Especial cine de Terror

«El hoyo»: Nuestra parte más salvaje y un Quijote del futuro

«El hoyo» consiguió en el Sitges Film Festival, el premio a la mejor película, al director novel, a los efectos especiales y el del público. Y no es de extrañar porque el trabajo de Galder Gaztelu-Urrutia es espléndido para tratarse de una ópera prima

28 mar 2020 / 18:10 h - Actualizado: 28 mar 2020 / 18:30 h.
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  • ‘El hoyo’ es la película de moda en la España del confinamiento. / El Correo
    ‘El hoyo’ es la película de moda en la España del confinamiento. / El Correo

«El hoyo» es una muy buena película. Con un presupuesto más que reducido, el realizador Galder Gaztelu-Urrutia logra un trabajo estupendo. Es inevitable, desde el primer momento, recordar el peliculón de Vincenzo Natali «Cube» y, a veces, la sensación de deuda es algo excesiva. Tanto es así que llega a incomodar puesto que las premisas de las que parte «El hoyo» ya estaban en esa película hace muchos años. Pero, no por ello, se trata de un trabajo menor.

El personaje principal, encarnado por Ivan Massagué, es una especie de Quijote que terminará buscando su particular forma de perder la razón. Y por el camino verá sus gigantes, encontrará a su Sancho Panza (negro, eso sí) y distintas formas de enfrentar una realidad completamente brutal y hostil. Porque lo que sabemos es que ‘la Administración’ encierra a cientos de personas, dos por nivel que llegan a sumar 333 alturas. Al nivel 1 llega comida en una plataforma. En abundancia, deliciosa. Al 2, las sobras. Al último, lógicamente, nada.

La película habla de las clases sociales, de Dios, de las ideas políticas... Pero, sobre todo, habla de la condición humana y de cómo, dentro de un grupo, las habilidades de cada uno deben complementar las del resto. Todo esto ya estaba en «Cube».

«El hoyo»: Nuestra parte más salvaje y un Quijote del futuro
La maternidad, en su aspecto más salvaje, tiene un hueco destacado en la película. / El Correo

Ivan Massagué cumple bien aunque los secundarios sobresalen de forma especial. Zorion Eguileor, que interpreta el papel de un personaje muy desagradable, lo borda y sirve de locomotora desde el principio de la película. Antonia San Juan, más discreta, aporta con su trabajo una carga ideológica de gran calado y lo necesario para que crezca el principal interpretado por Massgué. Emilio Buale, el escudero negro, está muy bien siendo su papel muy peligroso puesto que invita al histrionismo. La dirección actoral es notable, la puesta en escena precisa, el vestuario simple aunque eficaz, el guion funciona bien aunque a mitad del libreto todo fluye de una forma más forzada.

La película merece la pena porque logra crear un clima terrorífico, un universo de ideas inquietante que perturba, un ambiente cercano al gore que estalla en la cara del espectador al que se le está recordando su lado más gris, más salvaje y animal.

Ahora, en pleno confinamiento, se entiende a la perfección una de las principales ideas del trabajo de Galder Gaztelu-Urrutia. Nunca creemos que nos pueda tocar eso de vivir en un nivel inferior, de pronto, sin aviso. Y sí, de un día para otro, vamos del 1 al 56 sabiendo, ya con certeza, que por debajo quedan muchos niveles y que todo puede ocurrir.

«El hoyo»: Nuestra parte más salvaje y un Quijote del futuro