Cómo afrontar El Miedo y muchas cosas más desde la música

Luis Brea es el nombre artístico bajo el que la música fluye y juega a sonar de diferentes maneras, al tiempo que las letras se agarran a situaciones cotidianas retratadas desde un punto de vista particular. ‘Luis Brea y El Miedo’ (2015) es el último trabajo de la banda

06 jul 2015 / 10:35 h - Actualizado: 06 jul 2015 / 10:37 h.
"Música - Aladar"
  • Luis Brea durante una actuación en directo.
    Luis Brea durante una actuación en directo.
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Luis Brea es uno. O ninguno. O varios a la vez. Porque la verdadera identidad del front man de este conjunto es la de Luis Alberto Alemaza López. Sin embargo, Brea fue un apellido que se perdió entre las generaciones de su familia y que decidió rescatar a modo de antifaz, con la firme intención de crear una personalidad que reluciese bajo los focos, entre letras y acordes. Luis Brea comenzó siendo un proyecto en solitario, de esos de voz y guitarra al pecho, que dio el pistoletazo de salida con el llamativo epé De lo dicho nada (2011), donde las cinco composiciones que lo integraban daban cuenta de unas letras punzantes y personales. En su siguiente trabajo se rodeó de otros músicos, y en la actualidad a la identidad de Luis Brea se han unido Jorge Martí (guitarra y sintetizadores), Nacho Mora (bajo) y Lázaro Fernández (batería). Por eso, Luis Brea y El Miedo cuenta con una producción más completa, más trabajada, donde incluso muchos de los arreglos que la agrupación tenía preparados en su formato acústico tuvieron que quedarse por el camino.

No es fácil enfrentarse como músico a ese momento en el que, una vez los pies dentro del estudio de grabación, parte de las composiciones toman una nueva forma, un nuevo sentido. Pero esos procesos, cuando son conscientes y elaborados, suelen convertirse en sinónimo de acierto. Algo así ha pasado en el último trabajo de Luis Brea, donde se han respetado las ideas que la propia música expresa a través de sí misma. De esta manera, diez nuevas canciones han visto la luz, después de que el proyecto de crowfunding puesto en marcha para financiar el disco se saldase con éxito.

El verano del incendio abre la propuesta musical, una canción que empieza de manera potente para dejar paso a una letra desenfadada, donde se describe la experiencia de un festival de verano y que conecta a la perfección con la armonía a la que se da rienda suelta. Le sigue Parchís, donde las guitarras cuentan con una distorsión más sucia y el pulso, tanto el musical como el personal, se acelera con respecto al tema anterior. De manera un tanto metafórica, se habla de una situación vivida de manera muy intensa por quien da voz a la misma; quién o qué será la «ficha de color azul». A continuación suena Discotecas, donde el tono y el ritmo cambian por completo. De nuevo volvemos a la conexión con la gente de a pie, de esas que coleccionan historias y situaciones triviales, donde el mal trato en una discoteca y el diálogo en torno a cuestiones sexuales se convierten en protagonistas, o en simples personajes más en un decorado cualquiera. Pero el punto de vista, acompañado de la melodía, convierte este tipo de temas en marca de la casa cuando hablamos de Luis Brea. No obstante, hay sitio para otros enfoques, para otras obras musicales. Es el caso de Mil razones, una de las canciones más célebres de este disco. Con una apertura más acústica e íntima, marcando ya la pauta de lo que está por venir, letra y melodía se enlazan para brindar una canción de esas que se recitan de memoria con los ojos cerrados, para llegar a un estribillo pleno. Sin duda, una de las mejores composiciones de Luis Brea y El Miedo.

La primera mitad del disco se cierra con After crisálida, de cadencia suave y pegadiza. Da la sensación de que Luis Brea se vacía un poco tras los dos primeros temas con los que abre el trabajo, enseñando luego de manera más íntima su alma, o el de su música. Aunque la sensación se diluye en cuanto empieza a sonar Más de veinte, como si creyese necesario poner pausa a ese arrebato de relación tan íntima entre artista y oyente. Lo hace, eso sí, con una canción de ritmo más animado que no deja atrás lo que se desprende de todo lo que ha sonado con anterioridad. Y, en resumidas cuentas, eso es lo que ocurre con lo que viene a continuación. En Hada roja, la estructura es más sencilla y circular, con un sonido de guitarra más desnudo y protagonista. Al contrario que en Resurrección, donde el tempo vuelve a crecer y las guitarras suenan más gruesas, bien acompañadas por una batería y un bajo muy marcados; la sonoridad lograda no deja de recordar a grupos como The Cure. Porque si Luis Brea quiere sonar a los ochenta, suena. Tres cruces y Singles son las canciones con las que cierra el álbum, ambas diferentes entre sí y, al mismo tiempo, aderezadas con similares particularidades que riegan todo el trabajo. En todo caso, Luis Brea y El Miedo pone punto y final del mismo modo en que abre, con potencia y despliegue sonoro.

Así queda reflejado el miedo, el miedo cotidiano a las situaciones cotidianas, pero también a aquellas que han envuelto la producción de este disco. Y, junto con el miedo, cientos de cosas y experiencias más. Ahora solo queda que la formación se decida a llenar su agenda con fechas de conciertos, para aprovechar esta época donde los festivales y los directos musicales se convierten en protagonista casi absoluto. Mientras tanto, para calentar motores, su disco está a disposición de todos en plataformas como Spotify. Una buena oportunidad de comprobar si el miedo de Luis Brea, y esos cientos de cosas más, comparten alguna particularidad con los de uno mismo.