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Más frío que nueces en el estreno de las nocturnas

La entrega de Calerito se estrelló con el peor lote del envío de Dolores Rufino. Pacheco apuntó sin redondear aunque brilló con la espada. Muñoz, sin recursos ni preparación, quedó en evidencia

08 jun 2018 / 09:42 h - Actualizado: 08 jun 2018 / 16:23 h.
"Toros"
  • Miguel Ángel Pacheco pasa sobre la mano derecha a su primer enemigo. / Manuel Gómez
    Miguel Ángel Pacheco pasa sobre la mano derecha a su primer enemigo. / Manuel Gómez
  •  Jesús Muñoz, que no tuvo su día, manejando el capote. / Manuel Gómez
    Jesús Muñoz, que no tuvo su día, manejando el capote. / Manuel Gómez
  • Calerito gallea por chicuelinas para llevar al novillo al caballo.. / Manuel Gómez
    Calerito gallea por chicuelinas para llevar al novillo al caballo.. / Manuel Gómez

¿Quién podía atisbar esta extraña glaciación en clave hispalense cuando se presentaron los carteles a comienzos de febrero? El tiempo, cuatro meses después, es casi idéntico y el horario nocturno –y glacial- se notó en el bajón ambiental experimentado en una novillada que, en circunstancias normales, se habría vivido con abanicos y calor canicular.

Y el caso es que en el escurrido encierro de Dolores Rufino, que no fue para tirar ningún cohete, hubo de casi todo aunque el mal reparto de los lotes dejó casi sin opciones al novillero que salió más sincera y firmemente resulto a triunfar: Calerito. El joven torero de Aznacóllar ya ha dejado atrás esa imagen candorosa de niño prodigio. Mejor.

Ahora es muchacho hecho y derecho que se fue como un meteoro a la puerta de chiqueros a recibir a su primer enemigo. Juan Pedro lo bordó con el capote pero la cosa no iría a mayores. Sobró la lidia estropajosa y el exceso de capa para satisfacer a ciertos aficionados demagógicos empeñados en dejar muy largos a los novillos en el caballo. Pero Calerito se puso en el sitio de torear, haciendo las cosas bien y con firmeza, mucho mejor que el escaso estilo y la nula entrega de un utrero al que pudo arrancar algún natural de mérito. Esa buena actitud le llevó a repetir la suerte con el sexto que fue, con mucho, el peor de los de Rufino. Lo mejor fue el emocionante tercio de varas protagonizado por Expósito pero el animal, un auténtico mulo embrutecido, no tenía un pase. Menos mal que entró la espada...

Mucha más opciones de triunfo manejo el veterano novillero linense Miguel Ángel Pacheco, que pechó en primer lugar con un ejemplar que rompió a bueno a pesar de romperse un pitón, el izquierdo, en el segundo tercio. Todo lo quiso por el otro lado aunque el estimable comienzo del novillero de La Línea se vino abajo después de dos buenas tandas en las que acertó a ligar, templar y dejarla puesta, rematando con personales pases de pecho de hombrillo a hombrillo. Cuando se puso por el izquierdo se vino todo abajo. Con el manejable cuarto se mostró entregado y compuesto pero también algo mecánico en una faena que acabó amontonando pases. Eso sí, lo arregló todo con una contundente estocada que tumbó al novillo sin puntilla. El espadazo y las voces de un grupo de fieles le animaron a dar una vuelta al ruedo de escasos argumentos.

Jesús Muñoz, por su parte, estrelló su verdor y falta de recursos con la noble condición del segundo, que puso en evidencia su escaso oficio. Le quedaba el quinto, un ejemplar bronco e informal, que le brindó menos opciones aunque tampoco fue capaz de concretar nada. Le habría venido mejor quedarse en casa.


Ficha del festejo

Se lidiaron seis novillos de Dolores Rufino, correctamente presentados. El primero, que se rompió un pitón, tuvo mucho que torear por el derecho; el segundo resultó noble y algo soso; deslucido el tercero; se dejó el cuarto; desordenado y reservón el quinto y de muy mal juego el sexto.

Miguel Ángel Pacheco, silencio tras aviso y vuelta por su cuenta tras aviso

Jesús Muñoz, silencio tras aviso y silencio

Juan Pedro García ‘Calerito’, ovación y silencio tras aviso

La plaza registró menos de media entrada en noche desapacible. Se guardó un minuto de silencio en memoria del aficionado Manuel Lozano que, a sus 95 años, era el abonado más antiguo del coso maestrante. Destacó José María Expósito picando al sexto.