Morante y La Maestranza: de las idas y venidas

El diestro de La Puebla ha protagonizado una historia intermitente en la plaza que más le ha esperado. Después de su tibio paso por la feria de San Miguel le espera un novillo de Miura en el festival organizado por la Hermandad de la Macarena

08 oct 2018 / 15:49 h - Actualizado: 08 oct 2018 / 16:04 h.
"Morante de la Puebla"
  •  El torero de La Puebla del Río / Joserra Lozano
    El torero de La Puebla del Río / Joserra Lozano

La historia taurina de Morante en la plaza de la Maestranza es larga y discontinua; no siempre triunfal pero, eso sí, continuamente expectante. El torero de La Puebla del Río -que dejó pasar en blanco la pasada Feria de Abril después de la brevísima retirada de 2017- ha culminado por ahora esa tortuosa relación actuando dos tardes en la recentísima Feria de San Miguel. Sus esfuerzos fueron baldíos pero escoció, y mucho, el podrido encierro de Matilla que escogió para el primer compromiso. En el segundo, con toros de Juan Pedro Domecq, pechó con el peor lote de una corrida en la que hubo hasta cuatro toros aprovechables. Por unas cosas o por otras, el diestro cigarrero ha vuelto a pasar en blanco la plaza por la que más suspira, la que más le espera. Atrás quedaron los detalles, los chispazos luminosos de su capote arqueológico, el ser y estar naturalmente torero... pero lejos, muy lejos del triunfo.

Conviene retroceder en el tiempo. El matador cigarrero ya ha cumplido veintidós años desde su presentación como novillero en Sevilla, un 10 de abril de 1996, en el que las cosas rodaron bien. Pero, como en una predestinación de los tiempos que estaban por venir, en 1997 no se arregló con los Pagés para tomar la alternativa en Sevilla aunque sí llegó a torear dos novilladas -con el corte de otra oreja- antes de tomar la alternativa en Burgos de manos de César Rincón y en presencia de Fernando Cepeda.

En 1998 llegó su debut como matador de toros y los resultados fueron positivos. Morante hizo el paseíllo descubierto en medio de Pepe Luis Vázquez y Javier Conde un 21 de abril. Cortó dos orejas al sexto ejemplar de Gavira. El diestro aún lograría un tercer trofeo de un ejemplar de Cuvillo el día que testificó la alternativa de Luis Mariscal sustituyendo a Jesulín. Hubo una cuarta oreja de un toro de Torrestrella que marcó la diferencia y le convirtió en triunfador indiscutible de aquel ciclo.

Pero Morante iba a escalar al año siguiente la que -hasta ahora- es su cumbre en la plaza de la Maestranza. El torero de La Puebla abrió la Puerta del Príncipe en 1999 después de cortar, pletórico, tres orejas a un encierro de Guadalest. En su segundo compromiso -con Mora y José Tomás- se marchó de vacío pero dejó preparado el terreno para el siguiente año. Tenía que ser el de su definitiva elevación a la cima. Pero la suerte no iba a acompañar. La Feria de Abril de 2000 la había organizado Diodoro Canorea pero falleció sin poder verla, siendo sustituido al frente de la empresa por su hijo Eduardo y su yerno Ramón Valencia. Morante, que había firmado anteriormente una millonaria exclusiva con el recordado empresario manchego, estaba anunciado tres tardes.

No hubo trofeos en Resurrección pero el 29 de abril, acartelado con el viejo Manzanares y Francisco Rivera Ordóñez le cortó dos orejas de mucho peso a su primer ejemplar de Victoriano del Río. Volvería a salir a por todas con el sexto, que le propinó una tremenda cornada cuando trataba de iniciar la faena con el clásico ‘cartucho de pescao’. Morante quedó malherido y la Feria, montada en torno a su figura y su consagración, se resintió también. A partir de ahí, la exclusiva con los Pagés también iba a quedar rota. Pero hubo más: aquel mismo año se produjo la caída sucesiva en los carteles previstos para la Feria de San Miguel de Curro Romero, Manzanares padre, Emilio Muñoz, Rivera Ordóñez y el propio Morante que, como Romero, se excusó a través de un parte facultativo presentado el mismo día del festejo. Después de la gran polémica creada, los dos artistas quisieron amortiguar el mal sabor de boca creado ante la afición sevillana actuando en un festival a beneficio de Andex pero los nuevos gestores de la plaza –Eduardo Canorea y Ramón Valencia- desestimaron el evento, que finalmente se celebró en La Algaba. Fue la última vez que Curro toreó en público.

La retirada de Romero sólo fue un paso natural ante los nuevos tiempos que se vivían en la empresa y la dictadura del calendario. Pero aquel incidente suponía el comienzo de los continuos desencuentros entre los nuevos gestores de Pagés y Morante, que sí toreó dos corridas en la temporada 2001 de la mano del histórico apoderado Manolo Camará con resultados discretos.

