«Cineridos»: amor al séptimo arte

De ‘Casablanca’ a ‘Titanic’, pasando por ‘El Padrino’, ‘Pulp Fiction’, ‘Parque Jurásico’ o ‘Eduardo Manostijeras’. Todos estos títulos, y muchos más, son homenajeados desde la poesía y la ilustración por los sevillanos Abel González Canalejo y Lily Vainylla en «Cineridos» (Platero Editorial, 2022), una propuesta de lo más ‘cool’ que acaba de llegar a las librerías tras su presentación

11 jun 2022 / 17:16 h - Actualizado: 11 jun 2022 / 17:19 h.
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A lo largo de sus 127 años de vida, el cine ha sido estudiado, analizado y homenajeado de múltiples formas, ya sea desde el ámbito histórico, técnico, estético o social. Pero pocas veces se ha abordado, de manera monográfica, desde el terreno de lo lírico. En «Cineridos» (Platero Editorial, 2022), Abel González Canalejo y Lily Vainylla se han atrevido a hacer algo único hasta la fecha: reunir un conjunto de películas míticas de todos los tiempos y dedicarles poemas e ilustraciones. Él lleva veinte años escribiendo y ella supera el lustro ilustrando y diseñando. Ambos, sevillanos y pertenecientes a generaciones muy diferentes, son la confirmación de que la unión hace la fuerza, sobre todo cuando se trata de hacer cultura. «Cineridos» se presentó el pasado 1 de junio en la Casa de la Provincia de Sevilla, y desde entonces se encuentra disponible en todas las librerías en una edición cuyo formato (29,4 x 21 cm) entra por los ojos por su singularidad ‘cool’. Hablamos con el autor de los textos, Abel González Canalejo.

En el prólogo de Cineridos, Bruto Pomeroy, actor y director de la Escuela de Cine de la Universidad de Cádiz, afirma que «el cine puede ser poesía, y la poesía puede ser cine». ¿A qué se refiere exactamente?

A que la poesía no es exclusiva de la literatura sino que puede habitar en otras artes. Pensemos por ejemplo en las pinturas del realismo mágico, o en tantas y tantas películas rodadas con un lenguaje cinematográfico poético: las de David Lean, Bernardo Bertolucci, Francois Truffaut... Para mí, la poesía no habita en las cosas sino en los ojos de quien las mira, por ello hay directores de cine que hacen un uso poético de las imágenes contándonos historias con su lenguaje cinematográfico, pero en verso.

El libro arranca con una pregunta, «¿Por qué Cineridos?», en la que explica la historia que se oculta tras el título, retrotrayéndose incluso a su infancia. ¿Qué queda de aquel niño que descubrió Espartaco en el cine Pathé, o Los doce del patíbulo en el Avenida de Verano?

La capacidad de sorprenderme y de embelesarme con la belleza de ciertas películas. La ilusión del niño que fui sigue intacta en mí, a pesar de los años.

Cineridoses una obra hecha a cuatro manos. Ya desde la cubierta salta a la vista el talento de la ilustradora que le acompaña en esta aventura. Háblenos de Lily Vainylla.

Con este libro ha nacido una estrella que es Lily. Desde el principio tuvimos claro que sería una coautoría, un libro de los dos, pero es que Lily no ha aportado solamente las ilustraciones (cuya calidad habla por sí sola) sino además todo el concepto «art book» del libro: el formato, la maquetación, todo lo que implica imagen y estética... todo es suyo.

No ha debido ser fácil seleccionar las 31 películas que aparecen en la obra. ¿Qué método han seguido para elegirlas?

Puro capricho. Lily y yo fuimos proponiendo las que más nos gustaban a cada uno, razón por la que cubrimos un arco temporal de ochenta años de cine, ya que Lily y yo pertenecemos a generaciones diferentes (nos llevamos más de veinte años). Cuando llegamos a treinta películas decidimos parar y al final se coló la treinta y una. Finalmente nos encontramos con que habíamos cubierto todos los géneros y siete nacionalidades, pero no fue intencionado.

Según confiesa en la exégesis, el primer poema de Cineridosfue el dedicado a Psicosis, el legendario título de Alfred Hitchcock. No hace falta preguntarle qué escena le inspiró el soneto...

Claro. La escena de la ducha es la más estudiada de la historia del cine, es una lección magistral sobre lenguaje cinematográfico y nunca ha dejado indiferente a nadie durante generaciones. Se merecía un poema.

Versos, ilustraciones, una maquetación preciosa... Lástima que el libro no pueda contener música.

Si la contuviera ya sería —casi— cine. Sólo le faltaría el movimiento...

Los poemas dedicados a PulpFiction y León (El Profesional) nos recuerdan en cierto modo al teatro. ¿Se ha planteado realizar algún tipo de montaje con el material incluido en la obra?

No, la necesidad de introducir versos en forma de diálogos la impusieron las propias películas. Por ejemplo: ¿Qué es lo que todos recordamos más de Pulp Fiction? Obviamente sus diálogos. Por eso su poema está construido en forma de diálogos entre sus personajes.

Cineridos incluye versos heptasílabos (como los dedicados a Cantando bajo la lluvia), octosílabos (como los de Titanic), y endecasílabos (Jurassic Park). ¿Fue deliberada tal miscelánea de versos?

Cada película impuso su métrica. Así, por ejemplo, el poema de El Resplandor, que es una película de gran complejidad, está construido en alejandrinos, que son versos largos, pesados y pueden llegar a ser hasta opresivos. Titanic, en cambio, que es una película mucho más ligera, tenía que ser en versos más ágiles: un romance en octosílabos.

Otra de las curiosidades del libro es que, bajo el título de las películas, se apuntan frases pronunciadas por sus protagonistas. De este modo, podemos evocar a personajes como Vito Corleone (El Padrino), Ilsa Lund (Casablanca) o el Agente Brody (Tiburón).

Sí, eso es otro de los aciertos de la maquetación ideada por Lily. Todo en la estética de este art book es evocador del cine.

Y para rematar la obra, Lily Vainylla firma un precioso epílogo por el que desfilan Indiana Jones, Rhet Buttler, Eduardo Manostijeras o E.T., el extraterrestre. Mejor colofón, imposible.

Durante la redacción de la exégesis o introducción del libro me di cuenta de que subyacía, sin querer, mi historia personal con el cine. Por ello era justo que Lily pudiese contar la suya en el epílogo. Al final el resultado ha sido muy equilibrado: dos generaciones muy diferentes cuentan su experiencia con el cine unidas por el mismo amor al séptimo arte.