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Toros

Rafael González salva el honor del escalafón menor

El novillero madrileño cortó una oreja a cada uno de sus enemigos y se ganó de largo la repetición en Sevilla. Marcos resultó herido pero salió por sorpresa a lidiar el sexto

28 jun 2019 / 09:20 h - Actualizado: 28 jun 2019 / 09:37 h.
"Toros","Real Maestranza"
  • Rafael González. / Foto: Toromedia
    Rafael González. / Foto: Toromedia
  • Rafael González. / Foto: Toromedia
    Rafael González. / Foto: Toromedia
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Era la última novillada con cartel conocido antes de dar paso a los festejos de promoción que dan carácter a los jueves de julio. Sólo queda una novillada con la terna en blanco que servirá para prologar la feria de San Miguel que dará el carpetazo definitivo al abono sevillano. Y ha sido, precisamente, en esta última cuando ha saltado un novillero que ha justificado de sobra la oportunidad de verse anunciado en un escenario de tanta alcurnia. Hasta ese momento la memoria sólo rescataba los fogonazos de calidad de Ángel Jiménez y la indeclinable voluntad de Calerito. Pero seguía faltando una actuación rotunda, redonda y definitivamente entregada. Y en la última tuvo que ser...

El protagonista fue el novillero madrileño Rafael González, que enseñó sus primeras cartas de presentación manejando el capote con inusual templanza, buen corte y variedad para recibir al segundo de la noche. Fue un novillo potable al que enjaretó dos muletazos cambiados por la espalda y de rodillas para abrir su faena. Siguió de hinojos para soltarle un puñado de naturales y, ya incorporado, cuajar una reunida serie diestra, bien hecha y dicha antes de echarse la muleta a la izquierda para tragar quina. Hubo chispazos en forma de trinchera, molinete... hasta un arrimón cuando el animal había echado el freno. Quizá sobraron las inevitables bernardinas pero tenía la oreja en la mano que el palco terminó concediendo.

Ya era la actuación más compacta de un novillero en este decepcionante serial pero lo mejor estaba por venir. Volvió a brillar con el percal recibiendo al quinto, un animal que a pesar de tomar los engaños con calidad huía hasta de su sombra. Esa mansedumbre habría justificado que González tirara la toalla. Nadie se lo habría recriminado. Pero se empeñó en buscarle las vueltas hasta sujetarlo delante de las tablas del tendido cuatro. A partir de ahí surgió una faena intensa, reunida, siempre emotiva... El novillero madrileño cuajó de cabo a rabo a ese ejemplar de José Cruz que acabó entregándose sin fisuras en su muleta. Hubo muletazos sensacionales por ambas manos, comprometido por completo con un novillo al que se arrimó desacomplejadamente en un epílogo emocionante que puso a todos de acuerdo. Apuró todo lo apurable y la espada, quizá, no cayó en todo lo alto. Pero la oreja era de cajón. También de las que valen su peso en oro. En otro horario, con otra fecha y otro ambiente habría abierto la Puerta del Príncipe. Salió en hombros –contento y feliz- por la de cuadrillas.

Y poco más hay que contar de un festejo en el que el novillero jiennense García Navarrete se enfrentó en primer lugar a un ejemplar mansote, brusco y absolutamente intoreable con el que sólo pudo anotar algún atisbo de voluntad. El cuarto sí se acabó dejando aunque lo toreó despegado y forzando en demasía la figura. El tercero en discordia era el novillero manchego Marcos. Pasó a la enfermería después de lidiar el tercero. Le había propinado una cornada en la nalga izquierda al recibirlo con el capote de rodillas. El novillo, rebrincado y deslucido, sólo le dejó mostrar ciertos atisbos de firmeza. Después de finiquitar a su enemigo pasó a la enfermería donde fue operado de una cornada superficial. Sorprendentemente salió a lidiar al sexto. Ya había sido parado por García Navarrete y el parte oficial –facilitado a los medios- advertía que el percance le impedía continuar la lidia. El caso es que allí estaba el hombre para emplearse en una faena larga y voluntariosa pero absolutamente deslavazada ante un novillo de nobleza infinita sin dejar recuerdo alguno.

Ficha del festejo

Ganado: Se lidiaron seis novillos de José Cruz, muy bien presentados. El primero, brusco y protestón, no tuvo un pase; el segundo tuvo nobleza y prontitud aunque duró poco; rebrincado y deslucido el tercero; se dejó sin más el cuarto; el quinto, manso total, tuvo bondad en la muleta; el sexto fue muy noble.

Novilleros: García Navarrete, de azul pavo y oro, silencio y silencio tras aviso

Rafael González, de plomo y plata, oreja y oreja

Marcos, de marino y oro, silencio y silencio tras aviso

Incidencias: La plaza registró menos de media entrada en noche agradable. El novillero Marcos fue cogido por el tercero de la noche sufriendo “herida por asta de toro en el pliegue del glúteo izquierdo, con dos trayectorias descendentes de 3 y 7 centímetros”. El parte calificaba el percance de “menos grave” y certificaba que le impedía continuar la lidia aunque el novillero apareció para despachar al sexto.