octubre de cada dos años tiene todas las papeletas para quedarse en blanco en éste, que ya tocaba. La sorpresiva retirada del diestro cigarrero y las circunstancias que la han rodeado habría enfriado los ánimos a la hora de fajarse en su gestación, que suele seguir un guión atractivo y original: desde subir a caballo a toreros pedestres a juntar a matadores veteranos. Y hablando de Morante, se le vio bajo su sombrero de Panamá, fumando un inmenso veguero, en la Goyesca de Ronda. No hace falta decir que fue el escenario del adiós de Francisco Rivera, el segundo Paquirri. Vestía traje de majo guarnecido con el mismo terciopelo de las túnicas del Señor de las Tres Caídas, la devoción que ha marcado su vida. Su carrera taurina, trazada en dientes de sierra, ya está en la historia. Suerte al hombre.