- Retrato de la escritora Jane Austen.
En el vasto universo de la literatura, hay nombres que resuenan a través de las décadas, trascendiendo el tiempo y manteniendo su poder de fascinación. Entre ellos sobresale una figura cuya pluma perspicaz ha dejado una huella imborrable en los lectores: Jane Austen. Ponderada por figuras de las letras de todos los tiempos, desde Rudyard Kipling a J. K. Rowling, pasando por Vladimir Nabokov, Austen es universal no solo por desvelar la hipocresía y los absurdos de la sociedad en la que vivió, al tiempo que exploraba las complejidades del corazón humano, sino por hacerlo a través de personajes femeninos dotados de inteligencia, ingenio y una independencia de espíritu notable. Esto es precisamente lo que Catalina León analiza en su ensayo ‘Las mujeres en Austen’ (Ediciones Rialp), el papel de unas mujeres que lejos de ser meras espectadoras de sus propias vidas, tomaban decisiones audaces y desafiaban las expectativas de su época.
Nombres propios como Elizabeth Bennet, Fanny Price o Anne Elliot desfilan por las 290 páginas de un libro que no solo está dirigido a los fans de la escritora británica, sino a cualquier lector que desee adentrarse en su universo. Y es que a pesar de su breve vida, Jane Austen dejó un legado literario imperecedero; novelas como ‘Orgullo y prejuicio’, ‘Sentido y sensibilidad’ o ‘Persuasión’ continúan fascinando a lectores de todas las edades, y su influencia se extiende mucho más allá de las páginas de sus libros. Asimismo, la obra de Austen ha inspirado numerosas adaptaciones cinematográficas y televisivas, y algunos de sus personajes, como el señor Darcy, ya forman parte de la cultura popular. Hablamos con la autora de este nuevo trabajo, cuya presentación tuvo lugar el pasado 22 de junio en la librería Palas de Sevilla.
¿Cómo llegas a Jane Austen y por qué es tu escritora favorita?
Supongo que era inevitable llegar a ella porque yo he sido una niña muy lectora desde los cuatro o cinco años. He leído todo lo que caía en mis manos y daba vueltas por los quioscos, no a buscar chuches, sino promociones de esas de libros que venían en cartones grandísimos y que comenzaban siempre con un dos por uno. Así que recuerdo que compré en una de esas colecciones una edición de ‘Orgullo y prejuicio’. La leí y me enamoré. Entonces seguí buscando libros suyos y biografías y todo lo que surgiera. De modo que ese amor se ha ido cultivando con más lecturas suyas y hasta aquí. Si una conoce bien a Jane Austen no tienes más remedio que enamorarte.

Ni romántica ni victoriana. ¿Cómo era la sociedad en la que vivió Jane Austen y de la que parte su estilo?
Todos sabemos lo que fue esa época de guerras continuas y de grandes cambios en Inglaterra que ocupa desde la mitad del XVIII hasta que la reina Victoria sube al trono en 1937. Son años convulsos, luchas de poder, cambios políticos, sociales y económicos. Es un panorama de vida difícil y ahí estaba la mediana y pequeña aristocracia rural a la que Jane pertenece, contemplando cómo su mundo se va destruyendo. El colmo fue la época de la regencia, cuando el rey no estaba en condiciones de gobernar y su hijo el regente era, digamos, bastante alegre en ese aspecto. Todo parecía manga por hombro y, sin embargo, las revoluciones eran constantes. En ese panorama, Jane Austen crea una obra propia, original, que no bebe de lo gótico ni es, por supuesto, victoriana, sino austeniana simplemente.
Una de las grandes contradicciones de la escritora británica es que sus protagonistas siempre terminan casándose, mientras que ella falleció soltera.
Sí, las bodas abundan en todos sus libros. Incluso en los que son menos casamenteros en apariencia, como ‘Persuasión’, que acabo de releer por enésima vez y que enhebra tres bodas y una unión como si tal cosa. La verdad es que ella, inteligentemente, corta el relato justo en las bodas, con lo cual no sabemos qué pasaría después. Pero en la vida real conocía perfectamente qué poco podía durar la pasión amorosa o cuántos líos añadidos venían con la familia política, la maternidad o la economía. ¿Pudo influirle eso en su decisión de no casarse? No estoy seguro. Creo que ella decidió no casarse porque le parecía más importante escribir sus libros que criar niños y llevar una casa. Era consciente de su talento y decidió, bíblicamente, cultivarlos.

Pese a no contar con una buena enseñanza reglada, Jane tuvo a su disposición una gran cantidad de libros que contribuyeron a su formación. Háblanos de ello desde tu experiencia docente.
Efectivamente. Tuvo muy poco colegio, por así decirlo, y no de buena calidad. Ella era muy crítica con el sistema educativo de la época, emanado de Rousseau, con un aire todo muy «moderno». Los métodos pedagógicos georgianos no le parecían sólidos y lo dice abiertamente cuando habla del pensionado de la señora Godard en ‘Emma’. Parece que aprendió francés y poco más en el internado de Reading y desde luego tuvo que buscar fuentes formativas en los libros, tanto los de su casa, la rectoría de Steventon, como en las mansiones de su hermano Edward, que tenían hermosas bibliotecas. No obstante, resulta extraño que, salvo Anne Elliot, ninguna de sus protagonistas sea una buena lectora y también que no muestra demasiada preocupación por la venta de todos sus libros que hace la familia cuando abandonan Steventon en 1801, para irse a vivir a Bath. Desde luego, una educación basada en la lectura de libros bien elegidos (no vale leer cualquier cosa), donde estén los clásicos, por supuesto, tiene bastante más garantías de dar buenos frutos que ir a un mal colegio con un mal sistema educativo.
