Especial cine de Terror

«El exorcista»: El demonio llama a tu puerta

No se puede hablar de cine de terror sin mencionar una de las obras de arte de ese género, ‘El exorcista’. El mal en estado puro, el diablo retratado en su esencia sin excesos, un guion cuidadoso, unas interpretaciones magníficas y miedo, muchísimo miedo

25 oct 2020 / 21:15 h - Actualizado: 25 oct 2020 / 21:36 h.
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  • Imagen icónica de la película que se utilizó en el cartel. / El Correo
    Imagen icónica de la película que se utilizó en el cartel. / El Correo

«El exorcista» («The Exorcist», 1973) es una película del realizador William Friedkin que no ha sido superada por ninguna otra del género de terror. Es algo más que una película. Se prefiere no hablar de ella; el pensar en las escenas más icónicas de la película sigue poniendo los pelos de punta a más de uno; es como si «El exorcista» fuera mucho más real que la propia realidad. Es tal el horror que despierta entre los espectadores que se hace inevitable escapar de sus garras. Durante los primeros meses, después de su estreno el año 1973, los espectadores más remilgados sufrían ataques durante la proyección. Es verdad que actualmente los efectos especiales son otros, que el maquillaje es más perfecto y que la técnica supera con creces aquello que parecía insuperable el año 1973, pero el miedo, el terror que se respira viendo la película, no hay ordenador que lo genere mejor.

El escritor y guionista William Peter Blatty publicaba en 1971 su novela «El exorcista» tomando como referencia para montar la trama un caso real de 1949. No funcionó bien en librerías aunque el destino logró que por una concatenación de casualidades favorables pudiera hablar de su libro más de media hora en un programa de máxima audiencia en EEUU.

«El exorcista»: El demonio llama a tu puerta
La carga teológica del guion es sólida y exacta. / El Correo

El realizador encargado de rodar la película fue William Friedkin, ganador del Oscar por su trabajo en «The French Connection» (1971), un director muy quisquilloso y malhumorado.

«El Exorcista» es una película en la que el exceso no aparece por las buenas; al contrario, la carga teológica del trabajo es intenso y las prácticas exorcistas son bastante realistas. El diablo es un mentiroso, el rey de la mentira que intenta desesperar a los personajes. Y en este detalle encontramos el sentido de la cinta porque se quiere hacer un retrato de esa desesperación, interesa el personaje y cómo su forma de entender el mundo le puede llevar a la ruina personal o al éxito. El diablo, el mal, es el vehículo para entender el mundo y no al contrario. Por eso, «El Exorcista» causa tanto terror, porque habla de nosotros.

«El exorcista»: El demonio llama a tu puerta
Aunque los efectos especiales han evolucionado mucho, los que se utilizaron en ‘El Exorcista’ no eran nada malos y causaron estupor entre los sustados espectadores. / El Correo

Las interpretaciones son maravillosas. El padre Merrin es el personaje encarnado por un magistral Max Von Sydow. Serio, perfectamente maquillado para parecer treinta años mayor (cuentan que las sesiones de maquillaje fueron una tortura). Jason miller es el padre Karras, un sacerdote en plena crisis de fe que se enfrenta al mal para encontrarse a sí mismo. La madre de Regan (la niña poseída por el diablo) fue encarnada por una espléndida Ellen Burstyn. Y la niña Linda Blair hace de niña. Eso sí, algo desmejorada. La exigencia de Friedkin fue altísima. Ellen Burstyn fue obligad a repetir algunas escenas violentas en las que un operario tiraba de una cuerda para que cayera después de ser golpeada por la niña. Sufrió una lesión crónica desde entonces. Linda Blair grabó escenas en las que era incapaz de decir el texto sin gritar al mismo tiempo, por ejemplo, en las que está sobre la cama que se mueve.

La fotografía es excelente y el montaje una maravilla. La partitura de Jack Nitzsche incluye el tema de Mike Oldfield «Tubular Bells» que quedó, para siempre, asociado a la película.

Un amante del cine no puede serlo sin ver, al menos una vez, «El Exorcista». Si no se vuelve a acercar a la película es comprensible porque es más que una película, es el retrato del mal. Del mal de verdad. Y eso causa miedo del auténtico.

«El exorcista»: El demonio llama a tu puerta