En España, el material patrio de terror, ciencia ficción y fantasía, nunca han gozado de un respeto real por parte de la crítica. Todo lo relacionado con naves espaciales, criaturas legendarias o cualquier manifestación sobrenatural, se relegaba a la calificación de literatura de segunda o se incluía de forma errónea como historias destinadas a un público juvenil. Sobre este último particular de degradar los tomos dirigidos a los más jóvenes, podríamos hablar otro día de forma más pausada.
Por supuesto, hay excepciones y varias firmas que han logrado salir de ese nicho y saltar al catálogo más generalista: Ana María Matute, Laura Gallego, Clara Tahoces, Elía Barceló, Mariana Enriquez son algunos ejemplos junto con otros referentes como José Carlos Somoza, Manuel Loureiro o Javier Negrete.
Pero ninguno de ellos goza del predicamento de un Sthephen King, una Anne Rice o una J. K. Rowling, eso sin entrar en nombres ya históricos como J. R. Tolkien, Philip K. Dick o Frank Herbert , ni en referentes trazados en metal precioso en la historia de la literatura como Sheley, Stoker, Stevenson o Verne.
Parece ser que vampiros, naves espaciales, licántropos o cualquier otro matiz que se salga de lo histórico, costumbrista, social y el muy nuestro y sobre explotado guerracivilismo, se considera algo friki si no llega a nuestras librerías con traducción de por medio.
Otro punto para debate sería el de si aunar tanto subgénero en una misma calificación es acertado o no, pero el caso, y en lo que nos compete, así sucede y a mí no me parece mal cuando el objetivo es acercar al público lo que se está haciendo aquí en la actualidad sobre estos argumentos.
Obviando otros premios, de carácter más comercial como el Minotauro, con menos trayectoria como los Kelvin 505, o los ya extintos como el Nocte, lo más profesionalizado que tenemos por nuestros pagos son los premios Ignotus.
Los organiza y otorga la AEFCFT, que no es que un gato esté caminando sobre el teclado, es que corresponden a las siglas de Asociación Española de Fantasía, Ciencia Ficción y Terror, una organización sin ánimo de lucro fundada en 1991 con la intención de divulgar los géneros literarios incluidos en sus nomenclatura. Pretende también ser un foro para escritores y un punto de encuentro de estos con su público.
Su influencia es limitada y su número de afiliados escasos. Nunca ha llegado a profesionalizarse del todo y sus sucesivas re-fundaciones y representantes no han sabido sacarle todo el partido que podrían. Sí han hecho gala de un entusiasmo lúdico más cercano al de la ilusión de aficionados que al de una organización seria y, quizás por eso, cuentan con el apoyo y cariño de una amalgama de implicados en todo el proceso editorial (desde el escritor hasta el lector) denominado fandom.
Su logro más vistoso es el de participar y supervisar el programa de las Hispacon (Congreso Nacional de Fantasía y Ciencia Ficción), evento itinerante de celebración anual que cada año, va creciendo en relevancia y ambición.
‘Los Ignotus’ se materializan en un elegante trofeo que rinde homenaje al monolito de Arthur C. Clarke y más concretamente a la versión de visual del mismo de Kubrick en la adaptación cinematográfica de «2001 Una Odisea en el Espacio». Toman su nombre del seudónimo del escritor José de Elola. Adoptan como modelo y meta los premio Hugo yanquis. Carecen de dotación económica y su sistema de selección es abierto y universal.
Su objetivo es el de premiar las mejores obras editadas anualmente en las categorías de novela, novela extranjera, novela corta, cuento, cuento extranjero, antología, ensayo, artículo, ilustración, producción audiovisual, tebeo, obra poética, revista y sitio web.
Para nominar algún material, simplemente, hay que darse de alta en un censo digital y rellenar una ficha, sin necesidad de formar parte de la asociación. De entre los títulos con más nominaciones se seleccionan a los finalistas que volverán a ser votados para sacar de ellos un vencedor.
Este sistema de participación convierte a ‘los Ignotus’ en unos premios de sufragio universal en los que prácticamente es el público quién decide los ganadores. Por otra parte, esta fórmula hace que sea el título o autor con más capacidad de convocatoria y atracción de voto quien goce de mayores probabilidades de ser galardonado, convirtiéndose a la postre el certamen en un concurso de popularidad (como tantos otros desde la implantación en nuestra realidad de las redes sociales), algo que puede desvirtuar el objetivo de premiar la excelencia desde un punto de vistas más profesional o académico.
En todo caso, las obras las termina por juzgar el público (tras los cientos de filtros y obstáculos que deben sortear los autores) y no me parece un mal sistema ya que el objetivo de ‘los Ignotus’ es llegar a los lectores y darles a conocer lo que se está haciendo sobre marcianos monstruos y demás, aquí y ahora.
Hay mucho y muy bueno en nuestras letras como podrá corroborar cualquier lector exigente si huye de tópicos y prejuicios. También se sorprenderá ante propuestas originales imposibles de encontrar en las adaptaciones de Netflix o de éxitos extranjeros. El histórico del palmares de los Ignotus es la mejor forma de iniciarse y explorar en ficciones que, a la vista de su aceptación general a nivel global, resultan siempre entretenidas.
Os dejo el link de la AEFCFT para que la conozcáis de primera mano y podáis consultar sus actividades y calendario mientras se encuentra inmersa ya en el proceso de selección de títulos que espero poder comentar en breve en La Cara Oculta.
Besos de carmín, nenas y nenes.