¿Cine o literatura?

El mundo está cambiando muy rápidamente. Y el mundo es todo. Es absurdo intentar dar la espalda a algo tan evidente. Y es necesario ir indagando en territorios diversos para adaptar los recursos a la realidad

19 dic 2020 / 21:41 h - Actualizado: 19 dic 2020 / 21:54 h.
"Cine","Literatura","Ocio durante el coronavirus"
  • ¿Cine o literatura?

Imaginemos que un muchacho de trece o catorce años se aburre en casa, o pasa más tiempo del deseado por sus padres frente a la consola. Ya sabemos lo que va a pasar. Tarde o temprano, le dirán que sería mejor que se pusiera a leer un buen libro. Vamos a seguir imaginando. El muchacho, que está en edad difícil, decide, por una vez, buscar un libro en la estantería de su padre. Los recomendados para su edad le parecen relatos para lo que ellos llaman friki. Casi al azar, agarra un ejemplar de «El corazón de las tinieblas» de Joseph Conrad. Se sienta y comienza la lectura. A los quince minutos, la humanidad ha perdido a un posible lector. No le interesa nada de lo que le cuentan; el lenguaje le parece anacrónico, difícil; es todo un esfuerzo pasar de línea. Alguien puede decir que ese libro no es para un chico de su edad. Yo digo que esa es la excusa estúpida que se utiliza para justificar que nuestros jóvenes lean (sólo) libros de niños magos. Si papá o mamá se ocupasen de guiar cualquier tipo de lecturas otro gallo cantaría. Ah, claro, es que papá y mamá no leen, o leen otras cosas o no tienen tiempo. Perdón, no me acordaba.

Puestos a imaginar, sigamos los pasos de nuestro jovencito por la casa. Decide ver una película. Busca y encuentra una copia de «Apocalypse Now». Esta es de guerra, piensa. Y se anima con ella. Se la traga de principio a fin. Alguna parte le aburre algo más, pero termina viendo todo. Alguien puede decir ¡pero bueno, si esta película es violenta y horrible! ¡Cómo mi niño va a ver algo así! Lo dicen porque no se acuerdan de que su niño ha estado matando miles de enemigos en su consola y que si no lo ha hecho -porque en casa lo tiene prohibido- lo hará en casa de un amigo y sin ningún tipo de control. Oh, pero se produce un milagro. El chaval pregunta a su padre sobre la película. Comentan algunas cosas y nuestro jovencito se queda fascinado cuando su padre le dice que la película es una adaptación de la novela de Conrad. El muchacho vuelva a ver la película un par de veces sin terminar de entender lo que le cuentan y, voilà, un buen día lo intenta con «El corazón de las tinieblas», por si caza algo más.

Creo que, más o menos, en este lugar es en el que estamos. Las generaciones nuevas saben ver las cosas muy bien. Igual que antes se contó de maravilla mientras otros escuchaban con atención o se leyó en soledad. Ahora, la puerta de entrada es la imagen. Entonces, la pregunta obligada es ¿por qué no intentamos que los muchachos lleguen al mundo de la ficción a través del cine para que luego traspasen la frontera hacia la literatura? ¿Qué peligro vemos en ello?

Un niño puede tardar en leer un libro entre dos o tres semanas. Eso si lo acaba. Un niño puede tardar en ver una película lo que dura esta. Hora y media. Dos horas. Lo que sea. El mundo se mueve a toda velocidad. ¿Se perderá por el camino la literatura? No. Rotundo. Quien se interesa por un aspecto concreto del arte termina interesado por el arte entero. Se trata de descubrirlo. Porque quien aprende a ver un mundo nuevo en una película quiere descubrir otro más donde tenga que buscar. Ese esfuerzo para buscar pasa a ser accesorio.

He de decir, por no ser tramposo, que todo esto es el resultado de observar los progresos de mis cuatro hijos con respecto al relato. Con el primero intenté que la literatura fuese la primera de las opciones. La cosa salió regular. El segundo es el que está leyendo a Conrad. Y los pequeños harán lo que quieran. Sólo les tengo prohibido leer algunos libros que parecen estar escritos para tontitos y las obras de teatro en las que el actor sale al escenario dando voces para que ellos hagan lo mismo al contestar preguntas idiotas. Tonterías las justas. Ah, y son chicos de lo más normales. Buenas notas, capacidad para debatir los asuntos de su interés, tienen amigos y se relacionan con normalidad. En fin, normales y corrientes.

Piensen sobre ello. Tal vez estemos más de acuerdo de lo que pueda parecer en principio.