Annette Kellerman, la fuerza de la determinación

Annette Kellerman es considerada la creadora de la natación sincronizada. Intentó grandes gestas nadando, creo un estilo propio, diseñó bañadores y trató de ayudar a las personas que se alimentaban sin ton ni son. Fue una de esas mujeres que abrió caminos imposibles dentro de una sociedad machista y pacata. Tuvo tiempo para hacer cine con gran éxito. En realidad, hizo de su vida un enorme éxito que pocas mujeres han igualado

26 ago 2017 / 18:49 h - Actualizado: 02 sep 2017 / 11:37 h.
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  • Annette Kellerman fue un mujer que marcó un camino que otras muchas transitarían con mayor libertad. / El Correo
    Annette Kellerman fue un mujer que marcó un camino que otras muchas transitarían con mayor libertad. / El Correo
  • Annette Kellerman. / El Correo
    Annette Kellerman. / El Correo
  • Annette Kellerman diseñó trajes de baño en una época en la que marcar la figura de la mujer era casi imposible. / El Correo
    Annette Kellerman diseñó trajes de baño en una época en la que marcar la figura de la mujer era casi imposible. / El Correo

Regresamos de vacaciones aún con las imágenes de nuestras piscinas, playas y ríos en la cabeza y yo vengo con una pionera de la natación bajo el brazo: Annette Kellerman, reconocida por muchos como la creadora de la natación sincronizada. Nació el año 1887 en Sídney (Australia), hija de alemán y francesa, padeció en su infancia raquitismo que provocó que sus miembros inferiores estuvieran muy debilitados, hasta el punto de que necesitaba unos hierros para mantenerse en pie. Los padres de Kellerman acudieron al doctor y este les recomendó que la niña nadase diariamente para que sus músculos se fortalecieran. La experiencia fue tan satisfactoria que Annette aprovechaba cualquier momento y lugar para nadar. Cuando cumplió trece años ya no necesitaba esa especie de armadura (aunque a mí esos objetos me han parecido más bien una jaula) para moverse. Su familia se había mudado a Melbourne y ella daba exhibiciones de natación y buceo para sus compañeras y cualquiera que quisiera verla. Incluso realizó exhibiciones en un tanque de agua en un acuario, nadando con peces.

Para ayudar económicamente a su familia se convirtió en una nadadora profesional y comenzó a ganar campeonatos. En 1902 estableció el record de un minuto y veintidós segundos en la distancia de cien yardas (algo más de noventa y un metros) y treinta y tres minutos y cuarenta y nueve segundos para una milla (algo más de un kilómetro y medio).

Poco a poco se fue haciendo conocida en medio mundo. En 1905 fue a representar su espectáculo ante la familia real británica. Sin embargo, entendía que la vestimenta que se obligaba a llevar a las mujeres impedía nadar, para buena parte de la sociedad era inconcebible que llevasen traje de baño que les permitiera moverse con libertad, así que llevaban unas incómodas falditas y polainas que eran de todo menos prácticas. ¿Qué hizo Annette para su exhibición? Utilizó un traje de hombre al que cosió unas medias y unas mangas para poder nadar con libertad. Si lo vemos con la perspectiva de hoy podemos decir que empleó el primer «burkini» de la historia y aquello fue todo un escándalo. Una mujer luciendo su silueta ¡dónde se ha visto semejante cosa! La nadadora hizo oídos sordos y llevó a cabo su espectáculo tal y como la había planteado. Acababa de crear el primer traje de baño femenino de competición.

Era tan extraordinario ver a una mujer con ese tipo de ropaje en las playas que en el año 1907 fue detenida cuando se bañaba en una playa de Massachusetts en Estados Unidos. El juez ante el que la presentaron la absolvió, pues la atleta expuso que para nadar necesitaba una ropa adecuada que le permitiese no hundirse en las aguas ni ahogarse. Sin embargo, se le aconsejó que mantuviera la falda puesta hasta el momento de entrar en el agua. La nadadora se dio cuenta de que más mujeres querían nadar y hacerlo con facilidad y comenzó a diseñar trajes de baño, que en su momento se conocieron como Kellermmans.

