«La novela histórica no tiene como misión suplir la investigación científica de la Historia»

Francisco José Jurado recrea en «Dos mundos en guerra» un hecho inexplicable ocurrido el 30 de octubre de 1938 que pudo cambiar el resultado de la guerra civil e incluso la Historia de España. La novela, que ya luce en las librerías, está publicada por Algaida

27 abr 2021 / 23:56 h - Actualizado: 28 abr 2021 / 00:01 h.
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  • Francisco José Jurado. / Fotografía cortesía del autor
    Francisco José Jurado. / Fotografía cortesía del autor

El año que el autor de Dos mundos en guerra vio la luz en Córdoba se produjeron enfrentamientos en diversos lugares del mundo, desde China a Bolivia pasando por Israel, aunque también manifestaciones de paz, como las de Estados Unidos en contra de la guerra de Vietnam. Hechos que parecían marcarle el camino a Francisco José Jurado, y quién sabe si predisponerlo a escribir sobre odios y sangre, hostilidades y paz, pero siempre con una mirada fresca, personal y originalísima. La misma que evidencia su nuevo trabajo, el cual recrea un hecho inexplicable ocurrido el 30 de octubre de 1938, que pudo cambiar el resultado de la guerra civil e incluso la Historia posterior de España.

La Guerra Civil española lleva ocho décadas inspirando a autores de prestigio como George Orwell, Ernest Hemingway, Chaves Nogales, Camilo José Cela o Antonio Muñoz Molina. ¿No le temblaron las piernas al pensar en la posibilidad de ingresar en un club tan selecto?

La verdad es que fue un acontecimiento de tan grandísimo calado —nacional e internacional— que es normal que aún se siga hablando, escribiendo e investigando sobre la misma. Cuando comencé a escribir esta novela, y, por tanto, a leer obras de esos autores que usted cita y de muchos otros más (algunos de ellos ya completamente olvidados y sus obras descatalogadas desde hace años), la verdad es que no me atenazó el «miedo escénico», si me permite la expresión; pero siempre tuve muy presente que debía mantener el listón muy alto para escribir una obra digna, sólida, tanto en la estructura argumental como en los personajes. Una novela que gustase al lector medio —eso, por supuesto—, pero también a los investigadores, historiadores, o a los muchos grandes conocedores «no profesionales» de nuestra guerra civil. Y también que me dejara satisfecho a mí. Desde el punto de vista literario, e histórico.

La novela arranca en la batalla del Ebro, durante una madrugada de 1938 en la que tiene lugar un hecho sorprendente y nunca investigado. ¿Qué le llevó hasta este episodio?

Sí, así es. Un hecho extraño que pudo cambiar el devenir de la guerra en ese mismo momento y de toda nuestra historia. Un hecho que no se ha estudiado aún por los historiadores. Contémoslo sin hacer spoiler: la noche del 30 de octubre de 1938, en plena séptima contraofensiva para ganar la batalla, el ejército nacional tenía contra las cuerdas al ejército republicano. A punto de caramelo para liquidarlo y finiquitar la batalla del Ebro y, por ende, entrar en Cataluña y concluir así la guerra. De repente, todo se paró. El frente entero se paralizó. No hubo combates durante nueve horas. Eso me llamó la atención y ahí es donde se encuentra el germen de esta novela.

Intrigado, acudí a las fuentes y archivos histórico-militares (partes de guerra, informes, documentos desclasificados de ambos bandos...) y la excusa que ambos ejércitos ofrecen es que llovió mucho. Lo cual era verdad. Pero también llovió mucho el día de antes y el de después y siguieron dándose candela. Lo normal y más lógico es que ambos contendientes se encontraran exhaustos, y tuvieran que reponer armas, municiones, hombres...; lo que fuera.

