Torrealtas de Puerta Grande

En los corrillos se comentaba la enésima dolencia de Manzanares. El alicantino tiene que pasar por el quirófano para resolver un problema cervical. Josemari ha dejado muchas fechas en el calendario taurino agosteño que empiezan a ser cubiertas con desigual fortuna por las empresas. La imaginación, ya saben, no está de moda. Hoy mismo será sustituido por Talavante en Huelva. Ayer lo fue por Ferrera en El Puerto, donde había firmado otra tarde que, dicen, será cubierta por Cayetano.

Pero nos habíamos quedado en las orillas de la Vega Larga. Castella, Perera y el diestro local David de Miranda eran los encargados de cocinar el segundo plato de estas Colombinas que ya habían visto triunfar a dos novilleros –Serna y Silvera– y hasta la retirada de un tercero, el sevillano Rodrigo Molina. Y en los corrales se había encerrado un envío de Torrealta, la marca ganadera de Borja Prado Eulate, presidente de Endesa, que a la postre iba a lidiar una corrida de antología.

Y salió el toro... un primero flojito y con cierta calidad al que Castella toreó siempre templado. El animal tenía un excelente pitón derecho y se rebosaba con clase en los engaños aunque la cortedad de su motor impidió que el trasteo del francés, que mató con prontitud, tomará rumbo. Al cuarto, un precioso jabonero, le faltó un puntito en la muleta que Castella manejó en una faena entregada, algo destemplada, a la que le faltó trascendencia.

El segundo de la tarde fue un serio y largo engatillado que se desplazó con clase en el capote de Perera, que se apercibió pronto de su calidad. Curro Javier lo cuajó con los palos y el diestro extremeño le dictó, punto por punto, su faena de marca: pases cambiados en los medios; templado y ligado toreo fundamental y ochos finales. Pero es que el toro era de lío gordo y Perera lo cuajó, siempre reunido, en un palmo de terreno con muletazos largos y precisos aunque, esa es la verdad, aquello sólo se calentó de verdad en el arrimón de ordenanza antes de que el bicho se rajara. La espada, eso sí, fue un cañón. La vuelta del toro era obligada. Le quedaba el quinto, al que enjaretó un impresionante quite por cordobinas que levantó un clamor. La cuadrilla se unió a una fiesta que continuó en la muleta del extremeño, rotundo en los redondos; esplayado en el toreo cambiado... El toro se desplazó largo, larguísimo en los naturales de Perera que firmó una gran labor a la que no faltó su personalísima traca final.

David de Miranda, bien arropado por sus paisanos, se jugó el tipo de verdad quitan-do por originales saltilleras antes de mezclar su entrega con la calidad, la bravura y la codicia de su enemigo. Estar a la altura de ese tercero era un empeño difícil y el diestro choquero –y no es poco– lo consiguió por momentos cuando consiguió canalizar sus ganas. Eso sí, el toro había sido de revolución. El matador choquero volvió a mostrar su entusiasmo indeclinable con el sexto para sumar otra oreja que le abría la puerta grande con el gran triunfador de la tarde.

PLAZA DE TOROS DE LA MERCED

Ganado: Se lidiaron seis toros de Torrealta, bien presentados. Noble y flojo el primero; excelente el segundo, que recibió la vuelta al ruedo póstuma; bravísimo el tercero; noble el cuarto; nobilísimo el quinto y más remiso el sexto.
Matadores: Sebastián Castella, de añil y azabache, ovación y ovación tras petición
Miguel Ángel Perera, de after eight y oro, dos orejas y dos orejas
David de Miranda, de brandy y oro, oreja y oreja
Incidencias: La plaza registró casi dos tercios de entrada en tarde de calor sofocante. Curro Javier y Ambel destacaron con los palos y el percal. Saludó Contreras.