Seguimos con las cosas de Simón

Observatorio taurino | El productor francés anunció semanas atrás su intención de someter la próxima Feria de San Isidro –que podría solaparse con el final del ciclo abrileño- al mismo sistema de sorteo de toreros y ganaderías que utilizó en otoño. El Juli ya le ha contestado...

05 nov 2018 / 12:39 h - Actualizado: 06 nov 2018 / 21:15 h.
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Del hipotético sorteo de San Isidro

Simón anda hecho un brazo de mar. La semana pasada, sin ir más lejos, era contemplado en una terraza de la calle Adriano rumiando nuevas cabalgatas de fin de semana mientras degustaba un vermut al sol del otoño sevillano. No sabemos qué pintaba el productor en el terreno de su socio Ramón Valencia con el que, eso sí, debe consensuar el solapamiento del final de la muy tardía Feria de Abril de 2019 con el comienzo de un ciclo isidril en el que también habrá rebajas de metraje. Vendrán bien. En medio de esa conversación también habrá que hablar de la televisión que retransmite ambos ciclos y sirve para enjugar las ajustadísimas cuentas que se manejan en los despachos de Pagés. Cuesta que cuadren aunque, rascando aquí y allí, algún ingeniero económico podría haber encaje de bolillos con parte del IVA soportado. Lo dejamos ahí y hablamos en general, dando gran parte de razón a Simón que, eso sí, barre para su terreno. El equilibrio de la economía del toro está en peligro. De eso ya había hablado el francés pero nos interesa hoy desmenuzar las declaraciones vertidas hace un mes, anunciando a los cuatro vientos que la feria de San Isidro de 2019 se realizará por sorteo. El productor parece tener avanzado el sistema que pivotaría entre tres bombos distintos en el que se meterían las ganaderías apetecidas por las figuras, los hierros más duros y las vacadas del montón. El sistema obligaría a los primeros tenores que deseen doblar su presencia en el ciclo madrileño a meter su nombre en los otros bombos. Conclusión: salvo gestos puntuales, dudamos que la crema del escalafón se someta a la dictadura de esta lotería que sirvió puntualmente en la otoñada –Casas vendió casi todo el boletaje y ganó un legítimo pastón- pero no puede servir para suplir el trabajo y el talento del empresario. Su función es precisamente ésa: combinar de la mejor manera posible toreros y ganaderías para ofrecer espectáculos previsiblemente atractivos. Otra cosa es que, con la reducción de festejos, se pretenda espantar o limitar al mínimo a los toreros de la primera línea para abaratar sensiblemente el presupuesto de una feria demagógicamente vendida en las vueltas de los bombos. El negocio sería redondo. A ver si cuela...

El Juli no comprará esa lotería

El Juli, apoyado en la autoridad de sus galones, ya ha respondido al empresario francés en una entrevista publicada en Aplausos. “El empresario debe crear, no rifar los carteles”. Pues ni más ni menos, don Simón. Aunque el entrechocar de las bolas de sus bombos ya pone los ojos en blanco de ese sector, tan de Madrid, al que está sabiendo meter en la canasta en beneficio propio. Las figuras lo son, entre otras cosas, por escoger lo que matan y con quien alternan. Siempre fue así y no hay nada de malo si se emplea el talento, el sentido de la oportunidad, la responsabilidad, la competencia y la excelencia. No tiene sentido ver a Manzanares, Morante, el propio Juli e incluso a algunos de los estilistas preferidos de la supuesta cátedra madrileña alternando con dos matadores del pelotón y los toros del Tío Picardías, que en el Foro salen como churros. “El empresario está para confeccionar carteles, para crear un interés en el público, una competencia y una rivalidad entre los toreros”, remacha El Juli. Ni más ni menos, señoría.

Empresas, apoderamientos y Bilbao...

Pero es que Simón sigue dictando titulares a costa de bordear –o pisar sin sonrojo- el ámbito del cinismo. El célebre productor francés no ha tenido empacho en pedir o sugerir a la propia patronal taurina, la traída y llevada ANOET, la prohibición de simultanear el rol de empresario y apoderado. La cosa no pasaría de ahí si el propio Simón no se acabara de incorporar al equipo de apoderamiento de Toñete, flamante matador, novillero de cierto éxito y, cuidado, hijo de Antonio Catalán, creador de la cadena hotelera NH. Algunas voces sugieren que el floreciente empresario podría involucrarse en algunos negocios de Casas. Hay rumores que van más allá y situarían al magnate hotelero en la carrera por la batuta de la plaza de toros de Bilbao, que está a punto de revolucionar su histórico modelo de gestión taurina mientras se precipita su triste decadencia. Y hablando de Bilbao y su dirección. En la junta administrativa –siguen contando por ahí- no quieren ni oír hablar de cierto grupo con intereses a un lado y otro del océano al que están deseando perder de vista en ciertas plazas. Volviendo al primer asunto: la simbiosis de la figura del apoderado y el empresario no es de hoy. Y seguramente el verdadero problema no está en simultanear ambas funciones sino en hacerlo con talento. Ésa es la clave... Y hablando de apoderamientos, el baile de despachos continúa abierto. Son muchos los toreros de la segunda y la tercera línea –mucho más los que se quedaron prácticamente sentados en su casa- que quieren torear y ganar más. El más sincero y sensato en este trajín de rupturas y apretones de manos ha sido Manuel Escribano, que dará un giro radical a la gestión de su carrera en 2019. Pronto sabremos cómo.