«Cosas que pasan en la frontera» es un relato con el que So Blonde intenta indagar en diferentes aspectos de la realidad que van de la reivindicación de un mujer libre y alejada del yugo masculino, hasta el uso de un lenguaje de tono alto que permita expresar sin límite
So Blonde habla en «Cosas que pasan en la frontera» de todo lo que una mujer parece estar obligada a hacer por serlo, de todo el sufrimiento que la mujer soporta frente a los altares masculinos; y para ello busca en el diccionario esas palabras que convierten el texto en algo mucho más refinado, más sofisticado. El contraste entre la mugre y la belleza de las palabras es imponente. El resultado final es un Tarantino aunque refinado hasta el extremo.
El narrador que utiliza So Blonde está pegadísimo a la acción. Sabe todo y elige todo lo que quiere que sepamos. La alternancia ilimitada de la voz nos traslada de consciencia en consciencia sin que nada chirríe, sin sensación de estar punto de asistir a un accidente literario de consecuencias irreparables. Además, narra eligiendo las palabras exactas, utilizando los símiles más mordaces, manejando imágenes que, sin enredarse con alharacas literarias innecesarias, hace del relato un ejemplo de economía narrativa. Se encuentra instalado, por otra parte, en una zona en la que el humor más negruzco ayuda a expresar lo que no se podría decir sin pisar territorios peligrosos para los más moralistas o, mejor, moralinariteros. Y este narrador no podría ser otro. Más objetivo hubiera resultado muy soso y hubiera impedido conocer aspectos fundamentales de los personajes (So Blonde los dibuja utilizando el pasado y una zona expositiva independiente para cada una de las almas principales); un narrador personaje nos hubiera impedido conocer un universo que tamizado por su consciencia se hubiera convertido en un lugar muy pequeño cuando la intención de la autora está justo en el otro extremo; y distanciar la mirada de la acción haría que el relato se convirtiera en una trama en la que la sangre sería la verdadera y única protagonista cuando, en realidad, es la mujer la reina del relato.
So Blonde cuenta la historia de un atraco, cuenta lo que es una mujer en distintos lugares y cuenta que la estética no vence a la ética si se trata de postrarse ante los cetros masculinos. Los disparos resuenan, los gritos de dolor atronan y los detalles del escenario construido por So Blonde fascinan.
Olga Artigas pone el trazo. Las ilustraciones van acumulándose para matizar con extraordinaria nitidez lo que el texto arroja. Cada una de las ilustraciones arrastra al lector a un mundo duro, correoso, un espacio que se sostiene sobre todo lo que las personas no deberían conocer jamás. Complementa el texto de maravilla; del mismo modo, el relato se enrolla sobre cada detalle de las ilustraciones para que se puedan comprender sin tener que abandonar los detalles por el camino.
El libro está muy bien. Se lee con facilidad puesto que la tensión narrativa es robusta y no cede ni un instante; porque la extensión es reducida y el nivel de exigencia no es excesivo. La autora ha conseguido un equilibrio que se agradece en los tiempos que corren. Divierte y, al mismo tiempo, escandaliza y permite reflexionar. Es una excelente opción para regalar estas navidades.
El sello sevillano Ediciones Vernacci acierta de pleno con esta apuesta.
Calificación: Bueno.
Tipo de lectura: Fácil. Envolvente.
Tipo de lector: Hombres y mujeres.
Personajes: Bien justificados aunque carecen de profundidad.
¿Dónde puede leerse?: Si Juárez (México) te queda retirado, en casa se puede leer la mar de bien.