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Manzanares: entre el arte y el trabajo

Especial matadores (VI): El matador alicantino se mantiene en la primera línea a pesar de las discusiones sobre su auténtico ser y estar. En cualquier caso, logró elevar su crédito en el fin de temporada

15 dic 2018 / 09:53 h - Actualizado: 15 dic 2018 / 09:56 h.
"Toros"
  • El diestro José María Manzanares.
    El diestro José María Manzanares.

José María Manzanares es una gran figura del toreo. Eso es innegable. Y su presencia, junto a otros primeros tenores como El Juli y Morante –y ojo, también Roca Rey- sigue siendo el mascaron de proa del gran circuito a pesar del evidente desgaste profesional y taquillero de la primera fila más longeva de la historia. Su sentido de la profesionalidad le ha permitido seguir navegando sin apearse de cierta regularidad triunfal por las ferias. Pero el aficionado sabe que el matador alicantino está lejos de su propio techo, ese que alcanzó en sus mejores años sevillanos o reeditó en la ya mítica faena al toro ‘Dalia’, el toro de Victoriano del Río que le permitió rozar la gloria con los dedos en la Beneficencia madrileña de 2016.

La pregunta sigue flotando en el aire en las últimas temporadas. ¿Qué le pasa a Manzanares? ¿Por qué no vuelve a su mejor ser y estar? ¿Qué le impide recobrar ese sentido de la expresión que electrizó a los públicos en un lustro prodigioso? Daremos un repaso a su temporada 2018 sin encontrar demasiadas respuestas. El torero pasó por Castellón –con doble sesión-, Illescas y Valencia antes de recalar a orillas del Guadalquivir. Conviene detenerse especialmente en su paso por la plaza de la Maestranza, que le vio asomarse hasta cuatro tardes divididas entre su cita habitual del Domingo de Resurrección, los dos compromisos abrileños y el postrer pase de la feria de San Miguel que, entonces sí, le vio acercarse a sus mejores fueros.

Pero conviene ir por partes: en Pascua, con los de Victoriano del Río, no tuvo toros y cobró una dura voltereta. Con los farolillos encendidos le esperaban sus ‘cuvillos’. Sorteó el mejor ejemplar del envío de los campos de Vejer y logró cuajar una gran faena en la que volvió a dar la impresión de dejarse algo dentro a pesar de las dos orejas que cortó. Aún tenía que estoquear la corrida de Juan Pedro Domecq de la que se llevó el único trofeo. Rescatamos un párrafo de la crónica publicada al día siguiente en El Correo de Andalucía que resume perfectamente el paso del alicantino por el ciclo abrileño: “Josemari se marcha a Levante con tres orejas en la talega y la categoría de segundo triunfador numérico del ciclo pero en sus tres actuaciones se ha echado de menos una alegría interior; tensión, pulso, el auténtico ser y estar del mismo torero que rindió esta plaza, no hace tanto... Ayer volvía a llevarse la bola premiada, el mejor ‘juampedro’ de un decepcionante envío...”. Tendríamos que esperar a septiembre para recuperar lo mejor del ‘Manzana’.

No adelantaremos acontecimientos. Después de Sevilla, Manzanares aterrizó en Jerez amparando la despedida de Padilla y el falso retorno de Morante. Y no pasó nada... En cualquier caso no se puede negar que, sin dar el do de pecho, el alicantino sí mostró una encomiable regularidad profesional que le llevó a pasar puntuando por Valladolid; cortar una oreja en Las Ventas o anotarse las salidas a hombros continuadas de Granada, Sanlúcar de Barrameda, Alicante, León, Burgos, Segovia y Roquetas de Mar. Pero el final de julio se atascó y sólo recuperó la senda del triunfo en su segunda tarde de El Puerto, en la que cortó una oreja. La crónica de El Correo, que estuvo en Huelva por las Colombinas, nos sirve de nueva radiografía del estado interior del alicantino en un año de grisallas: “tuvo que esperar al quinto para estirarse con el capote y mecerse, por fin, en una faena de buen trazo pero lejos de su propia calidad. Hubo más profesionalidad que entrega; más compostura que expresión y sentimiento por más que éste o aquel muletazo evocara sus mejores fueros. La espada, esta vez, encalló. La pregunta volvía a ser recurrente: ¿Qué le pasa a Manzanares?”.

La cuestión seguía coleando en torno a la puesta en escena y el auténtico aliento interior de Josemari que, eso sí, se anotó un importante triunfo de tres orejas en Ciudad Real la tarde del 19 de agosto, pasando en blanco en un nuevo doble pase –es de los toreros que más han reincidido en las ferias- por la trascendental y declinante Semana Grande de Bilbao. Sí hubo puertas grandes en Antequera, Linares, San Sebastián de los Reyes y Valladolid antes de un nuevo parón orejero que no eclipsó los comentarios de los profesionales que empezaban a apuntar a una recuperación de su auténtico pulso.

Y en estas, con la temporada casi amortizada, el Manzana volvió a la plaza de la Maestranza para cumplir su cuarto compromiso, oficiando de testigo de la alternativa de Alfonso Cadaval en el segundo pase de Morante, que había demorado hasta otoño su reencuentro con la afición sevillna. Manzanares, ésa es la verdad, estuvo cerca, cerquísima de abrir la Puerta del Príncipe. Había cortado la oreja de su primer toro de Juan Pedro Domecq, que lidió un gran encierro. Y tenía las dos en las manos cuando entró a matar al quinto. Pero su proverbial espada se encasquilló esta vez. Pero más allá de esas orejas que se quedaron sin cortar quedó la sensación de encontrarnos ante un torero renovado que, sin alcanzar su auténtico y más lejano techo, volvía a parecerse a sí mismo. La crónica publicada por la agencia EFE narraba que Josemari “se había acercado a su mejor ser y estar en esta plaza (la de Sevilla) en el confín de una temporada decepcionante que necesitaba un broche a la altura de la trayectoria del propio matador”. Sólo quedaba un contrato en la agenda. Era en Zaragoza, acompañando a Padilla en su despedida española sin saber que también estaba testificando la inesperada retirada de Alejandro Talavante. Manzanares volvió a puntuar en la estadística –cortó sendas orejas a los toros de Cuvillo- y volvió a torear con calidad pero sin romperse la camisa. ¿Con qué torero nos quedamos? ¿Qué le pasa a Manzanares?

LA TEMPORADA EN DATOS

José María Manzanares ha quedado el tercero del escalafón de matadores en la temporada 2018. Ha toreado un total de 47 corridas de toros en ruedos europeos en las que ha llegado a cortar un total de 43 orejas a las 94 reses que lidió. 17 de esas actuaciones los contrató en plazas de primera categoría y 24 en las de segunda. El resto, sólo seis, fueron en ruedos de tercera. Hay que recordar que 9 de los trofeos logrados fueron en plaza de primera y 25 en las de segunda.