Morante de la Puebla sigue estrechando los lazos que le unen a la Hermandad del Baratillo, de la que es hermano y nazareno en la tarde del Miércoles Santo. Un sencillo acto celebrado ayer en el recoleto templo de la cofradía sirvió para que el diestro cigarrero entregara el vestido verde lago y oro que lució en la tarde del 15 de abril de la pasada Feria.
Aquel día, el torero cortó dos orejas a un excelente ejemplar de Núñez del Cuvillo cuajando la que, seguramente, fue la faena de mayor diapasón artístico de todo el ciclo abrileño. Ese trasteo implicó, además, la reconciliación definitiva del diestro de la Puebla con la afición sevillana después de dos temporadas de ausencia por desavenencias con la empresa Pagés.
El título de la crónica publicada en El Correo de Andalucía hablaba de Diez minutos en la corte celestial. La reseña aludía al toreo de Morante como “caricia, expresión, delicadeza, sentido del ritmo, compás...”. El torero no logró abrir la Puerta del Príncipe pero fue sacado a hombros de la plaza y llevado de esa guisa hasta el hotel por los aficionados.
Pero el gesto de ayer no ha sido el único que ha tenido Morante con la hermandad de la calle Adriano. El torero emuló a los antiguos matadores y sorprendió a propios y extraños dirigiéndose a pie, vestido de torero, y acompañado de su cuadrilla al completo, a rezar a la capilla del Baratillo en los previos de todas y cada una de las tardes en las que actuó esta temporada en la plaza de la Real Maestranza.