Toros

Pablo Aguado cancela sus compromisos más inminentes

El diestro sevillano sufrió una dolorosa lesión en el hombro en la plaza de Gijón

21 ago 2019 / 11:36 h - Actualizado: 21 ago 2019 / 11:39 h.
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  • Percance de Pablo Aguado. / El Correo
    Percance de Pablo Aguado. / El Correo

El gozo de no pocos aficionados en un pozo y el matador –momentáneamente- en el dique seco... Pablo Aguado se ha visto obligado a detener el tren de la temporada para recuperarse de la dolorosa lesión de hombro que se produjo el pasado sábado al entrar a matar a su primero toro en la plaza de Gijón. Las secuelas del percance le impidieron viajar a la ‘Picassiana’ de Málaga y la feria de la Virgen del Mar de Almería. Finalmente, también le han obligado a suspender las actuaciones previstas en El Puerto de Santa María y Bilbao, dos citas que habían despertado una especial expectación entre su creciente masa de partidarios.

En el comunicado oficial emitido por la oficina de prensa del matador sevillano se detalla que «la resonancia practicada por el doctor Jiménez en el Centro Médico Hiniesta revela una lesión en el tendón del supraespinoso con rotura parcial de mismo». En el mismo documento se precisa que el diestro sevillano «debe someterse a rehabilitación e infiltraciones de colágeno hasta su total recuperación». En dicho comunicado se recuerda que Aguado no podrá estar este jueves en Bilbao, al día siguiente en El Puerto y el día 25 de agosto en Tarazona de la Mancha. Ese sería el plazo establecido inicialmente para la completa recuperación del matador que, concluye el documento, «espera estar listo para afrontar la citas de la próxima semana».

El percance se produjo cuando trataba de entrar a matar al tercero de la tarde, un ejemplar marcado con el hierro de José Váquez que le propinó una fuerte paliza. Eso sí, el diestro sevillano tuvo arrestos para salir a estoquear al sexto, al que cuajó una faena de gran contenido artístico emborronada con los aceros. El parte médico, firmado por el doctor Luis Javier Álvarez señalaba que el torero había sufrido un «traumatismo en zona paretal izquierda con abrasión cutánea. Exploración neurológica estado de conciencia normal. Abrasiones en cuello y mano derecha. Contusión en hombro derecho y codo izquierdo». El mismo parte señalaba que el pronóstico había sido «leve» aunque sus secuelas, desgraciadamente, han sido mucho más complejas, graves y dolorosas.

Sustituciones

Aguado fue sustituido en Málaga por David de Miranda y en Bilbao ocupará su plaza el diestro mexicano Luis David Adame. Eso sí, aún no se conoce quién le reemplazará en El Puerto, una de las citas que había despertado más expectación en el verano taurino andaluz. En la agenda del torero también figuran las plazas de Colmenar Viejo, Cuenca, Linares, Bayona y Palencia sin salir del mes de agosto. En septiembre también está anunciado –por ahora- en los cosos de Barcarrota, Dax, Valladolid –mano a mano con Morante de la Puebla-, Salamanca, Nimes, Albacete, Aranda de Duero y Logroño. Mientras tanto, en los corrillos de aficionados se especula con la posibilidad de que pudiera entrar en la Goyesca de Ronda –el 31 de agosto- o en la feria de San Miguel de Sevilla –el 28 de septiembre- para ocupar el ancho hueco dejado por la ausencia de Roca Rey, que ha decidido cortar por lo sano después de no experimentar la mejoría deseada en la compleja lesión de vértebras que arrastra desde la feria de San Isidro.

De la esperanza al estrellato

Pablo Aguado había toreado hasta el percance de Gijón 25 corridas de toros y ocupaba el séptimo puesto en el escalafón de matadores. De esas actuaciones, 10 se han verificado en plazas de primera categoría; 11 en cosos de segunda y el resto, sólo cuatro, en plazas de tercera. Ha obtenido un total de 20 orejas y un rabo pero más allá de las estadísticas o el número de trofeos, hay que detenerse especialmente en el impacto, el eco y el poso de una manera de torear que ha roto la temporada y el futuro inmediato del toreo mirándose en los moldes más clásicos.

En su campaña hay que anotar tres hitos fundamentales: la revelación de la Feria de Sevilla; aquella faena del ‘silencio’ en San Isidro y el más reciente y descomunal zambombazo de las Colombinas que volvió a llenar de gasolina hasta los topes el depósito el depósito de sus partidarios. Pero antes de llegar a esos acontecimientos ya se había producido un primer pronunciamiento, confinado en el secreto de una plaza de pueblo, y al relance de la sustitución de Enrique Ponce después de su tremenda lesión de rodilla en la feria de Fallas. Hablamos del indulto del toro ‘Toledano’, un gran ejemplar de El Torero con el que Aguado ya enseñó algunos de sus mejores registros a finales de marzo. Aquel acontecimiento eclipsó por completo la reaparición puntual de Jesulín de Ubrique y puso en alerta a los observadores más avezados del toreo.

Pablo había pasado antes por las Fallas, un ruedo menor de la Francia taurina y la corrida del Domingo de Resurrección en la plaza de Las Ventas. Pero en su agenda había marcado un día destinado a cambiar su vida. Fue el 10 de mayo en la plaza de la Real Maestranza. Al emergente diestro sevillano le bastaron cinco minutos y dos docenas de muletazos para poner la plaza, la feria y hasta el mismísimo toreo boca abajo. Hubo un indiscutible antes y después de ese Viernes de Farolillos que ya figura en los anales del propio coso maestrante. La naturalidad, el minimalismo, el sentido del ritmo y la medida y su rabioso clasicismo se vivieron con sentido restaurados. Pablo Aguado salió del coso del Baratillo por la Puerta del Príncipe y aura de elegido. Unos días después, en la feria de San Isidro, volvió a revelarse en su máxima dimensión pero el mal manejo de la espada amortiguó el eco de su triunfo. A partir de ahí se hizo imprescindible aunque no volvió a escalar una cumbre inalcanzable hasta el milagro de las Colombinas. Su breve ausencia ha hecho añicos un puñado de carteles y se suma a la inevitable renuncia de Andrés Roca Rey, con el que apenas ha coincidido. Se espera su vuelta como agua de mayo...