La feria de Fallas de 2019 está a punto de entrar en la historia. El repaso a la cuenta de resultados del ciclo valenciano arroja distintos titulares. El más cercano en el tiempo es el juego del excepcional toro ‘Horroroso’ de Jandilla y la polémica sobre la procedencia de su indulto. En lo que sí hay práctica unanimidad es en el tono funcionarial de la faena de su matador, Sebastián Castella, que hace gala de un asombroso instinto de supervivencia en las ferias inversamente proporcional al interés que despierta su nombre. Lo dejamos ahí. Si seguimos retrocediendo en el tiempo encontramos el improvisado mano a mano –por la convalecencia de Manzanares- que sirvió de escenario de la reaparición de Paco Ureña. El murciano cortó una oreja, recibió el aliento del público y de su compañero Enrique Ponce para cubrir el primer capítulo de una temporada que será tan dura como emocionante. Se merece lo mejor. Pero hay que seguir este viaje inverso para encontrar la verdadera traca de las Fallas y el primer bombazo de la temporada: fue el incontestable triunfo de Roca Rey, que borró del mapa a un Juli pintado en grisallas y al toricantano Chover. También hubo salida a hombros, con menor tono y dimensión, de Alberto López Simón en una tarde que también fue feliz para El Fandi. Ya les contamos que el primero el golpear fue Chacón. Y no, no se nos olvida la valiosa oreja que cortó Pablo Aguado reivindicando el sentido más clásico y natural del toreo y un infrecuente sentido de la medida. El matador sevillano sigue dando pasos seguros. Todo llegará. El toreo, a partir de ahora, ya mira a Sevilla...
Bombos y platillos
Y después de Sevilla, casi sin solución de continuidad, llegará el interminable serial madrileño. Serán 34 días consecutivos de toros en los que costará suplir la falta de los tres tenores de los últimos años. Hablamos de Morante, El Juli y Manzanares, que han decidido dar un paso atrás en rechazo al famoso bombo que nos ha tenido tan entretenidos en los últimos coletazos del invierno taurino. Pero las bolas de Casas –con perdón- sólo han servido para eso: para dar que hablar y cubrir de humo la verdadera realidad: las combinaciones isidriles que empiezan a circular por ahí no convencen a nadie. Su autor, el ínclito productor francés, las envolverá de su fluida verborrea pero la verdad definitiva es que, más allá del sorpresivo binomio Roca Rey-Adolfo Martín, el sorteo parcial de ciertos toreros y algunas ganaderías sólo ha sido un divertido maquillaje y una jugada perfecta para alegrar las pajarillas de los más demagogos y ahorrarse la pastora que habrían pedido los viejos generales. El controvertido sorteo de reses y coletas ya le había resuelto con éxito la gestación y el desarrollo de la última Feria de Otoño pero su reedición en San Isidro tenía que haber estado acompañada de una mayor apuesta. Se trata de poner en pie la larguísima espina dorsal de un ciclo que necesita ver y repetir a nombres de mayores kilates. Veremos qué tal responde el público más allá de las tardes más determinantes. Ahí es donde realmente se la juega Simón Casas en su afán de equilibrar el altísimo canon que le sirvió para asaltar el castillo de Las Ventas. A ver cuánto aguanta en el empeño...
Más cosas que contar
En la semana taurina que se fue también se habló del cambio de fechas de la tradicional corrida Goyesca de Ronda. Francisco Rivera Ordóñez, su custodio y empresario, necesitaba adelantar la celebración del evento una semana para poder cerrar el cartel que había preparado. Hablamos de un atractivo vis a vis entre Morante de la Puebla y Roca Rey que promete abarrotar la vieja Maestranza de piedra reivindicando su sentido taurino por encima de la deriva social que había tomado en los últimos lustros. La Goyesca puede y debe ser escenario de esos acontecimientos que no están reñidos con el escaparate social que, ésa es la verdad, tampoco es ya el que era. Pero más allá de la breve polvareda que ha levantado en la política local hay que recordar que la Goyesca de Ronda es un fin en sí misma. La feria de Pedro Romero es su tradicional molde temporal pero el festejo taurino y la diversión de los rondeños caminan por separado. El deslumbrante acontecimiento que forjó el inmortal Antonio Ordóñez tiene su clientela más allá del Tajo del Guadalevín pero es un extraordinario activo para la localidad malagueña. Siete días arriba o abajo no van a modificar un ápice su esencia. La corrida gana. La ciudad, seguramente, también. Y seguimos repasando algunos temas candentes, como la nueva intervención quirúrgica que ha tenido que afrontar Manzanares para salvar sus crónicos problemas de espalda. El alicantino se ha perdido Illescas, Valencia y quiere estar listo para Castellón. Esperemos que no haya más contratiempos...