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Actualizado: 06 jun 2018 / 08:58 h.
  • Monumental: el derribo de un sueño
    Aspecto interior de la plaza Monumental de Sevilla, un edificio pionero de hormigón armado que contaba con 23.000 localidades. / Archivo A.R.M.
  • Monumental: el derribo de un sueño
    La reina Victoria Eugenia, en el palco regio de la Monumental en 1920.
  • Monumental: el derribo de un sueño
    Imagen el hundimiento del coso en 1917 publicada en ‘Mundo Gráfico’.

Un exiguo resto arquitectónico marca aún el emplazamiento de aquel inmenso recinto de hormigón armado que no sobrevivió a su inspirador. Se trata de una de las puertas laterales de la cerca exterior de la plaza. Se levanta, cubierta de cal y ocre, en la acera de la actual avenida de Eduardo Dato. No deja de ser, como la cercana planta de la Basílica de la Milagrosa de Aníbal González, una reliquia marchita de la Sevilla que pudo ser y no fue... Hablamos de la efímera plaza de toros Monumental que inspiró Joselito El Gallo. Su vida fue corta pero su historia merece ser contada.

Los arquitectos Fidel y Julio Carrasco y Carmen del Castillo son los autores de un libro definitivo que rescata la memoria del efímero coso. Plaza de toros Monumental de Sevilla. La dignidad de un proyecto es el título de esta monografía que se presentará esta tarde en el Ateneo. Se promete la presencia del mismísimo Morante...

Joselito fue el gran impulsor de los cosos monumentales. Se buscaba acercar el toro a un mayor número de espectadores y abaratar las entradas. José se alió con Julio Lissén, promotor del proyecto, que escogió al arquitecto bilbaíno Francisco Urcola para firmar unos planos que acabó dirigiendo el sevillano José Espiau. Se trataba de un edificio pionero, realizado en de hormigón armado, que comenzó a construirse en 1916 sin renunciar a la atmósfera estética del regionalismo que cambia la piel de la ciudad en vísperas de la exposición del 29. Las obras no estarían exentas de problemas y contratiempos. El primer hundimiento lo provocó un temporal al poco de comenzar los trabajos. Pero la alarma se pulsó al año siguiente después del catastrófico resultado de las preceptivas pruebas de carga. Fueron realizadas en la primavera de 1917 y provocaron el hundimiento de gran parte de los graderíos. Se habló de rigor excesivo en las procedimientos; de problemas en los materiales y hasta de excesivas prisas...

La plaza, finalmente, pudo ser inaugurada el 6 de junio de 1918, hace hoy justo cien años. Joselito, no podía ser menos, encabezaba aquel cartel en el que también figuraban los nombres de Curro Posada y Fortuna, que estoquearon toros de Contreras. El coso no se llenó pero la temporada alcanzó la cifra de 25 festejos.

Al año siguiente llegaron las primeras curvas. En 1919 se organizaron dos Ferias de Abril paralelas con dos empresas operando y compitiendo por separado en la Monumental y la Maestranza. Se llegó a dar el hecho insólito de celebrar dos alternativas casi simultáneas en la tarde del 28 de septiembre. Fueron las de Chicuelo, otorgada por Belmonte en el Baratillo; y la de Juan Luis de la Rosa, que concedió Gallito en la Huerta del Rey. Uno y otro coloso, de alguna manera, se convierten en los mascarones de proa de cada plaza. Los datos son reveladores. Gallito encabezó los carteles de diez de las once corridas organizadas en la Monumental en 1919. Aún le quedaron ganas para organizar un festival otoñal para la Macarena. En la plaza de la Maestranza se habían montado diez corridas. En nueve de ellas estuvo presente Belmonte. Pero las cosas cambiaron en 1920, la última temporada activa de la Monumental. Los vericuetos de la política taurina pusieron a ambas plazas bajo la misma batuta empresarial. En ese caldo se cuece la coincidencia de José y Juan en el nuevo coso en la tarde del 22 de abril de 1920, alternando con Chicuelo. Repetirían al día siguiente delante de la reina de España que también se subiría al Palco Real de la Real Maestranza para asistir a la última tarde que compartieron ambos ases en Sevilla. Fue el 28 de abril, mano a mano, y con los toros de Guadalest. Sólo les quedaban seis paseíllos juntos...

La Monumental no sobrevivió a Joselito. Clausurada en 1921, aún tuvo que esperar hasta 1930 para ser condenada por la piqueta. Su arquitecto, Francisco Urcola, retomó sus planos en 1921 para poner en pie la plaza de Pamplona, hermana chica de ese efímero coso que se marchitó con la vida de José.