Las mejores novelas de la Historia (VII)

Marcel Proust escribió una de las novelas claves para entender la civilización occidental de finales del siglo XIX hasta nuestros días. ‘En busca del tiempo perdido’ ha influido, definitivamente, en el pensamiento de los últimos 125 años. Puede causar grandes amores o grandes odios entre los lectores que se atreven con ella

08 dic 2018 / 17:36 h - Actualizado: 08 dic 2018 / 17:55 h.
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  • Marcel Proust. / El Correo
    Marcel Proust. / El Correo

A la recherche du temps perdu es el gran monumento de las letras francesas y una de las obras que más ha influido en la historia de la literatura.

Es una gran osadía intentar reseñar esta obra única. Éste atrevimiento solo admite como disculpa la voluntad de intentar acercarla a quien no la ha leído y la promesa de detalladas recensiones de cada uno de los libros que la componen.

Inmerso en los diferentes movimientos que estudian la conciencia en los inicios del siglo XX, Marcel Proust, que era un curioso personaje en sí mismo, se propone el ambicioso proyecto de explorar los recuerdos y la realidad de la memoria, de aprehender el tiempo perdido. Una vez tomada la decisión se vuelve hacia su infancia y empieza a devanar un hilo interminable que se retuerce sobre la sociedad aristocrática a la que el autor perteneció, sin darse cuenta de que ésta, estaba entonando su particular canto del cisne.

Las mejores novelas de la Historia (VII)
Portada de la novela de Marcel Proust. / El Correo

El resultado es un roman a clef, una crónica social en clave, puesto que los personajes están inspirados en personas reconocidas e influyentes de la sociedad cosmopolita como el barón de Montesquiou-Fézensac o la condesa de Chevigne, nacida Laure de Sade. Es también una memoria de la pequeña historia que alumbró el siglo XX: el elegante París de Hausmann y de los bulevares, las consecuencias del caso Dreyfus y el impacto de músicos como Debussy, actrices como Sarah Bernard o de los estudios de Ruskin sobre la estética.

Es una obra muy, muy intensa. Muchas personas la detestan, y es perfectamente comprensible; otras entre las que me cuento, piensan que es excepcional y disfrutan releyéndola una y otra vez. Existe el mito, que puede ser cierto, de que si se consigue leer las primeras cincuenta páginas, la narración te atrapa irremisiblemente. Porque sí es cierto, que la lectura requiere un tiempo de adaptación al ritmo, al tono y a la atmósfera y que una vez que esta se produce la novela se convierte en un mundo nuevo y diferente de cualquier otra obra de la literatura, situándose a medio camino entre la novela, el psicoanálisis y la teoría del arte.

En cualquier caso no hay que temerla y se debe afrontar con calma y con persistencia.

La longitud de las frases entremezcladas de pensamientos subordinados, resultan particularmente significativas e intensas en su lengua original.

La narración se extiende a lo largo de siete libros interminables: Por el camino de Swan, habla de los recuerdos de la infancia, A la sombra de las muchachas en flor, del despertar a la adolescencia y a la sensualidad, El mundo de Guermantes es el retrato de la aristocracia y el estricto orden social, cuya corrupción subterránea se analiza en Sodoma y Gomorra, mientras que en La Prisionera y La Fugitiva se analizan con obsesión el infierno de los celos y la relación amorosa. El último libro de esta singular novela se titula El tiempo recobrado, hace el efecto de memoria y de compendio, es una reflexión personal sobre lo vivido y lo contado desde la certidumbre de la decadencia.

En busca del tiempo perdido es una novela única. Referente necesario de la cultura occidental. Es citada de continuo en los textos literarios y filosóficos de la contemporaneidad y la postmodernidad. En Francia trasciende a la categoría de mito y es símbolo de identidad nacional. Ha influido definitivamente en el pensamiento del último siglo.

Si se consigue penetrar el velo, es una de las narraciones que pueden acompañar a una persona durante toda la vida.