El diestro cigarrero quedó fuera de la feria de 2002 sin que faltaran declaraciones polémicas. Quería tres tardes y la empresa ofreció dos. No hubo acuerdo pero en 2003 volvió a anunciarse en la plaza de la Maestranza para anotarse una solitaria oreja de un toro de Manolo González. La definitiva ruptura estaba por llegar. Morante se ofreció a estoquear seis toros en solitario el 12 de octubre pero las negociaciones se atascaron en torno al ganado a lidiar. El torero se llevó su empeño a Jerez de la Frontera y logró triunfar por todo lo alto pero el enfrentamiento con Valencia y Canorea, que acusaron el golpe, ya era un hecho.

Después de romper las negociaciones para actuar en 2004, volvió a desafiar a los empresarios anunciándose con seis toros en Madrid por Resurrección. No hubo triunfo pero sí retirada, forzada por unos graves problemas psiquiátricos que le obligaron a tratarse en Miami. Repuesto, sí toreó en Sevilla en 2005 en una única tarde resuelta con ovaciones. Las cosas se normalizaron en 2006: colocado en Pascua, sumó dos contratos más en el ciclo sin que pasara nada especial. En 2007 afrontó la campaña de la mano de Rafael de Paula. Cortó dos orejas después de cuajar una emocionante faena a un toro de Cuvillo el mismo día que Talavante abrió la Puerta del Príncipe. Después de encerrarse en solitario en Madrid volvió a eclipsarse temporalmente dejando rota, de paso, la imposible relación profesional con Paula.

2008 estuvo marcado por las suspensiones forzadas por las lluvias torrenciales. Morante sólo pudo cumplir una tarde en la que, muy arrebatado, arrancó una recordada y desgarrada faena a un toro de Parladé. La segunda tarde contratada, la más esperada del ciclo, fue suspendida por el agua que no dejó de caer en aquella Feria de Abril. En 2009 llegó a cumplir cinco paseíllos. Logró volar a gran altura con un soso y remiso toro de Juan Pedro Domecq al que acabó toreando a placer. Pero el diestro de la Puebla ya había roto todos los esquemas manejando el capote, engaño con el que brilló en medio de la decepcionante tarde de los ‘victorinos’, que afrontó mano a mano con El Cid. Ese año también había arrancado una costosa oreja de un espeso toro de Jandilla.

Algo había cambiado y aunque la feria de 2010 se la llevó El Juli -también Manzanares- el diestro de La Puebla logró renovar su romance con el coso sevillano después de actuar el Domingo de Resurrección. También lograría revelar su raza de torero peleándose con un complicado e incierto sobrero de Javier Molina. Pero llegó 2011: fue el año del indulto de ‘Arrojado’, el toro de Núñez del Cuvillo inmortalizado por José María Manzanares; El Juli cortó cinco orejas y abrió la Puerta del Príncipe. Y Morante sólo logró salvar los muebles gracias a fogonazos sueltos que no impidieron que saliera de puntillas de la Feria de Abril. La feria de 2012 seguía bajo el efecto Manzanares, que se llevó cinco orejas y dio un recital. Los problemas por los derechos de televisión ya había dejado fuera a Perera y El Juli. Morante, que empezaba a palpar la impaciencia de la afición Sevilla, no pasó de unos quites de perdón aunque había esbozado algunas esperanzas esforzándose a tope el Domingo de Pascua.

La Feria de 2013 volvía a gravitar sobre el torero de La Puebla, El Juli -que cayó gravemente herido- y Manzanares. Juntos abrieron el abono en Resurrección, una sola tarde que sirvió al madrileño para convertirse en triunfador del ciclo. Morante no tuvo toros a modo ese año. Sus recitales capoteros -incluyendo una histórica media- fueron cumbres de un ciclo en el que dejó una faena incompleta a un toro de Cuvillo.

Pero Morante estaría ausente de la plaza de la Maestranza en las temporadas de 2014 y 2015. El diestro de La Puebla se sumó al sonoro plante de las primeras figuras del toreo –el denominado G-5- que siguió a las abruptas declaraciones de Eduardo Canorea en las que acusó a los toreros de “estar en la parra” y envió a José Tomás “al Senegal”. Los sucesivos intentos de la empresa para acercar posturas sólo se resolvieron con la salida de Eduardo Canorea del organigrama de los Pagés. Y así, en 2016 se anunció a bombo y platillo la vuelta del torero al coso maestrante.

Morante logró destaparse en la cuarta de las cinco tardes que había contratado después de escuchar los tres avisos en Resurrección. Tuvo que esperar el octavo y último toro que mataba en la Feria para lograr una de sus mejores obras en Sevilla con un dulce ejemplar de Cuvillo. Desgraciadamente volvería a estrellarse en septiembre ante la decepcionante corrida de Alcurrucén. En 2017 cumplió su última Feria de Abril y los resultados fueron discretos. El próximo viernes le espera un novillo de Miura en el festival que ha organizado la Hermandad de la Macarena. Se lo contaremos.