Pero yo me pregunté: ¿y si la razón para paralizar la batalla fue otra? ¿Y si la razón estuviera muy lejos del Ebro; en concreto, en Nueva York? Porque resulta que ese día, el 30 de octubre de 1938, Orson Welles emitió su radioteatro en la RKO La guerra de los Mundos. Era Halloween y quiso gastar una broma de terror. Y así nació el terror global. Y me pregunté: ¿qué habría ocurrido si las estaciones de radio-escucha republicanas en los Pirineos, y las estaciones nacionales en el Cantábrico o en Londres hubiesen captado esa emisión..., o una parte de ella? ¿Qué habría pasado? Porque esa emisión causó el pánico global, con huidas en masa en todos los Estados Unidos, suicidios, el miedo colectivo... Si tú estás pegando tiros en un hoyo, perdido en un agujero lejano del mundo, y de repente escuchas que los marcianos están destruyendo fácilmente los Estados Unidos y aplastando a su ejército..., lo más lógico es pararte y hablar con los que tienes enfrente para ver qué diablos está ocurriendo.

Y en ese punto empieza la novela.

¿H. G. Wells u Orson Welles? ¿Cuál de los dos Welles hizo más por las historias de marcianos? ¿El primero al escribir La guerra de los mundos, o el segundo al convertir en un fenómeno su versión radiofónica?

Hombre, la matriz es la obra literaria de H.G. Wells, y luego vinieron todas las adaptaciones, díganse radiofónicas (aún se siguen haciendo, ¡ojo!), televisivas o cinematográficas. Si esta pregunta me la hubiera hecho hace cuarenta o cincuenta años, pues respondería que Herbert G. Wells, sin dudarlo; pero ahora vivimos en la era audiovisual, y muchas personas que habrán visto la película de Steven Spielberg, protagonizada por Tom Cruise y Dakota Fanning, por ejemplo, pues no tendrán ni idea de quién demonios era ese escritor, ni que la película se basa o deja de basarse en su novela. Así son las cosas y así hay que asumirlas.

«La novela histórica no tiene como misión suplir la investigación científica de la Historia»

Por las 387 páginas del libro desfilan un buen número de personajes, aunque es la insólita relación entre Mendoza y Henderson, cada uno perteneciente a un bando, la que consigue atraparnos. ¿Están inspirados en soldados reales?

No, en personajes reales no me he inspirado, como por ejemplo hace Hemingway en Por quién doblan las campanas, que se inspira claramente en el jefe del batallón Lincoln, Robert Merryman, o también en el comandante neoyorkino Milton Wolff. Para cada uno de los dos protagonistas he intentado hacer un compendio general de las características personales, ideológicas..., humanas, en definitiva, que impulsaron a esos hombres a luchar en un bando o en otro. Y así, el cabo norteamericano Henderson, viene a España por su pasado, por los años que estuvo en Méjico viviendo la miseria y las penurias de la Revolución inacabada de ese país hermano. Y el teniente Mendoza es un joven ilustrado, de familia andaluza comerciante y acomodada —podríamos definirlo como un reformista liberal, del centroderecha— que abrazó los primeros meses de la República con ilusión, pero que enseguida comprobó que esa ilusión para reformar las muchas carencias de España con sosiego, con Leyes y democracia parlamentaria..., pues se venía abajo por el despeñadero del bolchevismo. Y, como hicieron muchos españoles, dijo: por ahí, no. Por ese camino, no.

La novela presenta numerosas conexiones con el cine bélico, el de ciencia ficción e incluso el de espías. ¿Qué películas subyacen en Dos mundos en guerra?

Con el de ciencia-ficción, no se puede negar que la influencia de La guerra de los Mundos es patente. Hasta en el título, eso es obvio.

Respecto al cine bélico, no veo yo tan clara la influencia del cine en esta novela. Es más, cuando empecé a idear la estructura y las subtramas, lo que yo quería reflejar era el sinsentido de la guerra; la soledad de los contendientes, el miedo y la miseria del frente y las trincheras, el terrible desamparo de dos hombres que, por ejemplo, se quedasen heridos en tierra de nadie tras un contraataque, allí solos, tendidos entre el barro y la sangre; escuchando cada uno los lamentos del otro. Luego, esa idea ha dado para 400 páginas y multitud de aventuras y giros, pero la idea inicial era esa.

