Cuando el flamenco cambió para siempre

¿Qué pasa si los astros juntan a un cantaor flamenco, un artista internacional y un músico experimental? Un tsunami, algo grande y polémico. ¿Y si además a los tres les une la pasión por Lorca? Omega, el disco que cambió el flamenco. Hoy, es una leyenda, se entiende mejor y ha envejecido muy bien.

26 nov 2016 / 12:00 h - Actualizado: 24 nov 2016 / 19:46 h.
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  • Enrique Morente cambió el flamenco con ‘Omega’. / El Correo
    Enrique Morente cambió el flamenco con ‘Omega’. / El Correo
  • Enrique Morente y Leonard Cohen en el Hotel Palace. / El Correo
    Enrique Morente y Leonard Cohen en el Hotel Palace. / El Correo
  • Enrique Morente. / El Correo
    Enrique Morente. / El Correo
  • Carátula del disco ‘Omega’ de Enrique Morente y Lagartija Nick. / El Correo
    Carátula del disco ‘Omega’ de Enrique Morente y Lagartija Nick. / El Correo

Omega fue el resultado de una alquimia mágica entre Leonard Cohen, Enrique Morente y Lagartija Nick, que casi por casualidad, se juntaron para hacer un disco homenaje a García Lorca. Fue un trabajo que fluyó entre los tres, pero que tuvo muchas piedras en el camino, sólo el tesón y las ganas de experimentar de estos músicos pudieron con todas las dificultades para que Omega saliera a la luz. De esto hace ya 20 años, que no es nada para una obra maestra.

Enrique Morente siempre fue un cantaor heterodoxo, de hecho solía decir que él tenía que haberse dedicado al rock, no al cante jondo. Espíritu inconformista donde los haya, experimentó con sonidos magrebíes, jazz e incluso con un coro búlgaro. Su empeño era acercar el cante a la gran mayoría, porque, según él, «la música para la minoría debería ser la música mala». Muchos no entendieron este principio y lo tildaron de asesino del cante. Muy lejos de amedrentarse, Morente pensaba que molestar era muchas veces necesario para evolucionar. Desde luego, él era una autoridad para poder decirlo, porque, aunque no leía música, desde muy joven se interesó y respetó la tradición del flamenco, lo que le hizo un gran conocedor del mismo.

En el año 1992 el biógrafo de Leonard Cohen, Alberto Manzano, le regala al músico por su 60 cumpleaños un disco de Enrique Morente y la propuesta de llevar algunas de sus canciones al flamenco. Cohen, se había enamorado de la obra de Lorca y del flamenco casi por casualidad. Según dijo en su discurso de entrega del Premio Príncipe de Asturias de 2011, les debe mucho a ambos. Su versión del poema «Pequeño Vals Vienés» transformado en «Take this Waltz» fue un éxito mundial. Manzano mostró la obra de Morente a Cohen y al revés y ambos quedaron maravillados. El encuentro entre los artistas se produjo un año más tarde en el Hotel Palace de Madrid, el lugar donde Lorca iba a beber. La química entre ambos se materializó, charlaron, poco, porque tanto uno como otro eran de carácter introvertido y tenían la barrera del idioma, pero se entendieron, «se presentaron sus respetos mutuos», como dijo Cohen. Fue ahí donde Morente le prometió a Cohen que adaptaría al flamenco sus temas lorquianos: «Manhattan», «Hallelujah», «Priests» y «Take this waltz». A partir de ese momento la vida de los Morente giraría en torno a esas canciones, toda la familia quedó inmersa en la música de Leonard Cohen, Enrique cantaba y pedía a sus hijas que siguieran con palmas el compás, un viaje, un día en la playa, cualquier actividad cotidiana estaba impregnada de lo que sería el germen de Omega.

Si la letra la pondría Leonard Cohen a través de la poesía de Lorca, la voz la daría Enrique Morente con ayuda de su clan, faltaba quien pusiera la música al proyecto, que sería mucho más que un disco de flamenco. Por aquel entonces, el grupo granadino de rock alternativo Lagartija Nick acababa de publicaba su tercer disco «Su» y la música de Antonio Arias, líder del grupo, empezó a ser conocida. Morente, también granadino, pensó en ellos para poner música a Omega con la intención de aunar el cante jondo, Lorca y los sonidos punk y rock. Una mezcla extraña, pero que si salía bien, podría llegar a ser una obra maestra.

Aunque los temas en el estudio de ensayo iban fluyendo fácilmente, Omega no fue un camino de rosas. Hubo de todo. Poco antes de salir a la luz, Eric, el baterista de Lagartija Nick, abandonó la formación, lo que supuso un momento de muchas dudas. El 28 de febrero de 1996 decidieron lanzar un globo sonda: actuaban en el Teatro Albéniz de Madrid Morente y Tomatito y decidieron que en los bises saldría Lagartija Nick tocando algunos de los temas de lo que sería muy pronto Omega. La bronca tuvo dimensiones épicas, les dijeron de todo e incluso tuvieron que esperar para abandonar el teatro porque les querían pegar. Y es que Madrid, siempre fue una plaza difícil de torear... Omega no se entendió o, simplemente, no fue el momento adecuado de presentarlo, ante un público amante del flamenco más puro. Aunque puede que el problema que fue más difícil de salvar fue el de encontrar una discográfica que quisiera grabar el disco. Se fue peregrinando de una a otra hasta que, gracias al mecenazgo del arquitecto polaco Antonio Idzikowski, el sello independiente El Europeo se lanzó a grabar Omega. La muerte de la madre de Enrique Morente parecía que también haría tambalear el disco, aunque lo que hizo fue dejar su impronta y que el cante de Morente fuera aún más profundo.

Finalmente, en diciembre de 1996 Omega sale al mercado. Y como nadie es profeta en su tierra, aquí en España fue un disco polémico y vilipendiado, mientras que en el resto del mundo fue tratado como una obra de arte. No era la primera vez que ocurría algo así. Ya en el 79 Camarón fue criticado también por una versión de Lorca, «El Poema del Tiempo», otra genialidad. Incluso Paco de Lucía y su acercamiento al jazz no fue bien visto. Pero hay que decir que Omega iba algo más allá, mezclando sonidos del rock más potente con el flamenco más profundo. Seguramente Lorca, que fue un vanguardista en su época, hubiera dado el visto bueno. En este disco se junta la tradición flamenca más arraigada, la poesía más culta y la música más moderna y popular. Es un sonido para todos y para ninguno, que se puede escuchar en un tablao o, como pasó en 2008, en el Festival de Benicassin, la meca de la música alternativa. Con los años, Omega no ha envejecido, si no que se ha ido entendiendo más y ha alcanzado la categoría de leyenda de la música. Obra de arte, disco polémico y transgresor donde los haya, algo que difícilmente podría haber ocurrido en otro momento y con otros actores que se unieron contra viento y marea para sacar el proyecto adelante. Omega es la libertad artística elevada a obra de arte.