«El hombre de la dinamita»: Las cosas pequeñas

La vida de las personas evolucionan gracias a lo que ha ido pasando con el paso del tiempo. Pero el pasado no siempre es eso que sucedió. A veces, el pasado el lo que recordamos y cómo lo hacemos

22 ago 2019 / 12:50 h - Actualizado: 22 ago 2019 / 13:00 h.
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  • Henning Mankell. / El Correo
    Henning Mankell. / El Correo

Oskar Johansson sufre un accidente laboral. La dinamita que debe destrozar la montaña, de paso, le arranca una mano, un ojo y le amputa la mitad del pene. Todo el universo de Oskar se tiñe de color blanco hasta que se recupera milagrosamente en el hospital.

Un accidente así no parece que pueda ser superado en violencia y consecuencias. Pero Henning Mankell, en El hombre de la dinamita (Bergsprängaren, 1973), narra la vida de Oskar Johansson desde esas cosas pequeñas, casi insignificantes. Oskar nos cuenta su accidente aunque puede escuchar la risa de su esposa con más nitidez que el ruido de la explosión. Oskar puede sentir el tacto de un objeto, puede amar sin condiciones a los que ya murieron tiempo atrás. Son las cosas menudas las que construyen las esencias de las personas. A veces, lo grande se pierde en el recuerdo y deja de tener importancia. Ninguna importancia. Oskar hablaba con su esposa, Elvira, de un póster que explicaba el mundo que le tocaba vivir a la clase trabajadora. De eso hace muchos años aunque sigue escuchando a la mujer y siente la necesidad de luchar por la igualdad de las personas. Se emociona pensando en esa frase escrita en castellano (que nunca supo traducir). ‘El pueblo te defiende’. Junto a las imágenes que rodeaban la frase todo se entendía perfectamente.

«El hombre de la dinamita»: Las cosas pequeñas
Portada de ‘El hombre de la dinamita’. / El Correo

Henning Mankell logra un relato estupendo que nos dice que solo la escritura puede acercarnos a la verdad porque solo así se puede escuchar el significado de un silencio, solo así se puede entender lo no dicho, un relato que dibuja a las personas como esencia de todo (si desaparecen todo cambia porque falta una mirada, una inteligencia que todo lo transforma). Henning Mankell nos cuenta la vida de un personaje que es lo que es gracias a lo que recuerda y no a lo que sucedió. Nos cuenta las necesidades de un pueblo, de una clase obrera, a través de un papel pegado a la pared (y hace un análisis maravilloso en su simpleza y economía).

Mankell escribe para que las ideas nos vayan asaltando, para que aprovechemos lo que destila cada palabra colocada en el lugar exacto, para que escuchemos ese silencio tan expresivo.

El que escribe se queda con una idea que llega en la última página del relato, una página entrañable y bellísima: El futuro es el tiempo en el que los recuerdos se hacen realidad. Tal vez no estaba en el relato, pero es la que me ha asaltado a mí antes de cerrar el libro.

Calificación: Excelente.

Tipo de lectura: Emotiva, fascinante.

Tipo de lector: Aquí no hay límites. Todos.

Argumento: La importancia de las cosas pequeñas es infinito.

Personajes: Redondos, dibujados con muy poco.

¿Dónde puede leerse?: Mirando el mar; sintiendo los pequeños y fundamentales que somos al mismo tiempo.