La débil mental

03 nov 2015 / 20:25 h - Actualizado: 03 nov 2015 / 20:26 h.
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  • La débil mental

Después de Matate, amor vuelve Ariana Harwicz a la carga. Vuelve con otra novela breve animal. Otra vez las relaciones familiares y una narradora moviéndose progresivamente hacia el momento cúlmine, hacia el clímax, ahí donde la furia desprendida del deseo da su golpe final.

En este caso, es la relación madre-hija la que queda plasmada en una comunicación brutal, en intenciones feroces o cerdas. Desde el lenguaje (que es casi toda la esencia de la novela o al menos su columna vertebral), todo es superlativo. El amor-odio que estaba implícito en el sintagma que daba título a su libro anterior, aquí está en la base misma de la historia y en ambos casos, operando desde el deseo. Hay deseo hasta en la relación con la madre y deseo por un único hombre posible, la amenaza de ruptura del clan femenino ya achicado por la muerte de la abuela.

Porque todos los asuntos de la hija son asuntos también de la madre es que entonces se desdibujan los espacios privados, los límites entre un ser y el otro, entre un cuerpo y el otro: la masturbación puede ser observada desde afuera y aplaudida, vale olfatear el sudor, preguntar detalles de las relaciones sexuales, sentir celos infinitos, reclamar y reclamar. Actuar como débiles mentales; no tontas, no retardadas. Gente que está en otro plano, con otros códigos de relación y otras reglas de juego, apartadas de la línea de lo normal-social, alejadas del sentido común, desviadas de cierto orden, colgadas de una lógica y deseo propios. En un sitio no urbano, sin dinero, sin participación en el sistema, pero con noción de ese universo exterior y la intención de permanecer en el propio como posibilidad de vida (con un huerto y agua tal vez alcanza).

El golpe final lo da, precisamente, el final de la historia. Como sucedía en Matate, amor. Un hachazo. Un mazazo. Pum. El golpe definitivo e irreversible que acaba externalizando y poniendo acción a algo que se tramaba o se trenzaba entre dos y desde el lenguaje (en la primera novela era individual e interior ese tejido). El golpe que muestra de lo que de verdad son capaces los personajes. O los humanos, quizá.

Experiencia física y lírica y el protagonismo del deseo en ella. Como un orgasmo. Pum o Aaaahhh. La onomatopeya que calce.

Calificación: Crudo.

Tipo de lectura: Ruidosa.

Tipo de lector: Impúdico.

Argumento: Una mujer-hija enamorada y una mujer-madre alentando el deseo.

Personajes: Madre, hija y él.

¿Dónde puede leerse?: En un paisaje rural desconocido.