«La canción de los misioneros»: La ley de la selva en el horizonte

Fascinante relato de Le Carré en el que mezclan el amor, la injusticia, la identidad personal y los secretos inconfesables

10 sep 2020 / 14:13 h - Actualizado: 10 sep 2020 / 14:24 h.
"Libros","Literatura","Libros - Aladar","Literatura - Aladar"
  • John le Carrè.
    John le Carrè.

El personaje principal de la novela de John le Carré es Bruno Salvador; intérprete acreditado de origen congoleño, de madre negra y padre blanco y misionero.

La novela comienza de forma rotunda, con una introducción clara y directa en el personaje, presentándose (él mismo) como lo que es, un artista de las lenguas africanas, empleado de los servicios de inteligencia del gobierno británico, fiel a estos y al código deontológico de los traductores, pero con el corazón mirando siempre al Congo, donde los señores de la guerra no hacen más que sucederse unos a otros sin pasar por alto el conflicto ruandés.

Además, Salvo, que así se hace llamar, es impulsivo, decidido y apasionado. Pero de eso nos irá convenciendo a lo largo de la lectura. Para esta narración llena de amor y pasión en todas sus acepciones, cargada a la vez de historia y actualidad, Le Carré consigue atrapar al lector desde la primera página con la simpatía de Salvo, con su vida (culebrón típico de cualquier otro ciudadano londinense): casado con una mujer a la que le importa más su trabajo que su relación; la aparición no buscada de la otra, a quien conoce en uno de sus trabajos no confidenciales y a la que tiene que abandonar súbitamente por un trabajo de carácter urgente y secreto... Y, de pronto, nos vemos inmersos en un mar por el que a ningún intérprete le gustaría navegar, pero no le queda más remedio.

Eso sí, no sin antes tragarnos el idealismo del asunto. Imagínense la felicidad de Salvo cuando es requerido para hacer de mediador entre representantes de algunas tribus congoleñas y miembros del alto standing británico, reunidos por el bien de su amado país. Salvo, como el buen intérprete que es, acata las órdenes de sus superiores sin rechistar; en tanto interpreta en una mesa llena de delegados de un cártel anónimo por el bien del Congo, traduce, por debajo de la línea de flotación las conversaciones entre ellos durante los periodos de descanso, en una sala de calderas improvisada. Ante semejante línea, su ética laboral de trabajador para los servicios de inteligencia británicos se verá por primera vez afectada por sus raíces y descubrirá que no es oro todo lo que reluce. Tras este trabajo secreto de 72 horas en una isla sin nombre, y 7000 dólares en el bolsillo, regresará a Londres para darle un giro de 360 grados a su vida, movido por un sentimiento irreprimible que antes de aquel encargo parecía compartir con importantes personajes que ahora harán oídos sordos.

«La canción de los misioneros»: La ley de la selva en el horizonte

Ésta, por encima de toda la intriga que suscita el relato, y de la carga irónica y sonrisas que pueda arrancarnos, es una historia llena de emociones, especialmente de amor, con su desamor correspondiente. Una historia de amor entre personas, y por su tierra compartida, el Congo. Un amor irrefrenable que nos impide dejar el libro para seguir mañana cuando nos damos cuenta de que nos enfrentamos, cara a cara, a una utopía, un sentimiento que todos deseamos para alcanzar la satisfacción plena, felicidad, o como cada uno quiera llamar a ese sentimiento que, una vez alcanzado, evita un agujero en el estómago para siempre. Algo que no existe ni existirá nunca porque ni ayer, ni hoy, ni mañana, el mundo será honesto consigo mismo, porque siempre habrá un primer y un tercer mundo, relegado a las órdenes del que más tiene y más quiere, de personas con almas de doble filo.

Al final, es la ley de la selva. Al final la lucha pacífica, promovida por los sentimientos humanos, es otra utopía más porque no hay paz sin guerra. Al final, este llanto por África es un ejemplo más de la hipocresía en que vivimos, pero a la vez son ánimos para aquellos a los que no les de miedo sentir, y luchar en nombre de sus sentimientos, sin importar las consecuencias.

Calificación: Muy buena.

Tipo de lectura: Apasionante.

Tipo de lector: Cualquiera.

Personajes: Muy bien diseñados. Cada uno con su motivación clara que les lleva hasta el lugar justo.

¿Dónde puede leerse?: Antes de una reunión en la que se dirán cosas que esconden otras debajo.