Toros

Observatorio taurino: La resaquilla de los carteles

El anuncio de las combinaciones abrileñas pone a punto la maquinaria para iniciar una nueva temporada mientras resuenan los últimos ecos del bombo de San Isidro

25 feb 2019 / 13:44 h - Actualizado: 25 feb 2019 / 13:55 h.
"Toros","Observatorio taurino"
  • Ramón Valencia. / Jesús Barrera
    Ramón Valencia. / Jesús Barrera

Nada que no sepan. Tampoco que no hayamos comentado ya. Pero los carteles presentados el pasado viernes aún merecen una nueva vuelta para desmenuzar unas combinaciones que brillan en la excelencia y patinan en el medio tono. Ramón Valencia ha echado toda la carne en el asador cuatriplicando la presencia de los verdaderos ases de la baraja. Ya saben: hablamos de Morante, El Juli, Manzanares y Roca Rey. Es el mejor bálsamo para asegurar el lleno y la esperanza –no sabemos si ingenua- de elevar el techo declinante del abono. Sigue siendo un reto difícil si el espectador ocasional tiene la facultad de elegir sin necesidad de retratarse toda la temporada. Tampoco se oferta un descuento o un incentivo atractivo que animen a rebañar en la cartera. La empresa hará sus propias cuentas... Hablábamos de esos carteles de primer nivel, mínimamente abiertos con toreros del segundo escalón como Castella o Perera o incentivados con diestros ilusionantes como Diego Urdiales o el sevillano Pablo Aguado, que afronta una de las apuestas más hermosas de la Feria. Pero si descendemos a los primeros estantes no hay más remedio que echar de más y de menos algunos nombres. No hace falta recitar los primeros pero sí se puede invocar la presencia de algunos toreros en trance de lanzamiento como Juan Ortega –o el malagueño Fortes- que habrían caído de pie en cualquiera de las combinaciones. También hay que reiterar que duele una ausencia: es la de Enrique Ponce, desplazado de ‘su’ corrida de Juan Pedro por la entrada del mentado Urdiales dentro de las estrategias de los Pagés. Después no hubo acuerdo posible. Pues es una pena. Y ya que habíamos nombrado a Castella, su encaje a última hora en la corrida de Miura también sacó del cartel a uno de los actores naturales de ese Domingo de Farolillos. Esperemos que –como el soldado Ryan- se haga digno del empeño.

Los ecos del bombo

Y del Guadalquivir al Manzanares, donde la suerte está casi echada. El famoso bombo madrileño que ha entretenido las tertulias de los aficionados antes de la presentación de los carteles sevillanos ya ha dictado sentencia. El azar ha querido que Andrés Roca Rey se convierta en uno de los máximos alicientes de la próxima feria de San Isidro al emparejarse con una corrida presuntamente dura como la de Adolfo Martín. El joven paladín limeño había asumido el reto con todas las consecuencias, buscando despegar definitivamente más allá de la primera fila. Roca, eso está claro, quiere ser número uno indiscutible. El peruano aún ajustara otras corridas que aliviaran el trago pero la verdad es que ha conseguido concitar la atención dando sentido, de paso, a la demagógica iniciativa de Simón Casas. El francés, ésa es la verdad, ha conseguido salirse con la suya. También ha alejado de su mesa los contratos de Morante, Manzanares y El Juli... el resto de los ases de una baraja que eleva considerablemente el presupuesto del ciclo. ¿Repescará a alguno? Todo es posible aún... Pero podemos seguir especulando. El Juli podría haber contraatacado al locuaz ‘productor’ francés pidiendo una de Victorino Martín y, de paso, un pastón cósmico. Se lo habría tenido que dar... Vamos al grano: el eterno problema de fondo es el difícil equilibrio de fuerzas entre la patronal y las figuras. Cuando se genera lo que se paga –que es mucho- no suele haber problemas. Pero la ecuación entre honorarios e ingresos lleva demasiado tiempo sobre la mesa de los empresarios más encopetados que se quejaban en privado y ahora lo hacen en público. Eso sí: no dejan de soltar la manteca cuando llega el momento hasta que Casas ha sacado este incierto bingo que los ha dejado a la orilla. Las bolas han colocado a Enrique Ponce con sus ‘juampedros’; a Ferrera con la de El Puerto de San Lorenzo; a Urdiales con los de Alcurrucén; a Castella con Jandilla; a Perera con Fuente Ymbro; a Ureña con la segunda de Alcurrucén; a López Simón con lo de Parladé; a Álvaro Lorenzo con Garcigrande y a Ginés Marín con Montalvo. La verdad es que parece un traje a medida para la mayoría de ellos. Casas, además, aún puede hacer lo que quiera con los carteles después de estos fuegos artificiales.

De Camarena a Jesús Álvarez

La escena recuerda a otros tiempos retratados en blanco y negro pero no ha sido rara en la historia del toreo. La demanda de una oportunidad ha sido un cliché recurrente que, tantas veces, enreda aún más el bucle melancólico que atenaza a sus protagonistas. Jesús Álvarez, un novillero que apenas ha toreado desde su debut con picadores, se encuentra en huelga de hambre a las puertas de la plaza de la Maestranza desde el pasado domingo. No sabemos hasta cuándo. Hace algunos días, en Valdemorillo, el diestro colmenareño Miguel de Pablo también permaneció vestido de luces en los aledaños del coso serrano en protesta por su exclusión de la tradicional feria invernal. También es reciente el caso del novillero algabeño Javier Velázquez. El pasado mes de agosto fue incluido en la programación estival de la plaza de Las Ventas. Justo un año antes se había plantado en su puerta grande para demandar esa oportunidad soñada destinada a cambiarle la vida. El fracaso, desgraciadamente, aún resuena. Mucho más lejano en el tiempo –pero aún se recuerda- fue el empeño reiterado de Antonio Camarena, que ya había conseguido acceder a la alternativa después de la correspondiente huelga de hambre. Pero el torero de Torreblanca rizaría el rizo encadenándose a la Catedral en una cruz para demandar, y conseguir, su inclusión en la temporada de 1987. El viejo Canorea le dio la oportunidad y, de paso, la puntilla. Ahí se acabó el rollo. El lance pertenece a esa ‘otra’ historia del toreo –que también fabrica sus propios frikis- que merecería ser contada.