Los puentes de Madison County

Estupendo relato en el que los elementos técnicos son de gran calidad, la potencia narrativa se convierte en un cheque al portador para el lector y en el que se descubre una forma de amor que va mucho más allá de lo esperado

28 abr 2018 / 08:01 h - Actualizado: 25 abr 2018 / 22:24 h.
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  • Portada de ‘Los puentes de Madison County’. / El Correo
    Portada de ‘Los puentes de Madison County’. / El Correo

Este relato de Robert James Waller es sobrecogedor. Alguien podría llegar a pensar que es un pestiño romanticón vacío de literatura, sin personajes bien perfilados o sin una potencia narrativa digna de tener en cuenta. Y no lo es. Es una buena novela (corta, casi nouvelle) que nos arrastra hasta territorios emocionantes, hasta experiencias deseadas o recuerdos propios que cada lector rescata para explicarse lo que le cuentan.

Robert James Waller recibió información sobre lo que había pasado en un lugar remoto de Iowa, a una familia cualquiera, a una pareja anónima. Los hijos de Richard y Francesca querían que alguien relatase la historia secreta que su madre había vivido junto a Robert Kincaid, un fotógrafo que llegó al mundo de Francesca para hacerlo añicos.

La voz narrativa que utiliza Robert James Waller va modificándose a medida que el relato lo va pidiendo. Dependiendo de la focalización, el punto de vista se altera, y esa es la forma que tiene el autor de dibujar con detalle a unos personajes que necesitan ir creciendo en cada página.

Los puentes de Madison County trata sobre el amor. Eso es verdad. Aunque, en realidad, habla de una conmoción que solo puede provocar lo sagrado, lo que arrasa un universo al mismo tiempo que construye ese otro que te pertenecía desde antes de nacer y ni siquiera conocías.

El relato, además, se construye sobre diferentes registros y se complementa con alguna carta y una entrevista a un saxofonista amigo del fotógrafo, de Robert Kincaid.

La influencia de Hemingwayy de J. D. Salinger están presentes en cada página. Esa forma de narrar tan característica de los grandes escritores de relatos breves norteamericanos, basada en los tonos medios y en los alientos cortos que crecen cuando la expresividad necesita aparecer con fuerza, soporta el peso de la obra con solvencia.

Lo más destacable desde el punto de vista narrativo es el diseño que hace Waller del recuerdo. Al fin y al cabo, el recuerdo es lo que queremos que sea eso que sucedió, eso que no seríamos capaces de soportar sin modificar esos objetos que siguen aportando a lo recordado su pertenencia a lo real, nunca a lo imaginado. Y esto lo describe muy bien el autor. No busca, en ningún caso, explicar o construir un concepto de recuerdo, pero lo logra.

Los puentes de Madison County es un relato que puede gustar a todo tipo de lectores, un relato que puede recordar a los que se empeñan en que la literatura es solo experimentación con el lenguaje y la vanguardia que es, en realidad, mucho más. Y todo exquisito. Si hay literatura, el resto termina siendo cosmético.

Calificación: Muy buena.

Tipo de lectura: Fácil. Emocionante.

Tipo de lector: No hay edad, ni barrera alguna para nadie.

Argumento: Si el mundo se viene abajo, ¡viva el nuevo mundo!

¿Dónde puede leerse?: En un banco del parque esperando que se produzca el milagro.