Toros

Observatorio taurino: Los toros siguen en el centro de atención

El ataque injustificado a la finca de Morante de la Puebla ha vuelto a poner sobre la mesa la desconocida fuerza del mundillo taurino, que –paradójicamente- quedará blindado o reivindicado en el mensaje de las principales fuerzas políticas para los próximos comicios

17 dic 2018 / 13:04 h - Actualizado: 17 dic 2018 / 13:14 h.
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  • Morante y Santiago Abascal visitan la tumba de Gallito en la jornada electoral del pasado 1 de diciembre. / El Correo
    Morante y Santiago Abascal visitan la tumba de Gallito en la jornada electoral del pasado 1 de diciembre. / El Correo

No hace falta retroceder demasiado. ¿Recuerdan las manifestaciones –de espontáneas no tenían nada- que siguieron a la publicación del resultado de las últimas elecciones andaluzas? Determinadas facciones extremistas sólo entienden las democracia, como las ferias, cuando les van bien en ellas. Eso sí, emplean toda su artillería para condenar y aplastar cualquier resultado que les es adverso. En la historia contemporánea de España no faltan ejemplos desgraciados. Una consecuencia de ese efecto indeseado se ha podido comprobar en la cerca de la Huerta de San Antonio. Es la propiedad que Morante de la Puebla posee a las orillas del Guadalquivir, a dos pasos de su localidad natal. No es un secreto para nadie que el diestro cigarrero se ha señalado de forma absolutamente abierta y desacomplejada en la promoción de VOX, la fuerza emergente y derechista que ha logrado sumar doce escaños en el viejo hospital las Cinco Llagas partiendo prácticamente de la nada. Morante es amigo personal de Santiago Abascal, líder de la formación, y uno de los catalizadores de aquel vídeo viral en el que el presidente de esta fuerza emergente acompañaba al matador a caballo después de correr unos galgos en su finca de los campos de Utrera. Ahí empezó todo... Morante fue guía y compaña de Abascal en la jornada de reflexión, también en la electoral. Le llevó a su casa y hasta le mostró la tumba de Gallito, esa impresionante elegía fundida en bronce por Mariano Benlliure que encierra una de las mayores obsesiones taurinas y personales del diestro de La Puebla. Pues bien: Morante ha pagado su sano, santo y legítimo derecho a militar, apoyar o decantarse por la opción política de su predilección siendo acusado de maricón, asesino, nazi, torero de pacotilla... además de desearle “acabar como Padilla” o un tiro en la nuca. Pues esa es la democracia que entienden algunos...

En el centro de la diana

El desagradable asunto vuelve a poner el mundillo taurino en el centro del debate. Ya hablamos largo y tendido del asunto la pasada semana. La irrupción de VOX, para qué negarlo, también ha servido para reivindicar la fuerza, la vigencia y hasta la legalidad de los valores del agro, que habían quedado orillados por esa generación de políticos de moqueta que sólo van a los pueblos pertrechados con un megáfono para tocarle las narices a los vecinos con sus monsergas. Es así de claro. Hay una rebelión silenciosa de escopetas, ganaderos, perreros, profesionales del toro, cazadores, auténticos amantes de una naturaleza que no se entiende ni se comprende a través de esos turbios mensajes del animalismo y el mascotismo que colocan a las bestias al mismo nivel de los humanos. Ahí está Frank Cuesta, un comunicador que está fuera de sospecha en torno a su implicación con la naturaleza y su fauna. Cuesta, que enseñado el mundo del toro sin trampa ni cartón en uno de sus últimos trabajos para la televisión, ya ha sido puesto en el centro de las iras de las huestes animalistas. Pero las cosas podrían estar cambiando. En el PSOE ya han pedido silencio a los suyos sobre estos temas espinosos después de la salida de pie de banco de la ministra de ese invento llamado Transición Ecológica. Ya saben, esa señora que prohibiría la caza y los toros. Hay uno que no se ha enterado. Es el socialista José Luis Ábalos, que para matar moscas a cañonazos no ha tenido reparo en regurgitar que él “no pertenece a esa España casposa de cazadores y toreros”. Él mismo, que por cierto es hijo del cuerpo. Su propio padre fue matador de toros. No terminan de enterarse de que con las cosas de comer no se juega...

Más cosas que contar

El caso es que todo este jaleo ha servido para, inesperadamente, blindar al toro y el toreo de cara a esos próximos comicios a pesar de acciones incomprensibles –celebradas con alborozo por los animalistas- como la eliminación del Bugs Bunny torero del parque de atracciones de la Wagner. No deja de ser otro síntoma de esta sociedad enferma que está a punto de estallar. Pero lo que se creía que restaba, a lo mejor suma mucho más. Y ahí están las urnas para demostrarlo. Los que atacaban sin disimulo todos los valores de la Tauromaquia –como las huestes podemitas- van a tener que matizar su discurso. Los que se ponían de perfil –caso de PSOE, Ciudadanos y hasta el propio PP- van a tener que tomar posiciones. Aquí todo el mundo se ha echado al monte. En medio de ese panorama ha sorprendido que Izquierda Unida haya decidido quemarse a lo bonzo en la Plaza Nueva de Sevilla. No les ha faltado hasta su propio minuto de gloria en los medios después de exigir al moderado alcalde Espadas que si pensaba impulsar una consulta popular donde se pregunte a la ciudadanía si quiere que la capital hispalense sea declarada “ciudad libre de maltrato animal y antitaurina”. ¿Pero qué me estás contando?