Annette había participado en competiciones importantes de natación. En 1905 quedó tercera en la carrera del río Sena compitiendo con hombres. Ese mismo año, en el mes de agosto trató de cruzar el Canal de la Mancha. Esta gesta sólo se había logrado una vez antes de ese momento, treinta años atrás. Desgraciadamente Annette no logró hacerlo y no sería hasta 1923 cuando una mujer, Gertrude Elerle, lograse cubrir esa distancia. Para el intento, Kellerman cubrió su traje de baño con aceite de marsopa y se pegó (literalmente) unas gafas a la cara. Después de varias horas de natación estaba tan cegada por la sal que apenas si veía. La marea se volvió en su contra y la arrastró de vuelta al punto de inicio. La propia Kellerman describió la experiencia como lo más terrible prueba que pasó en su vida. Todavía intentó cubrir esa ruta en dos ocasiones más, pero no tuvo éxito. De todas formas la gesta estaba realizada: las mujeres podían nadar grandes distancias y se había convertido en una nadadora muy conocida.

El Daily Mirror la contrató para hacer una serie sobre natación en las costas británicas que documentaría con fotografías. Durante el tiempo que permaneció trabajando para el periódico nadó una media de 72 kilómetros a la semana, que documentó e hizo llegar a los lectores del periódico. Este proyecto la hizo aún más famosa y fortaleció su imagen de mujer fuerte.

Su carrera como nadadora se fue compatibilizando con la de artista, realizaba espectáculos de natación en el que contrataba a chicas con las que creaba coreografías, a las que asistía un público familiar totalmente atónito. En el año 1908 un profesor de Harvard (las universidades americanas siempre tienen algo que decir) anunció que Kellerman era la mujer perfecta, que tenía las proporciones más cercanas a la Venus de Milo. Ni que decir tiene que su siguiente espectáculo que organizó se llamó La mujer perfectamente formada.

Después de tanto escándalo, elogio y de hacerse famosa, era de esperar que una de las industrias emergentes del momento (la del mundo del cine) llamase a la puerta de Annette. Efectivamente allí estaba Hollywood, esperándola con los brazos abiertos. Protagonizó varias películas en las que evidentemente el agua tenía un papel especial en el que aprovechar su cuerpo, en muchas aparecía caracterizada como sirena. Especialmente conocida se hizo en su momento «La hija de los dioses» en la que aparecía desnuda. Sin embargo ninguna copia de dicha escena ha llegado hasta nuestros días, tan sólo algunas fotografías. Otras de sus películas más conocidas fueron la «Venus de los Mares del sur» o «La Hija de Neptuno». A mediados de los años veinte se retiraría del mundo del cine, pero para entonces ya había ganado mucho dinero.

Continuó actuando en shows acuáticos hasta los años cuarenta, y a principios de los cincuenta pudo ver con estupefacción como Hollywood realizaba un biopic de su vida, en el que la estrella era Esther Williams, «La sirena del Millón de Dólares». Todavía recuerdo un poco de esa descafeinada película porque a mí me encantaban las de la Williams con toda su parafernalia acuática (ya me dirás si no soñaste con nadar así). Cinematográficamente no valían gran cosa, pero aquellas coreografías de natación, las inmersiones, eran espectaculares. Verlas y tirarme de cabeza a la piscina era casi automático.

Sin embargo la vida de Kellerman no termina cuando se retira de los shows acuáticos. Si antes había diseñado bañadores, había escrito libros sobre como aprender a nadar o mantener un bonito cuerpo. Creó unos cursos que remitía por correo en Estados Unidos con el fin de que la gente llevase un estilo de vida sano. Una mujer tan emprendedora no podía parar, así que aprovechó su vegetarianismo para crear una tienda en la que se vendían productos vegetarianos y aconsejaba a las personas a alimentarse. Se convirtió en una conferenciante y gurú de la salud en los años cincuenta y sesenta, promocionando una forma de vida que en aquel momento no estaba de moda. Continuó nadando y haciendo ejercicio hasta los últimos días de su vida. Regresó a Australia en el año 1970 y cinco años después moría, con ochenta y nueve años. Fue incinerada y sus cenizas se repartieron por la Gran Barrera de Coral.

Una mujer vitalista, llena de energía. Una emprendedora a la que los límites impuestos desde una sociedad pacata no lograron frenar. Una voluntad y una determinación a prueba de bombas que permitió que una niña con raquitismo se convirtiese en una de las pioneras de la natación con una vista comercial y de la salud adelantada a su época. Un referente para todas las personas a las que ha llegado su historia.