Los límites a la suerte suprema dividen a la Junta y los profesionales

Dentro de las propuestas más contestadas por los toreros se incluyen la supresión de las banderillas negras o la reducción del número de subalternos en novilladas que se celebren en las plazas de tercera categoría

16 oct 2017 / 08:00 h - Actualizado: 16 oct 2017 / 08:00 h.
"Toros"
  • Gran estocada de José María Manzanares en la feria de la Vendimia de Nimes en 2012. / El Correo
    Gran estocada de José María Manzanares en la feria de la Vendimia de Nimes en 2012. / El Correo
  • Los toros podrían entrar dos veces al caballo en plazas de segunda. / A. D–R.
    Los toros podrían entrar dos veces al caballo en plazas de segunda. / A. D–R.

La posibilidad de poner algunos límites al número de agresiones con espada y descabello es, indudablemente, la apuesta más arriesgada de la Junta de Andalucia. También es la que ha encontrado mayor contestación en el sector y, de alguna manera, eclipsa la verdadera trascendencia de un texto que podría suponer un avance para la renovación organizativa del espectáculo, que es la verdadera tara que lastra al sector. ¿Qué propone la Junta? Que el torero sólo pueda entrar a matar cinco veces en una corrida de toros y siete en el resto de espectáculos. Superado ese número tendrán que emplear el descabello que los presidentes quieren limitar en cuatro agresiones.

Los matadores no aceptan estas medidas y reivindican su potestad de usar espada o descabello, sin límites ni cortapisas, en función de las condiciones de la res aunque el estoque no hubiera quedado clavado en el primer intento. Los ganaderos van más allá y aportan una interesante –y lógica– apreciación al denunciar que esos límites sólo conseguirían dejar a un animal malherido, expuesto al público y enfrentado a las dificultades de devolverlo a los corrales. Al final sólo se conseguiría aumentar su sufrimiento de forma innecesaria.

Voces autorizadas precisan que esas novedades tienen escasos visos de salir adelante. Es el caso de la supresión de las banderillas negras –empleadas para castigar a los toros mansos– que se pretenden suplir por un cuarto par de rehiletes ordinarios. Los profesionales, como en el caso de la suerte suprema, niegan la mayor. Esa negativa también se hace extensiva y rotunda –y hasta vehemente– en el caso de la reducción de los efectivos de las cuadrillas en los cosos menores –un picador y dos banderilleros frente a los dos jinetes y tres peones obligatorios hasta ahora– aunque los matadores aceptarían la novedad siempre y cuando se hiciera extensiva al recorte de los gastos que lastran el espectáculo. Se refieren a los costes de cobertura médica, los honorarios de veterinarios, las tasas administrativas... que también envenenan los sueños de los empresarios que, por una sola vez y sin que sirva de precedente, hacen causa común con los matadores en este punto.

La reforma de la suerte de varas también es objeto de controversia. Los toreros no quieren aceptar que los toros entren dos veces al caballo en las plazas de segunda categoría. Los ganaderos se ponen de perfil y los matadores van más allá solicitando ser ellos mismos –asumiendo las funciones actuales de la presidencia– los que decidan las veces que deba entrar el toro a la montura en función de sus condiciones.

Pero hay más propuestas, como las que podrían afectar a la concesión de trofeos. Hay cierto consenso para limitar el tamaño del despojo pero discrepancias para calibrar las salidas a hombros. Los toreros quieren que se verifiquen con dos orejas en el cómputo global y los presidentes quieren mantener el doble trofeo de una res en plazas de primera. El proceso permanece abierto. Habrá novedades...