Victorino Martín: 18 tardes de abril

El recordado criador de Galapagar lidió por primera vez en la plaza de Sevilla en 1996

05 oct 2017 / 09:33 h - Actualizado: 05 oct 2017 / 09:37 h.
  • Manuel Escribano cuajó la mejor tarde de su vida logrando el perdón de ‘Cobradiezmos’ en 2016. / El Correo
    Manuel Escribano cuajó la mejor tarde de su vida logrando el perdón de ‘Cobradiezmos’ en 2016. / El Correo

Victorino se hizo de rogar. O quizá fue al revés. El caso es que el debut maestrante del astuto Paleto de Galapagar se retrasó hasta 1996. Desde entonces, en dos etapas distintas, ha habido de todo pero la trascendencia de los ejemplares de altísima nota que ha lidiado en el coso del Baratillo ha convertido el hierro de la A coronada en un capítulo imprescindible del serial abrileño. Los toros de Monteviejo cayeron de pie en aquel debut y El Tato y Liria, protagonistas de este primer tramo, cortaron una oreja por coleta en medio de un clima de satisfacción. Y es que el Tato iba a cuajar la mejor faena de su vida al año siguiente, cuajando de cabo a rabo a un boyante ejemplar llamado Veraniego. La victorinada se estaba convirtiendo en un breve clásico en esos viernes de preferia. Pero en 1998, a plaza llena, falla el esperado mano a mano del Tato y Liria. En 1999 se cierra este brevísimo primer capítulo sin que Mora, Ponce o Caballero, que resultó herido, lograran dejar memoria.

Victorino, perro viejo, supo esperar hasta 2004 para regresar a Sevilla mudado al Jueves de Preferia. Lo hizo con un encierro de medio tono en el que sí saltó un ejemplar sobresaliente. Ferrera, El Cid y Luis Vilches pasaron despercibidos en esa ocasión pero al año siguiente llegaría la definitiva apoteosis y la consagración del binomio Cid–Victorino. El diestro de Salteras se encaramó a la primera fila del toreo abriendo sus segunda Puerta del Príncipe en esa misma feria gracias a su portentosa mano izquierda. En 2006 –repetía el Cid– bajó por completo el tono de la corrida, que acabó remendada por un sobrero de Pereda que resultó extraordinario. Liria, épico, cortó la única oreja de la tarde.

Pero El Cid y Victorino iban a renovar su pacto en 2007. El toro Borgoñés, para el que se llegó a pedir el indulto, iba a franquearle de nuevo la Puerta del Príncipe. La cosa se había embalado y en 2008 se volvió a vivir un grandioso espectáculo. Pepín Liria se despidió aquella tarde de Sevilla dejándose matar –sin llegar a cuajarlo– por el mejor ejemplar de un encierro en el que hubo dos o tres toros de revolución. La cosa bajó considerablemente en 2009. Morante –en una de sus reconciliaciones con la empresa– aceptó medirse mano a mano con El Cid pero el envío de la familia Martín no fue apto para florituras. El recuerdo sólo rescata un mazo de verónicas del diestro de La Puebla. Ese tono gris se mantiene en 2010. Ferrera, El Cid –que ya no oculta su decadencia– y César Jiménez anduvieron por bajo de un sexteto que no convenció a nadie. Al año siguiente sí hubo un sexto de excepcional clase y calidad por el pitón izquierdo que estaba abriendo la puerta de la gloria a Salvador Cortés.... El infortunado diestro vasco Iván Fandiño y David Mora, en trance de salir del pelotón, se midieron mano a mano en 2012 sin terminar de convencer a la parroquia. Aquel año, para más inri, hubo lío de corrales y problemas para completar la corrida. En 2013 hubo doble ración. Victorino embarcó un ejemplar deslucidísimo para la agridulce encerrona de Manzanares y una corrida de escaso argumento para un nuevo mano a mano –entre El Cid y Luque– que acabó en el sumidero.

En 2014, el primer año que faltaron las grandes figuras, la corrida fue desplazada al Domingo de Farolillos en lugar de la miurada, que pasó a Resurrección. Ahí comienza la auténtica remontada de la vacada cacereña y el comienzo de un triple idilio: el de Ferrera, Sevilla y Victorino. El diestro extremeño se hizo acreedor del premio a la mejor faena de la Feria de Abril después de cuajar de cabo a rabo a un boyante ejemplar. La escena, idéntica, se iba a repetir en 2015. Ferrera vuelve a llevarse todos los premios después de enhebrarse a la perfección a la clase de Mecanizado, un toro manso pero de gran calidad. El Cid, en su sótano, no dejó recuerdo y Escribano cortó una oreja.

Era el preludio de la gran fiesta del toreo que se vivió en 2016. Escribano fue el encargado de indultar a Cobradiezmos, guinda de un gran encierro en el que también brilló la pureza de Ureña. Ferrera, que no había podido comparecer en esa Feria por una dura lesión retornaría a su sitio natural en 2017. Era el preludio de la grandiosa feria del extremeño, que se fajó como un león con un fiero ejemplar llamado Platino y marcó la diferencia. Esa misma tarde hay que anotar los naturales de Escribano, una oreja de Ureña... pero la Feria de Abril de 2018 ya sueña con ver de nuevo a Ferrera con los grises del viejo ganadero de Galapagar.

TODO EL TOREO PEREGRINÓ A GALAPAGAR

La iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de la localidad madrileña de Galapagar se quedó pequeña para acoger a todos los representantes del planeta taurino que acudieron a dar el último adiós a Victorino Martín Andrés. La muestras de condolencias y la repercusión de su muerte revelan la trascendencia de su obra. Al funeral, presidido por Victorino Martín García –actual responable de la vacada– no faltaron matadores como El Viti, Roberto Domínguez, El Soro, Espartaco, El Cid, César Rincón, Enrique Ponce, Ortega Cano, El Tato... y por supuesto ganaderos como Juan Pedro Domecq, su sobrino Adolfo Martín o Daniel Ruiz.