«Día de lluvia en Nueva York»: Melancolía, jazz y amor

Deliciosa comedia romántica en la que el enredo, la chispa en los diálogos y el detalle elegante en cada toma se hacen protagonistas. Allen en estado puro

15 jun 2020 / 11:55 h - Actualizado: 15 jun 2020 / 12:08 h.
"Cine","Cine - Aladar"
  • Timothée Chalamet interpreta el papel principal que, como muchas veces, es el ‘alter ego’ de Woody Allen. / El Correo
    Timothée Chalamet interpreta el papel principal que, como muchas veces, es el ‘alter ego’ de Woody Allen. / El Correo

Son muchas las razones por las que «Día de lluvia en Nueva York» («A Rainy Day in New York», 2019) del realizador norteamericano Woody Allen puede gustar mucho al que se asoma para mirar la pantalla. Pero, de ellas, las más poderosas son, sin duda, la banda sonora y la ciudad de Nueva York convertida en un personaje más. El resto funciona como un reloj al ritmo de una partitura deliciosa, colocado todo en el centro de un escenario que Woody Allen entiende y aprovecha como nadie.

Nueva York y la lluvia ya nos llevan sin remedio a la melancolía, a la quietud, a una inocencia que solo los jóvenes pueden manejar sin convertirla en un esperpento. No hay que olvidar que el agua siempre fue símbolo de renovación, de trasparencia, de pureza. Y no hay que olvidar que Nueva York es ese lugar del mundo en el que todo puede ocurrir y en el que las oportunidades esperan detrás de un seto, de una mirada o de esa palabra que solo uno mismo puede escuchar.

«Día de lluvia en Nueva York»: Melancolía, jazz y amor
La dirección actoral de Woody Allen logra resultados sorprendentes puesto que saca petróleo de algunos pozos más vacíos que otra cosa. / El Correo

La banda sonora de «Día de lluvia en Nueva York» es deliciosa. Conal Fowkes (cuando el protagonista dice que necesita escuchar algo de Irving Berlin, Fowkes suena interpretando una maravillosa versión de «They Say It's Wonderful») y Erroll Garner (»Misty», compuesta e interpretada por él mismo preside la partitura) son los principales intérpretes y arrastran sin remedio a ese lugar secreto y fabuloso en el que Allen convierte la ciudad. Sin esta banda sonora la película no funcionaría igual de bien.

Allen regresa a la construcción de su alter ego, al sexo, a Dios, a la imposibilidad de un amor verdadero salvo casos excepcionales, a la bondad como arma de destrucción masiva de inteligencias... Todo Allen está en la película. Y esa es una de las razones por las que los seguidores del realizador pueden pensar que les están contando, otra vez, la misma cosa. Es posible que tengan algo de razón aunque es lo mismo lleno de matices, de detalles casi imposibles, de diálogos chispeantes, de una puesta en escena primorosa y una dirección actoral improbable (Allen saca petróleo de donde no hay nada). Vestuario, peluquería, maquillaje, perfectos. Montaje sencillo y efectivo. Fotografía detallista y luminosa.

Timothée Chalamet interpreta el personaje protagonista. Se retuerce como Allen, piensa como Allen y vive como Allen. Selena Gomez da lo que tiene que es bastante poco aunque es la perseverancia que representa lo importante de su trabajo. Jude Law, Diego Luna y Liev Schreiber son valores seguros que Allen introduce en el elenco sabiendo que necesita a la artillería pesada para pelear contra la falta de experiencia del resto del reparto, incluida Elle Fanning. El conjunto es más que aceptable.

Los amantes del cine de Allen están obligados a ver esta película. Les gustará. Es uno de esos trabajos que te colocan una sonrisa tontorrona desde el principio y te la dejan puesta un par de días. Y eso, tal y como están las cosas, es un verdadero tesoro.

«Día de lluvia en Nueva York»: Melancolía, jazz y amor
Cartel de ‘Día de lluvia en Nueva York’. / El Correo