La cara oculta

La Cara Oculta - Aviso para navegantes

24 jun 2022 / 11:42 h - Actualizado: 24 jun 2022 / 11:45 h.
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Esta semana me voy a permitir el lujo de una reflexión.

De todas las cosas que me dicen o que me escriben, que escucho o que leo, algunas dejan poso en mi cabeza. Hará cosa de quince días, la ilustradora y colorista Sheila Ortega me soltó por chat “Sí que te tiene que gustar este mundo” como respuesta al relato de mis desventuras con editoriales, proyectos fallidos, impagos y otros usos y costumbres de “lo de escribir”.

Sheila mola.

Por las mismas fechas, algunos contactos me comentaron sus resultados de ventas y firmas en la Feria del libro de Madrid, millonaria en visitas y en facturación. Creo que respecto a este episodio la frase que mejor resume el panorama fue la de “He colocado cuatro libros y dos han sido míos”. La ironía de la frase queda empañada ante la foto colgada en los respectivos muros en la que se muestra, aprovechando lo cerrado del encuadre y un pequeño tumulto frente al templete, una instantánea que sugiere un éxito arrollador de convocatoria de público por parte de la firma del par facturado y dedicado.

La editorial independiente Cazador de ratas, o simplemente Cazador, ha anunciado en redes sociales su cese de actividad para finales de año. Es una lástima, ya que este proyecto de Carmen Moreno me ha hecho pasar unos ratitos muy buenos de lectura. Si obviamos las circunstancias personales de Moreno (quien ha echado agallas y ganas a su sello como una heroína) y nos centramos simplemente en la faceta empresarial, resulta muy lúcido y esclarecedor el comunicado de Editorial Cerbero sobre el cierre de su editorial cuasi hermana.

Cerbero incidía en la doble vara de medir que el fandom en general mantiene respecto al trabajo de las editoriales independientes frente a los grandes grupos mediáticos. Coincido yo con los nenes del perrete tricéfalo en que este rasero desigual, siempre en detrimento del pez más chico, acaba por ahogar cualquier iniciativa que se aleje del mainstream en formas, modos y recursos.

La dibujante Belén Ortega (no son familia esta y la de arriba) hablaba, en Marca.com, de cómo la industria española del tebeo sigue ciega y agilipollada (ya veis que parafraseo) ante fórmulas de éxito probadas a nivel mundial. Que esto lo afirme Ortega, quien triunfa por donde pasa y que no tendría necesidad ninguna de meterse en líos por aquí, ya tendría que hacer pensar a algunos. Lo curioso es que leo a ratos muertos la «La cárcel de papel» de Álvaro Pons y, (además de percatarme de que no puedo aportar nada tras el trabajo de este nene y eso me jode) compruebo que la mayoría de los problemas que evidencia Ortega ya los sacaba a la luz hace décadas Pons y que aquí nada cambia.

Podría seguir un rato largo (o unos ocho mil caracteres) tecleando sobre lo mal que está todo en el mundo de las letras, y no con brindis al sol, sino con otros ejemplos de plena actualidad como los citados, pero eso sería meterse ya en el tema de crónica social y no es mi pretensión.

Ignoro si este penar que escribir se debe a competencias desleales; a las filias y fobias del público; al inmovilismo de ciertas líneas editoriales y de negocio; a los falsos oropeles que generan las fotos de postureo; o si es todo culpa de que el precio del papel se ha disparado.

De verdad, no tengo ni puta idea, yo sólo escribo cosas, al igual que muchos otros que seguimos en esta carrera suicida de coser negro sobre blanco en la era de metaverso y la realidad aumentada.

Aunque nunca haya fondos, ni presupuesto, ni producción, ni partida para...

Y por eso, mientras hago girar el tambor del revólver que es el qwerty y me meto en otra ronda de esta particular ruleta rusa, las palabras de la cabrónida de Sheila vuelven a mi memoria y se tornan en un sabio consejo para quienes se creen navegantes y acabarán siendo náufragos.

“Sí que te tiene que gustar este mundo”.

Besos de carmín, nenas y nenes.