Esta es una pregunta obligada en los tiempos que corren. ¿Hasta qué punto los personajes femeninos de las novelas de Austen desafían los estereotipos de género?
No creo que ninguna de las mujeres de esa época pensaran en los estereotipos de género, de modo que estamos aplicando un concepto muy actual a un tiempo pasado. Es una especie de anacronismo mental. La verdad es que sus mujeres son muy diversas. Algunas tenían bien arraigado que debían buscar un buen partido y casarse. Otras querían casarse por amor y así ya tenemos un cierto desafío. Las había que preferían no casarse, como Emma Woodhouse, o como Mary Bennet. Es decir, las mujeres Austen no responden a un solo tipo, simplemente porque son de carne y hueso, y representan, en todo caso, a un enorme mosaico que la autora observaba por un lado e imaginaba por otro.
‘Las mujeres en Austen’ abarca muchos temas y personajes femeninos, pero no deja atrás los masculinos. Explícanos por qué Jane Austen no es (solo) para mujeres.
La gran literatura (y Jane Austen lo es) no tiene limitaciones en su alcance. Mujeres y hombres, lectoras y lectores, solo se necesita la sensibilidad, el buen gusto, la inteligencia lectora y la disposición adecuada, para acercarse a sus libros y sacar de ellos mucho partido. Placer, aprendizaje, enseñanzas, diversión... No está de más recalcar, sin embargo, que no es una literatura de mujeres únicamente. Además, como primicia te diré que tengo casi terminado otro volumen que complementará a este en cierto sentido y que se llama (provisionalmente) ‘Los hombres en Austen’. Espero que se publique en un tiempo prudencial y que sirva para dar a conocer todavía más ciertos aspectos de la escritora y su obra. Porque ella sabía mucho de eso. Y ha dejado dicho muchas cosas al respecto.
En el capítulo cinco afirmas que «las madres austenianas son una anomalía». ¿A qué te refieres exactamente?
Claro, pienso que lo son. Digamos que la imagen de las madres que las obras traslucen no es lo que solemos considerar una buena percepción de la maternidad. Hay muchas madres muertas, muchas tías-madres sustitutas, otras que hacen una crianza muy mala y despreocupada, las hay también bastante cabezas locas, otras son muy inconscientes de las situaciones, incluso hay alguna bastante arpía. Si te fijas, de las madres que mejor se habla son de las que han fallecido al principio del libro. Porque sabemos que nadie muere durante el desarrollo de las novelas. ¿Cómo, a pesar de esas madres tan poco ejemplares, las hijas salen razonablemente bien? Pues ese es otro de los misterios que la autora plantea, entre muchos.
¿Cómo crees que las adaptaciones cinematográficas y televisivas de las obras de Jane Austen han contribuido a su popularidad y vigencia en la cultura actual?
Han contribuido muchísimo a su popularidad, lo que no quiere decir que siempre lo hayan hecho acertadamente. La cultura audiovisual ha puesto en el centro del debate las obras de Austen, pero también ha divulgado tópicos y repetido lugares comunes que no corresponden a la realidad. Digamos que han fomentado lo superficial. Sin embargo, mucha gente, partiendo de ahí, ha realizado un razonable itinerario de conocimiento respecto a ella, aunque eso depende, desde luego, de la madurez de la persona. Hay un poco de todo. Y algunas de esas versiones son magníficas, increíblemente buenas.
Si tuvieras que recomendar un libro para iniciarse en la obra de Austen, ¿cuál sería y por qué?
El más divertido es, sin duda, ‘Orgullo y prejuicio’. Es una comedia tan llena de caracteres agradables, tan llena de villanos, de ridículos, de situaciones curiosas, que engancha mucho, sobre todo a la gente más joven. Es un buen modo de empezar. También ‘Emma’ es un excelente comienzo. Lo que no haría sería comenzar con ‘Mansfield Park’, que es la novela, a mi juicio, menos lograda y la que más enmascara el espíritu Austen.
¿Cuál crees que es el legado más importante de Jane Austen en la literatura?
Jane Austen es una isla literaria, como digo a veces. Rompe con el goticismo anterior, prepara los venideros temas del romanticismo victoriano pero con sensatez y una mirada personal, eleva la novela a un papel central en el conjunto de los géneros y entroniza la vida cotidiana como asunto de las historias. Ese realismo cotidiano, hecho a base de personajes de carne y hueso, diálogos bien conseguidos pero normales y tramas estructuradas con agilidad e imaginación, todo eso es aportación suya a la historia de la literatura, a la gran literatura. Y abre la puerta a otras narradoras posteriores que hacen suyo aquello de «tres o cuatro familias en un entorno pequeño es todo cuando se necesita para escribir una buena novela».