Y yo creo que si una película bélica ha reflejado todo esto de lo que hablo, ha sido Senderos de Gloria, de Kubrick.

Y finalmente, si hablamos del cine de espionaje, siempre me he preguntado ¿por qué no existen películas de espías —al menos yo no las conozco— que se desarrollen en la guerra civil? La respuesta quizás esté en lo que antes comentaba: que todo lo relativo a los servicios secretos y espías en la guerra civil es un terreno poco investigado, y muy poco novelado o contado en la gran pantalla.

Como no podía ser de otro modo, entre batalla y batalla, también hay espacio para el amor...

¡Claro! De hecho, siempre hay lugar para el amor. Bueno, casi siempre. Porque, y en esto coincidirá usted conmigo, entre las trincheras y balas del Ebro poco tiempo y espacio queda para el romanticismo. Por eso, en la novela, el amor que está presente es el del pasado. El que los dos protagonistas dejaron antes de la Guerra. El teniente Mendoza le cuenta a Henderson su amor contrariado por la institutriz de sus hermanas menores, una suiza llamada Claire Deverèaux. Y el cabo Henderson nos cuenta su amor desgarrado por Meredith Kay Jericoh, una famosa antropóloga americana que estudiaba las costumbres toltecas y meso-americanas, amiga de Frida Kahlo y Diego Rivera, y que tanta importancia tiene en el argumento negro-criminal de la novela; porque esta novela, además de ser de aventuras y espionaje, tiene un componente negro-criminal; en concreto un asesinato ocurrido en Méjico D.F. unos años antes muy, pero que muy importante para el argumento general.

Dos mundos en guerra es una novela repleta de dualidades que remite constantemente al concepto de las dos Españas. ¿Pueden establecerse paralelismos con la realidad actual?

Espero y deseo que no. Por obvias razones en las que no vamos a incidir aquí, claro. No olvidemos que la novela transcurre durante la batalla del Ebro, esto es, durante la Guerra Civil. Mejor lo dejamos ahí.

Ahondando en la misma cuestión, de ser invadidos por extraterrestres, ¿cree que nuestros grupos políticos se pondrían de acuerdo para ir todos a una?

¡Ja, ja, ja! Buena pregunta. No sé yo...; no lo tengo muy claro, la verdad. Supongo que unos culparían a los otros de crear un montaje falso para quitarse unos cuantos votos en Dios sabe qué elecciones regionales.

Por lo visto, el índice de lectura de España ha subido un 4% durante el confinamiento. ¿Piensa que novelas como la suya pueden contribuir a que los jóvenes se interesen por la Historia?

Esa sería una muy buena noticia. Ojalá así fuera. Que se interesen y, a partir de ahí —de haberse divertido con este tipo de Literatura—, estudien más en profundidad los hechos históricos. Yo siempre he creído que la novela histórica no tiene como misión suplir la investigación científica de la Historia —aunque es verdad que muchas personas dan más crédito a un novelista que a un sesudo historiador—, sino incitar la curiosidad del lector sobre un determinado tema o época histórica. Y luego, si le apetece y le interesa profundizar más, pues bienvenido sea abrirle los caminos del conocimiento y del crecimiento personal a una persona.

Por último, me gustaría preguntarle por sus próximos proyectos.

Como usted sabe, yo empecé a escribir novela policiaca, género negro-criminal; dos novelas protagonizadas por el inspector Benegas, de la Policía Judicial de Córdoba. Tras publicar Dos mundos en guerra me apetecía volver al personaje y al género negro. Y eso es lo que estoy haciendo en estos momentos: escribir la tercera entrega de «Benegas». Espero que los lectores no tengan que esperar mucho para reencontrarse con el inspector.

Muchas gracias y buena suerte.