Lorca siempre será Lorca. Si, además, alguien adapta alguna de sus obras con gracia, respetando la esencia y con excelencia artística, el resultado es de lo más agradable. Y esto es, exactamente, lo que vivimos el pasado día 2 de junio sobre el escenario del Teatro Fernán Gómez de Madrid: gusto, respeto y un nivel artístico extraordinario.
Aleluya Erótica es la adaptación de Juana Casado de la obra de Federico García Lorca Amor de don Perlimplín con Belisa en su jardín, una pieza breve que rebosa simbología, lirismo y una lectura del universo del amor que pone del revés a cualquiera que se acerque a ella. Si bien es verdad que el autor utilizó un clásico (el amor no correspondido entre un anciano y un alma joven que busca evitar las aristas de la realidad) el texto es de una profundidad inmensa y el arco dramático de los personajes nos permite bucear en consciencias sumergidas en ese océano de emociones que nos convierte en personas y que tan mal solemos entender.
Pues bien, Aleluya Erótica es la adaptación de esta obra en el ámbito de la danza y el cante flamenco. La dramaturgia se recupera a través de algunos fragmentos del texto original aunque, ya está dicho, la esencia queda intacta. «¡No es tu alma lo que yo deseo!, ¡sino tu blanco y mórbido cuerpo estremecido!» le dice don Perlimplín a Belisa. Del mismo modo, se refiere al amor describiéndolo como un bisturí de cuatro filos. Y es que de eso va la cosa. El anciano, solo como todos ellos, descubre el deseo mientras Belisa está descubriendo el mundo a través de los sueños, de las fantasías, mientras se está conociendo a sí misma. Y, por supuesto, nada puede funcionar cuando se transita una senda tan tortuosa, cuando el amor se convierte en arma asesina.
Rosario Toledo es una bailaora excepcional. Impagable durante toda la representación, nos dejó, en el cuarto y último cuadro de la obra, una carga de sensualidad descomunal con un baile técnicamente depurado y cargado de expresividad. Sonaba el Pequeño vals vienés (poema de Lorca incluido en Poeta en Nueva York) y la potentísima voz del cantaor José Valencia; Rosario Toledo bailando dentro de una fuente de agua que sirve como símbolo de renacimiento, de pureza. La bailaora consigue un nivel interpretativo de gran nivel y logra que Lorca aparezca en escena con nitidez. Esa explosión ya se había producido cuando el guitarrista Dani Morón tocaba por soleás y Rosario Toledo nos llevaba de un sentimiento a otro, de la libertad a la ira.
José Valencia canta muy, muy, bien. Y tampoco se achica al tener que moverse por el escenario. Logra, por ejemplo, una escena de desencuentro con la personaje de la bailaora francamente brillante. Tanguillos, cantiñas o granaina, fueron algunos de los palos que cantó. Con poderío y profundidad.
Dani Morón, al fondo del escenario, primero tras una cortina, luego casi a oscuras, acompañó con la guitarra. Excelente músico este hombre.
Sí que hay que resaltar unos pequeños problemas con el sonido que, al producirse, resultaban molestos. Nada importante aunque debería evitarse. Por otra parte, la iluminación casi quirúrgica está diseñada con destreza.
La puesta es escena es sencilla. Todo se distribuye sobre el escenario para que el espacio escénico al completo pueda ser utilizado por Rosario Toledo. Las referencias a la obra original de Lorca son evidentes. ¿Por qué cinco cortinas sobre la tarima? Porque Lorca ya creó cinco amantes y esas cortinas son los balcones desde donde llegan.
En definitiva, Aleluya Erótica resulta ser un espectáculo más que agradable que, posiblemente, pueda servir para que los que llegan a mirar el flamenco por primera vez se vean invitados a seguir y para que los aficionados disfruten de un trabajo excelente en todos los aspectos.
Ésta ha sido una forma de comenzar el festival Flamenco Madrid 2016 más que acertada. Hasta el próximo 30 de junio pasarán por el escenario veinte compañías de baile, cante y toque incluyendo a la compañía finlandesa Kaari & Roni Martin. Ya veremos qué es lo que pasa. Aunque ya tenemos una alegría garantizada: Madrid repite con el festival.