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Roca Rey sale contestatario en Jerez

El joven matador peruano, que cortó cuatro orejas y un rabo, ganó en brillo y disposición a un Juli con aires de funcionario y un Talavante ausente y desmotivado que defraudaron la expectación

11 may 2018 / 23:17 h - Actualizado: 11 may 2018 / 23:20 h.
"Toros"
  • Roca Rey realizó un auténtico despliegue de su mejor tauromaquia en la segunda corrida de la Feria de Jerez y marcó las diferencias con sus compañeros. / Fotos: Román Ríos (Efe)
    Roca Rey realizó un auténtico despliegue de su mejor tauromaquia en la segunda corrida de la Feria de Jerez y marcó las diferencias con sus compañeros. / Fotos: Román Ríos (Efe)
  • El diestro limeño cortó los máximos trofeos al sexto de la tarde.
    El diestro limeño cortó los máximos trofeos al sexto de la tarde.

La carga de caballería de la víspera había servido de prólogo del ciclo jerezano, montado en torno a la reencarnación de Morante, que a buen seguro ha obrado de bálsamo en las taquillas. A la hora del paseo no cabía un alfiler. Y al cartel no le faltaban atractivos pero El Juli y Talavante se bajaron de la furgoneta más preocupados por sumar que por gustar, convertidos en tristes y sorprendentes sombras de sí mismos.

Cuando salió el tercero se esperaba que Roca Rey espantara el aire funcionarial que estaba tomando la tarde a pesar de las bondades de un encierro variado en la presentación que no estaba brindando demasiadas dificultades a los matadores. El joven paladín peruano sorteó un jabonero que dejó crudo en el caballo y la cosa, por fin, se animó en ese quite que combina chicuelinas, tafalleras y caleserinas. El pase cambiado del inicio de faena puso la olla a hervir y a partir de ahí se explayó, plena de entrega, en muletazos de todas las marcas. La calidad llegó por el izquierdo antes de que el trasteo estallara en una serie original, partida en ambas manos. Roca había marcado la diferencia pero aún tiró de repertorio antes de enterrar la espada. Las dos orejas sirvieron de bálsamo pero habría más...

Había que amarrar con el sexto, brindado a Calamaro. A ese toro, que fue de menos a más, le cuajó una faena de irreprochable e intenso trazo, dicha muy para adentro que acabó formando un auténtico alboroto por naturales. Las palmas arrancaron por bulerías mientras Roca se hartaba de torear, roto de verdad, en una labor rotunda, plena, rabiosamente clásica, en la que hubo tormenta y relajo en un difícil maridaje que eleva el techo del peruano. La espada entró a la primera, dictada al encuentro, y el rabo no tardó en caer. Se lo llevaron a puñados mientras sus compañeros paseaban sus tristes sombras camino del hotel.

Tenían que haber estado mejor, muchísimo mejor con los toros que tuvieron delante. El Juli sorteó en primer lugar un cuvillo hondo al que toreó con brusquedad de capote. El toro se descolgó en banderillas anunciando una calidad que el madrileño entendió mejor por el lado derecho que por el zurdo. Es verdad que hubo muletazos excelentes con trazo discontinuo y hasta algún efecto especial pero el bicho, ésa es la verdad, se quedó por cuajar. Le quedaba el cuarto, brindado a Álvaro Domecq al que no torea ni un pitón, por cierto. El Juli se sacudió el muermo y se animó a torear en una labor algo más reunida pero tan falta de chispa como vulgar que, ni de lejos, recordaba al mismo torero que venía de arrasar en Sevilla.

Talavante se las vio en primer lugar con un precioso chorreado al que toreó con mera compostura pero falto de arrebato, de definitiva voluntad de acople. El animal se quedó cosas dentro. El torero, una vez más, cortó por lo sano y se fue por la espada. ¿Mejoraría esa pobre impresión con el quinto? Por lo pronto lo brindó al público pero se puso a sumar pases de autómata, faltos de fibra y de alma antes de tirar por la calle de enmedio, que conoce bien. Mal asunto...

Plaza de toros de Jerez

Ganado: Se lidiaron seis toros de Núñez del Cuvillo. El primero tuvo clase y nobleza por el derecho; potable el segundo; noble y rajado el tercero; se dejó el cuarto;soso el quinto y de menos a muy más el sexto.

Matadores: Julián López El Juli, de añil y azabache, oreja y ovación

Alejandro Talavante, de pizarra y oro, silencio y silencio tras aviso.

Andrés Roca Rey, de verde lago y oro, dos orejas y dos orejas y rabo.

Incidencias: Lleno aparente en tarde soleada y fresca en la que molestó algo el viento. Soler saludó tras parear al primero. Picó bien Barroso.