Pendientes de la feria secreta...

La gestación del próximo ciclo abrieño está siendo ajeno a las habituales filtraciones. Los carteles se intuyen pero aún no se sabe casi nada concreto de un serial que no tardará en ver la luz. En la semana que se fue también se habló de algún juguete roto

14 feb 2017 / 11:00 h - Actualizado: 14 feb 2017 / 11:01 h.
"Observatorio taurino"

Una Feria de Abril gestada sin filtraciones

Tenemos cartel -una deslumbrante macedonia de colores de Carlos Franco Rubio- y ya sabemos que la profesora Araceli Guillaume será la encargada de pregonar la fiesta de los toros desde el atril del Lope de Vega en la luminosa mañana del Domingo de Resurrección. Mientras tanto, los carteles abrileños y mayeros se gestan en el más absoluto sigilo sin que los avezados escrutadores habituales hayan logrado esbozar ningún avance. La verdad es que se intuye más de lo que se sabe. Y puestos a elucubrar y escrutar, podríamos avanzar que Enrique Ponce estará dos tardes en el coso del Baratillo. Es lo que ha pedido el valenciano, que podría aliviarse en una de ellas oficiando de padrino de alguna alternativa. La que tiene más papeletas en primavera es la de Pablo Aguado que ya negocia corridas como matador. Y hablando de doctorados, cada vez cobra más fuerza el de Rafa Serna. Los apoderados del novillero de la Costanilla mantienen indisimulados vínculos con la empresa Pagés que podría optar por dejar en blanco algún puesto del ciclo otoñal -que seguramente se verá reforzado con una tercera tarde- para anunciar esa alternativa en el momento más oportuno. Ya lo dijo el propio novillero en estas mismas páginas: la alternativa hay que ganársela con la espada y la muleta. ¿Qué hay más allá? Pues que el reparto de las ganaderías de relumbrón ha sido el quebradero de cabeza más cotidiano para Ramón Valencia que no tardará demasiado en desvelar las combinaciones definitivas. Será antes de que la ceniza vuelva a tiznar las frentes: pulvis es et in pulverum reverteris...

Otros asuntos que se susurran por el Arenal

Se apuntaba ayer en el portal especializado Mundotoro confirmando algún rumor que ya había circulado. La empresa Pagés había recogido el guante de la calle apostando por la terna de Morante, Manzanares y Andrés Roca Rey. Los toros, eso parece seguro, serán de Cuvillo. La novedad vendría con la salida del joven paladín peruano de la lujosa apertura pascual. Hay quien no quería verlo en esa fecha y si la empresa ha dado su brazo a torcer, el cartel podría quedar en mano a mano entre el cigarrero y el alicantino. Pronto lo sabremos, como el rumor que recogía el mismo portal apuntando a la ansiada vuelta de José Tomás, ausente del coso del Baratillo desde hace tres largos lustros. Pero una cosa son los deseos que se cuecen en los despachos de la calle Adriano y otra -bien distinta- el críptico pensamiento del Divino que aún no ha apuntado ninguna línea argumental de la temporada que vendrá. Se habla del fin de semana posterior a la propia Feria, a salvo de las cámaras de televisión y en una fecha por y para su interés. Ya veremos.

De la verdad sobre un difícil encuentro

A veces los duendes se marchan espantados por los demonios. Y lo que se había preconizado -y contado- como un encuentro histórico se quedó en un mero esperpento, tan español por otra parte. Viene esto a colación de la presentación del último libro de Jesús Soto, hijo de Rafael de Paula que, con Curro Romero, tuvo el indudable mérito de llenar el salón de la Caja Rural del Sur. Hasta ahí todo en orden. La cita despertaba morbo y más de uno vivió el encuentro arañando los brazos del asiento aunque otros gozaron con aquel discurso surrealista. Desgraciadamente, el artista jerezano dio la razón a los escépticos y demostró una vez más que una cosa es lo que se escribe y otra es lo que pasó. No es algo ajeno a la historia del toreo, tan distinta en el papel y en el ruedo. La elegancia del camero, que disimuló a duras penas su impaciencia, impidió que aquel retablo de balbuceos dadaístas acabara en hecatombe a pesar de los esfuerzos del moderador, Alberto García Reyes. Dejamos ahí el toro. La realidad suele ser más tozuda que la leyenda.