«Electra»: El mito lo explica todo. En el mito se baila todo

El Ballet Nacional de España encargó a Antonio Ruz esta versión de «Electra» que se estrenó el año 2017. Ahora llega al Teatro Real de Madrid. Es posible que sea la coreografía más vanguardista y atrevida de el repertorio del BNE. El resultado es atractivo y amable con el público

30 dic 2019 / 08:23 h - Actualizado: 30 dic 2019 / 09:14 h.
"Danza"
  • Cuerpo de baile de ‘Electra’. / Javier del Real
    Cuerpo de baile de ‘Electra’. / Javier del Real
  • Sara Arévalo (Ifigenia). / Javier del Real
    Sara Arévalo (Ifigenia). / Javier del Real
  • Esther Jurado (Clitemnestra). / Javier del Real
    Esther Jurado (Clitemnestra). / Javier del Real
  • Antonio Najarro (Egisto) y Esther Jurado (Clitemnestra). / Javier del Real
    Antonio Najarro (Egisto) y Esther Jurado (Clitemnestra). / Javier del Real
  • Inmaculada Salomón (Electra). / Javier del Real
    Inmaculada Salomón (Electra). / Javier del Real
  • Sara Arévalo (Ifigenia) y Antonio Correderas (Agamenón). / Javier del Real
    Sara Arévalo (Ifigenia) y Antonio Correderas (Agamenón). / Javier del Real

Cuando acaba un ballet y lo que más aplaude el público es el trabajo de una cantaora, es que algo no ha salido tan bien como lo esperado. Eso fue exactamente lo que sucedió en el Teatro Real el pasado 28 de diciembre. Aunque, a decir verdad, ni la cantaora era tan extraordinaria como para recibir semejante ovación ni los bailarines merecían aplausos amables y cariñosos y largos y a secas. Sandra carrasco, la cantaora, tiene un pellizco muy bonito, rebosa sentimiento y, también, anda justa de técnica para hacer los tránsitos propios de los Ayeos, por ejemplo. Lo que sí es cierto es que su trabajo, encuadrado en el conjunto de esta «Electra» del Ballet Nacional de España, reluce y resuena con fuerza.

Antonio Ruz hace una relectura del mito de Electra. Se une el relato fundamental para que el ser humano entienda qué es lo que le pasa y su forma más ancestral de expresión, la danza. Este es de los pocos mitos clásicos en los que los dioses no toman partido. La familia y sus secretos, la venganza, el desamor, la falta de bondad y la sangre que corre, son los ingredientes con los que Electra se desenvuelve en este mundo. Y Ruz mira con acierto para colocar la acción en la España profunda, en la España en la que los ritmos flamencos se pegan a la piel. La danza clásica, la contemporánea y el flamenco, se funden y aparece una «Electra» llena de pasión, de sentimiento. El ballet se compone de un prólogo, siete cuadros y un epílogo.

«Electra»: El mito lo explica todo. En el mito se baila todo
Inmaculada Salomón (Electra). / Javier del real

El arranque de esta «Electra» es de una potencia estética descomunal. En el prólogo que Ruz titula ‘Una fotografía de familia’, Ruz deja claras sus intenciones. Presenta a sus personajes y el inicio de la trama. La luz se hace presente a modo de bisturí que disecciona el escenario para que el espectador centre la atención y comience a disfrutar de un vestuario estupendo y de esa luz que van a ser un personaje más. Suena la música y la voz de la cantaora y todo se sumerge en esa España tan profunda como llena de tradiciones y costumbres únicas y exclusivas.

Se baila bien la venganza, la traición, el desamor, la desesperación y la poca alegría que queda para disfrutar. Aunque sin grandes alharacas. Inmaculada Salomón (Electra) y Esther Jurado (Clitemnestra) no cometen errores aunque se mueven con cierta frialdad. Gusta Sara Arévalo (Ifigenia) que en un breve papel aprovecha muy bien que sea el más impactante desde el punto de vista visual. Antonio Najarro (Egisto) es el que más entonado está.

La importancia del cuerpo de baile en este ballet es muy alta. Así lo ha manifestado el propio Antonio Ruz. Pero es que, además, es cierto y el director y coreógrafo consigue lo que busca. El coro en la tragedia griega era algo parecido a la posible reacción del mejor público posible, a la guía para seguir la acción de la obra. En la tragedia griega está encabezado por el corifeo. El cuerpo de baile es el coro y el corifeo la cantautora en este ballet de Ruz. Y, efectivamente, es parte fundamental. Una coreografía muy expresiva que desde, cierta sencillez, trata de explicar todo lo que le sucede a los protagonistas y lo que eso supone para todos.

Bien los guitarristas y el percusionista flamencos destacando al arrancarse por peteneras. Correcta la Orquesta Titular del Teatro Real que dirigía Manuel Coves arropando en todo momento a los bailarines.