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Tensión en los corrales antes del desacato

La FIT culminó la feria de su estreno en Córdoba. La trastienda del festejo estrella reveló presiones en los corrales antes de la apoteosis finitista, que se quedó sin premiar por el mal criterio del propio torero

02 jun 2015 / 10:00 h - Actualizado: 02 jun 2015 / 11:19 h.
"Toros","Observatorio taurino"
  • Tensión en los corrales antes del desacato

El festejo estrella del ciclo cordobés –Finito, Morante, Talavante– había llegado precedido de tensiones en los corrales. Las caras ya se habían alargado al desembarcar los toros de Cuvillo en la víspera. La corrida era preciosa pero justísima. Algunos ejemplares quedaban muy lejos del mínimo exigible para la inmensa plaza de Córdoba. La marejada se podía intuir pero fue el presidente del festejo, Manuel Rodríguez Moyano, el que puso las cartas boca arriba. Él no iba a ser el responsable de suspender el festejo pero sí denunció públicamente las presiones y los sucesivos plantes del entorno de Morante para pescar en río revuelto y colar los toros que había desechado previamente la autoridad. Pocos sabían que el usía se retiraba al día siguiente después de 25 años subido al palco de Los Califas. En otras circunstancias se habría suspendido. Eso es seguro. Pero, con la que cae en Córdoba, había que resolver en positivo. Así se hizo.

Una apoteosis muy mal administrada

{Pueden leer lo que pasó en la crónica publicada en El Correo. Hay dos verdades incuestionables. La primera:_ese toro cuajado por Finito entre clamores fue excepcional. La segunda: se rajó repetidamente en el final de la faena poniendo en solfa el indulto que no iba a llegar. Los ánimos estaban ya suficientemente caldeados. Pero si Finito hubiera sido mínimamente estratega de sí mismo habría apurado los sucesivos avisos sin dejar sonar el tercer recado que le dejaba sin el rabo clamoroso que se había ganado y que –de paso– volatilizaba la vuelta al ruedo que merecía ese boyantísimo Laborador que se había traído Álvaro Núñez Benjumea, que está echando una camada de sombrerazo. El caso es que el veterano diestro cordobés –o de Sabadell, como gusten– había dejado en una situación más que incómoda al presidente Rodríguez Moyano, un hombre esencialmente aficionado, de criterios moderados y de trayectoria intachable que se ha ido a su casa con el reconocimiento de todos pero con un regusto inmerecido. Los que más le han discutido este año serán los primeros en echarle de menos. Pero hay más cosas que hablar de la Feria de la Salud: la presentación del toro puede convertirse en un problema. También lo será recuperar el concurso del público que no ha llegado –ni de lejos– a alcanzar los tres cuartos del aforo y ni siquiera rozó media plaza en la primera corrida, con Paquirri, el mismo Morante y Manzanares en el cartel el día que Juan Pedro Domecq echaba una excelente en los madriles y fracasaba estrepitosamente en Los Califas aunque también echó un toro de nota que fue desaprovechado.