Verano, cine y recuerdo

11 jul 2018 / 19:12 h - Actualizado: 25 jul 2018 / 22:40 h.

En estos días de calor, largas noches de estío y ambientes cálidos, ir al cine no es solamente una opción de ocio, es también una declaración cultural que nos permite disfrutar de placeres propios de nuestra tierra; aire libre, nocturnidad y películas. Mientras que en el selecto ambigú podemos disfrutar de las cervezas, el cocacola, el pescadito frito o para ser más propios los altramuces (vulgo chochitos) junto con las inefables pipas.

El cine es para nosotros en Andalucía una parte incuestionable del verano. Una forma de pasar el tiempo, la vida, vista en la pantalla a una velocidad que nos hace recordar o vivir la gran falsedad de la imagen en movimiento como símbolo del tiempo que siempre avanza aunque a veces parece que se congela en nuestras manos.

Cines de verano donde se pasan las infancias gozando de una viva impresión que nos delata que después vendrá otro tiempo de frío y escuela. Pero ahora estamos en el momento de la libertad, del pasear con las estrellas y, si tienes suerte, de mojar los pies en la arena del mar. Blanca, amarrilla o del color que sea, con el mar que viene y va. Siempre recordando a Alfonsina y a Serrat. Siempre teniendo la música de la naturaleza en nuestros oídos.

Cine, imágenes, vivencias de jóvenes que descubren que la noche es el palacio de los placeres y el lugar de las confesiones. Salir a pasear, a sentir el calor o la brisa, el aire o la calina que envuelve la luna de un halo difuso y disperso de luz.

Qué tiempos los pasados donde una limonada era un mundo maravilloso de sabores, aunque estuviera realizada con un sobre de polvo que las madres traían de los colmados o los supermercados.

Si hiciéramos al revés, mirar desde aquellos tiempos a estos, todo nos parecería maravilloso y único, todo diferente y las opciones dando lugar a las elecciones: cine de verano, pantalla de TV conectada con el estreno de película o el paseo por cualquier calle, bulevar o paseo marítimo. Tiempo actual mejor o peor pero distinto del antiguo, del pasado, del anterior.

Otros momentos, otros lugares y otros afanes en aquellos tiempos que nos recuerdan que el pasado, el tiempo anterior, casi nunca es mejor: solo diferente.

Miro, leo y recuerdo que aún en la Sevilla de los tranvías y de los buses sin horarios, en la Sevilla con la plaza de Armas llena de militares sin graduación, bares de escasa limpieza y personal de vida patibularia se podía acudir a un trozo de noche feliz en el cines: el Avenida de Verano, el Ideal, el Alfarería y otros tantos que nos dieron alas a la imaginación y a las sensaciones de un universo acotado por el espacio de una pantalla blanca donde la vida transcurría a la velocidad de 24 fotogramas por segundos...