El Quijote a destiempo

Cada novela debe llegar en el momento adecuado para el lector. Y las grandes obras no se libran de una selección natural y no programada por parte de personas que tienen intereses distintos y prioritarios a los que representa ese texto en un momento determinado. Por ello, obligar a leer no parece la mejor forma de acercar a alguien a la lectura.

19 mar 2016 / 12:35 h - Actualizado: 15 mar 2016 / 13:01 h.
"Tribuna Aladar","Miguel de Cervantes"
  • Don Quijote y Sancho Panza. / El Correo
    Don Quijote y Sancho Panza. / El Correo
  • Don Quijote se enfrenta con los molinos de viento. / El Correo
    Don Quijote se enfrenta con los molinos de viento. / El Correo

¿Cuántos son los que afirman haber leído Don Quijote de la Mancha y no han sido capaces de hacerlo? Ya se lo digo yo: muchísimos. No sé que extraña razón hace mentir descaradamente a algunos sujetos. Parece que no haber leído la novela de Miguel de Cervantes es una especie de delito que se paga con buena parte de la reputación o algo peor. En cualquier caso, existe un motivo por el que la lectura de esta novela es una fantasía generalizada y no se suele confesar el fracaso al intentarlo.

Todos hemos escuchado que Cervantes dinamitó los cimientos de la literatura; que Cervantes construyó la voz más moderna de la historia que, además, no ha sido superada jamás; que Cervantes es el escritor más importante de todos los tiempos. Y, encima, que es el orgullo nacional. Claro, si eres español, si quieres parecer mínimamente culto, si deberías haber leído la novela siendo un chaval cuando la lectura en el colegio era obligatoria y optaste por el método me leo un buen resumen o, dicho de otro modo, si no has sido capaz de leer la novela que modificó el mundo, la cosa queda rara. No se puede ir de guay por la vida sin El Quijote leído. Viste mucho nuestro querido Cervantes.

¿Por qué no se lee este novelón?

En primer lugar, el castellano de Cervantes nos resulta arcaico, incómodo, exigente en exceso. Leer en tu propio idioma y tener dificultades para entender es traumático. ¡Si ya cuesta que la gente lea el periódico o libros facilones¡

Por otra parte, eso de leer porque lo dice un ministro y sus asesores no ha gustado mucho. Ni ahora ni nunca. Y si la orden llega cuando eres adolescente agrada mucho menos.

Podría ser que alguien pensara que esto que digo es una frivolidad o que estoy intentando hacer una gracia. Pues no. Estoy absolutamente convencido de lo que afirmo.

Yo no leí El Quijote en el colegio. Me pareció un tostón, un esfuerzo que no merecía la pena. Casi nada, siendo un adolescente, te parece que tenga importancia salvo tú mismo. En la balanza para intereses de un quinceañero El Quijote no tiene ninguna posibilidad. Incluso en la de un quinceañero con ciertas tendencias literarias como era yo. A mí el que me gustaba era Charles Bukowski porque hablaba de sexo, de drogas, del mal vivir. ¿Cómo me iba a interesar la obra de Cervantes si Bukowski había escrito La máquina de follar? A veces no nos acordamos de lo que pensábamos siendo jovencitos y queremos que nuestros hijos sean lo más de lo más en literatura. Y, da la casualidad, de que Bukowski sigue vendiendo libros e interesa a los adolescentes. ¿Esto es bueno? Creo yo que no es malo. Porque no pasa nada por leer a Cervantes un poco más adelante. No hay que rasgarse las vestiduras.

Cada libro tiene su momento. Suelo poner de ejemplo, para intentar explicar la idea, los poemarios más difíciles de entender. Cuando no has leído suficiente poesía algunos autores se atragantan y dejas sus libros con cierto enfado. Esto no lo entiende ni el propio autor, piensas. Y un buen día, abres el ejemplar porque no tienes otra cosa a mano para descubrir con fascinación que es lo mejor que has leído jamás, que el libro estaba esperando su momento y que nada será igual a partir de ese momento. Pues con El Quijote pasa lo mismo.

Está muy bien acercar la obra de Cervantes a los jóvenes. Pero obligar a leer no suele funcionar. Lo mejor es abrir apetitos y que todo llegue de forma natural. Lo digo por experiencia.

Y teníamos otro problema. El castellano de Cervantes. Pues ya no lo es. Andrés Trapiello acaba de poner en castellano actual (traducir) El Quijote. Sí, como lo oyen. Les adelanto que es una delicia lo bien editado que está el libro, lo que cambia enfrentarse con la mejor novela de todos los tiempo sin que el lenguaje sea un obstáculo para el lector.

Me enamoré de don Quijote, de Sancho, de Dulcinea, de los molinos de viento, de todo. Ya hace mucho tiempo. Ya era mayorcito cuando logré leer la novela y me saqué la espina que tenía clavada desde años atrás. Es la tercera vez que me acerco a la obra para leerla totalmente y ha sido una experiencia maravillosa. Invito a todo el mundo a que lo intente con esta traducción magnífica.

Supongo que habrá gente que se eche las manos a la cabeza después de leer todo esto. Lo lamento, de verdad. Pero me duele mucho más saber que hay quien colecciona ejemplares sin haberlos leído, quien habla de la novela de oídas por puro postureo y saber que muchos jóvenes se alejarán de la lectura porque les obligamos a tragarse un tocho que llega a destiempo.

Anunciemos a Cervantes, entusiasmemos a todo el que se deje, busquemos alternativas para que los niños, jóvenes y adultos, quieran arrimarse a Alonso Quijano y Sancho Panza. Pero no obliguemos. De ese modo seguiremos fabricando lectores frustrados. Y se trata de lo contrario.