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Toros

Los carteles de la Feria de Sevilla, a examen

La suma de figuras y toreros emergentes brindan un abono atractivo y equilibrado en el que se echan de más y menos algunos nombres que están en boca del aficionado

22 feb 2019 / 16:10 h - Actualizado: 22 feb 2019 / 16:12 h.
"Toros"
  • Acto de presentación celebrado esta mañana. Foto: Jesús Barrera.
    Acto de presentación celebrado esta mañana. Foto: Jesús Barrera.

El lujoso cartel del Domingo de Resurrección ya define la arquitectura del abono. El Juli, Manzanares y Roca Rey empatan a cuatro tardes; son las mismas que cumplirá Morante de la Puebla –que se quedó fuera de Pascua por sus cuitas televisivas- redondeando e ese póquer de ases que copa las fechas más lujosas y da carácter al abono sevillano. Los tres más veteranos llevan haciéndolo algunos lustros. Roca es el único aire fresco en muchos años. Hay que subrayar ese dato: el paladín limeño, definitivamente, asume el papel de primerísima figura preparando el terreno del asalto a cetro del toreo, que podría producirse en San Isidro después de afrontar los riesgos de ese sorteo parcial de carteles y ganaderías que ha dado alas a la verborrea de Simón Casas.

Pero hay que volver a Sevilla. “Después de mí, nadie”, tronó Guerrita desde su trono. La sentencia sigue siendo válida. Después de los ases de la baraja, está el resto de la tropa aunque, como en todo, también hay clases. La afición –no sabemos si el gran público también- tenía ganas de ver en la plaza de la Maestranza a toreros como Diego Urdiales. El papel del veterano diestro riojano –con más culto que contratos- se había vuelto a elevar a raíz del faenón del otoño madrileño. Su inclusión en el abono sevillano era justa y necesaria aunque su encaje en la corrida de Juan Pedro Domecq también ha implicado la salida de uno de sus inquilinos habituales, el maestro valenciano Enrique Ponce que ha quedado fuera –seguramente muy disgustado- de una feria en la que otras veces acudió a recoger cristales rotos.

El caso de Urdiales es parecido al de toreros revalorizados y en excelente momento como Emilio de Justo, un matador de excelente concepto que ha escapado del arroyo y se había ganado con creces un hueco en la programación maestrante. A Paco Ureña, por su parte, hay que ubicarlo en este estrato y aunque su estado de fondo y forma aún es una incógnita después del tremendo percance que le frenó en seco en Albacete. El murciano ha tenido que soportar la pérdida de la visión de un ojo primero y la recentísima extirpación del propio globo ocular después. Se le espera...

Hay más toreros ilusionantes que han encajado en el cuadrante de la empresa Pagés. A la cabeza de ellos podemos situar a Pablo Aguado, que ha logrado colocarse en el punto de mira del aficionado y los profesionales a pesar de lo poco que ha toreado. Aguado también está puesto en Valencia y después acudirá a Madrid. Son tres puntos de apoyo en los que podría cimentar su definitivo salto a las ferias. La oportunidad es de oro. Debe aprovecharla. También hay buenas vibraciones con un joven matador por ver como el toledano Álvaro Lorenzo; y ganas de comprobar si Ginés Marín se ha despertado de la larguísima siesta de la pasada campaña. Ojo: en este nivel se echa muy de menos a Juan Ortega, un sevillano que se destapó en la corrida de la Paloma de Madrid que habría caído de pie en cualquiera de las combinaciones. La apuesta habría merecido la pena.